10. Alud

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10. Alud

Es lunes por la tarde. El bus apenas hace un rato que ha dejado a Saga y Kanon a tres manzanas de su casa, y antes de ponerse con los deberes tienen que cumplir su misión de la semana: cuidarse de la ropa.

Aspros aún tardará en llegar, y en la cocina Defteros se dispone a cocinar un guiso de carne con verduras para cenar, haciendo un poco de más para que mañana su gemelo se pueda llevar un tupper al trabajo.

Kanon, como siempre se hace el remolón en el sofá comiendo para merendar un buen pedazo de pan untado con crema de avellanas. Saga normalmente le acompaña, pero hoy ha decidido no merendar. O hacerlo después. Hay que poner una lavadora, y con urgencia necesita hacerlo él.

Sigilosamente sube a su habitación y baja con algunos canzolcillos guardados en sus manos. Están sucios. Y se han ensuciado por la noche. Hace tiempo que siente cómo su cuerpo cambia y reacciona involuntariamente de unas maneras que le producen vergüenza y placer a partes iguales. Su intimidad se está transformando, y ha descubierto que tocarla le agrada, que se siente bien...sobretodo cuando estalla. Pero últimamente estalla sin que él haga nada. Lo hace sola mientras duerme, y despertarse por las mañañas con esa vicosa humedad en su entrepierna le genera una vergüenza insoportable. No quiere que Kanon lo vea, aunque desea desesperadamente saber si a su gemelo le ocurre lo mismo o si éso se debe a algún problema que deba hablar con alguien...pero ¿con quién?.

Hace días que su cabeza no cesa de dar vueltas al mismo tema, y sin hacerlo evidente, Kanon se ha convertido en punto de observación. Él también hace cosas raras...Cuando se ducha pasa el pestillo, cosa que antes no había hecho nunca. Y ahora sus duchas se están convirtiendo en legendarias...no por la limpieza que se imprime, sino por la duración que tienen. Cierto es que durante las semanas que han compartido habitación en el pequeño piso de sus hermanos mayores, Saga no ha podido evitar fijarse en el cuerpo de Kanon y en las mismas reacciones que ha vislumbrado en el propio, sobretodo al despertar, cuándo Kanon se apresuraba a bajarse la camiseta del pijama para ocultar esa inoportuna hinchazón.

Quizás debería hablarlo con él...pero Kanon nunca es una buena opción para hablar nada en serio. Teme sus reacciones, que le llame "idiota" o que se lo quite de encima riéndose de él. Saga no necesita que se rían de él...y menos de lo que su cuerpo experimenta y que es incapaz de controlar, tanto como incontrolable se ha vuelto su mente. Desde el día que Kanon sugirió que sus hermanos mayores quizás se tocaban no puede dejar de imaginarse estas enfermas escenas cada vez que sus manos deciden hacerle experimentar ese extraño placer. Todo es demasiado raro y psicodélico...pero en cierto modo pensarlo le excita. Y en sus manos ahora yacen las consecuencias de la excitación que por las noches sufre su subconsciente.

Quizás algún día hallará el valor para hablar de ésto con Defteros...Aspros le causa afrenta. Defteros parece más cercano en temas así...pero hoy no lo hará. De momento tiene bastante con apresurarse hasta el cuarto de limpieza y poner los canzoncillos al fondo del tambor, tapándolos con otra ropa que ayude a ocultar las manchas que dejan sus involuntarias poluciones nocturnas.

A lo lejos escucha la voz de Defteros instando a Kanon a olvidarse del móvil y a acompañarle en su obligación, y cuando su gemelo se presenta a sus espaldas Saga finge normalidad.

- Defteros dice que acabe yo con ésto y que tú vayas a doblar la ropa antes de ponernos con los deberes.- Kanon lo dice con expresión de hastío, pero resignado.

- Si ya casi estaba...

- Que te vayas, que ya lo termino yo. No me gusta doblar la ropa...

- ¡A mí tampoco! - se excusa Saga, temiendo que Kanon revuelva lo que ya hay dentro de la lavadora y descubra su debilidad.

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