6. Disculpas

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6. Disculpas

El desayuno posterior al cataclismo emocional sufrido la noche anterior ha estado gobernado por las reminiscencias de las culpas y arrepentimientos que han asaltado cada una de las cuatro almas unidas bajo el mismo techo.

Aspros no ha pronunciado palabra. Defteros sólo lo mínimo y necesario para parecer correcto, pero no afable. Saga ha prendido el televisor, desafiando con miedo la norma impuesta por Aspros de tomar el desayuno sin él, pero hoy era necesario disfrazar la tensión fuera como fuera. Kanon ha sido simplemente incapaz de alzar la vista hacia sus hermanos mayores, muriéndose de ganas de disculparse, pero sintiéndose incapaz de hallar las palabras a emplear para conseguirlo con decencia. Finalmente el insano silencio ha sido la única opción a la que agarrarse, esperando la llegada de la hora de marchar al colegio y así escapar del momento de afrontar su falta, al menos durante unas cuantas horas más.

Aspros ha emprendido su camino hacia el trabajo, y los pequeños han salido más pronto de lo usual hacia el instituto de secundaria, donde sus pies son más que suficientes para acercarles a sus juveniles obligaciones.

Defteros se ha quedado en casa, desempeñando las tareas necesarias que disponen a todos de ropa limpia y un cierto orden que facilita la convivencia con más o menos dignidad. Aspros no viene a comer al mediodía. Pero hoy ni siquiera se ha llevado la comida que le ayuda a llenar el estómago a lo largo de sus ocho horas de jornada laboral. Los chicos comen en el colegio y Defteros no sabe si tendrá ánimos de cocinarse nada para él. En el pequeño estudio le espera su proyecto final de carrera, pero las palabras de Kanon anoche también le hirieron a él. Antes del desgraciado accidente que todo lo cambió, Aspros había alentado a Defteros a olvidarse de su trabajo de verano para poder finalizar de una vez por todas sus estudios, pero la situación ha cambiado drásticamente, y Defteros no puede seguir permitiendo que Aspros solo saque a los cuatro adelante. No tiene un mal sueldo, pero es insuficiente. Y los chicos no deben verse afectados económicamente. Ellos dos pueden estrecharse los cinturones, privarse de sus caprichos, pero Saga y Kanon no.

Sólo le ha bastado una llamada de teléfono a sus antiguos jefes. El verano se acerca, y la apertura del bar de playa donde ha trabajado los últimos años es casi inminente. El miedo a que su puesto ya hubiera sido otorgado a otra persona estaba ahí, pero finalmente este verano el trabajo continuará siendo suyo y el proyecto final de carrera tendrá que volver a esperar unos meses más para verse finalizado.

Son pasadas las cinco de la tarde cuando Saga y Kanon llegan del instituto, y Defteros no sale del pequeño estudio dónde intenta concentrarse en lo que pronto deberá volver a olvidar. Escucha su tímido saludo, pero no responde. Él también está dolido. El trato del que anoche fue víctima Aspros le contrajo las entrañas, y descubrirle quebrado de esa manera le dolió. Aspros necesitaba liberarse de su propio dolor, pero las formas en que fue forzado a hacerlo le superó.

La tensión también sigue planeando sobre los menores, y se percibe en la falta de palabras que ambos comparten y en la extraña rapidez en que los dos se disponen a emplearse en sus deberes.

Quieren merendar, pero no hallarán nada para poder llenar sus estómagos de dulces. No hay nada apto para ello en la despensa, y las uñas de Defteros también sufren la falta de aprovisionamiento de pipas, acabadas un par de días atrás. Concienzudamente se ha cubierto la punta de todos los dedos con tiritas para evitar los efectos de su ansiedad sobre ellos, pero ha resultado ser una idea tan ridícula como inútil. Su colmillo ha conseguido traspasar la pegadiza tela y llegar a su objetivo con facilidad. No hay más...necesita pipas, y las necesita ya, pero Aspros aún tardará en llegar para poder ir a hacer la compra semanal.

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