22. Objeto de apoyo

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Era el último día de clase antes de las vacaciones de verano. Todos comenzaban a irse tras descubrir quienes suspendieron y que a pesar de ellos todos podrían asistir al campamento, después de todo los que suspendieron son los que más necesitan entrenar ¿no? Antes de marcharse a casa Kata se detuvo frente al departamento de apoyo. Dudaba en llamar a la puerta o irse pero antes de poder dar la vuelta la puerta explotó y con ella una chica pelirosa ya conocida salió despedida.

—¿Estás bien? — se acercó a ella ayudándola a levantarse.

—No te preocupes, es parte del trabajo. Ni te imaginas la cantidad de veces que ocurre. — dijo sacudiéndose el polvo. «Por esto mamá tenía prohibido hacer pruebas dentro de casa » rió internamente. Hatsume se percató de las hojas que llevaba la chica y de un salto se las arrebató de las manos. —¿Venías a por un objeto de apoyo? ¿Por qué no lo has dicho antes? — Mei la arrastró dentro y comenzó a rebuscar entre un montón de cachibaches. — No tengo nada parecido a tus bocetos pero tal vez esto te sirva. — Le dió algún tipo de objeto con un gancho. Era grande, pesado, tal vez podría usarlo pero no era lo que ella buscaba.

Se despidió de Hatsume y se dirigió a casa pero escuchó unos pasos acelerados que trataban de alcanzarla y se detuvo.

—Ya que habías venido al departamento de apoyo pensé que podríamos volver juntos a casa pero ni te has molestado en esperarme. — dijo Kenzo con un puchero.

—Perdona, tu compañera no parecía irse pronto así que creí que os quedaríais todos hasta tarde. —

—No todos estamos tan locos — ambos rieron por lo bajo. Kata no conocía mucho a Mei pero podía entender a qué se refería. —¿No encontraste lo que buscabas? parecías algo decepcionada al salir del aula.

—No es nada, sabía que era imposible encontrarlo. Pero quise intentarlo de todas formas.

—¿Puedo ver las hojas que le enseñaste a Mei? — Sacó los planos de su mochila y se los entregó. —¿De dónde has sacado estos planos? — dijo analizándolos con detenimiento.

—Son de mi madre ¿Es genial verdad? pero están incompletos y no me los aceptaron al crear mi traje. Y no hay forma de que pueda hacerlo yo. — suspiró derrotada.

—Si los ha hecho tu madre ¿Por qué no le pides que lo termine o que al menos acabe los planos?

—¡Claro! ¿Cómo no se me había ocurrido? ¿Conoces algún lugar dónde vendan Ouijas? — respondió sarcásticamente.

—Perdona... — Se instauró un silencio sepulcral entre ambos. Tras 15 minutos sin decir una palabra Kenzo trató de hablar. —Puedo preguntar cómo se lla-

—¿No es curioso que te apellides Okinawa viviendo en la prefectura de Shizuoka? — Cambió de tema Kata, no quería hablar del tema o no tenía el valor de hacerlo.

—Si quieres puedo ayudarte a hacerlo. Solo llevo un semestre así que no puedo prometerte que vaya a salir bien pero podemos intentarlo.

—No te lo he dicho para que me tengas lástima. Ya hiciste mucho el año pasado al ayudarme en el club de artes marciales.

—No te creas tan especial. Solo hacía mi trabajo de vice capitán, tú torpeza habría manchado nuestra reputación. — bromeó tratando de relajar la tensión en el ambiente y funcionó, Kata respondió con un codazo y una risa por lo bajo.

Kenzo fué a la mañana siguiente a casa de Kata.

—Y por último, el taller. Aquí es dónde hacía su magia... —dijo finalizando el mini recorrido por la casa con el taller de su madre. No era muy grande pero Kenzo analizaba cada detalle de la estancia como si de una obra de arte se tratara.

Mha - El pasar de las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora