La puerta estaba abierta, muebles tumbados y objetos por el suelo. Alguien había entrado. Temblorosa, Katana caminó por el pasillo de su casa que ahora era incapaz de reconocer. Al final de este, pudo observar unas manchas de sangre. No, eran pisadas, sin duda del intruso y la sangre... Imaginando lo peor la chica trató de correr pero sus piernas no respondian, no quería verlo, no podría soportarlo. Finalmente se decidió a entrar al salón de donde provenían las pisadas. El intruso escapó por una de las ventanas mientras Kata lo miraba, sin hacer nada. —Kata... — Una voz que, aunque ahora sonaba débil, Kata reconoció en un instante. Se giró, aún conmocionada, viendo a su madre sentada contra la pared. Estaba herida. Cubría su abdomen con su mano izquierda pero la sangre se escurría entre sus finos dedos. El rojo oscuro de esta contrastaba con el azul pálido de su cabello. Era grave, no era necesario ser médico para intuirlo. Y tanto Kata como su madre lo sabían. Cuando al fin pudo reaccionar, rompió la falda de su uniforme para hacer presión en la herida.
—Te vas a poner bien, haz presión en la herida mientras llamo a una ambulancia — dijo Kata temblorosa buscando su móvil intentando mantener la calma, sin mucho éxito.
—Kata... — dijo su madre casi susurrando pero eso bastó para que la muchacha parara en seco. Ya no podía hacer nada, solo escuchar sus últimas palabras. Las primeras lágrimas comenzaron a caer, no quería que su madre la viera así pero ya no las podía retener.
—Te prometí que estaría allí... cuando me necesites... — hablaba con dificultad «No es culpa tuya, no es culpa tuya... » quería replicar Kata pero no la interrumpió. —Pero... siento que no va a ser posible... — dijo con un hilo de voz y la respiración entrecortada —Dile... a Aki y a tu padre que... os quiero mucho ¿Vale? — con cada palabra que salía de su boca sus fuerzas se iban desvaneciendo pero aún así levantó su mano libre y la posó en la mejilla de Kata quien la sujetó con fuerza. Hanami acarició la mejilla de su hija a modo de consuelo y le dedicó una sonrisa triste. —Tenía tantas ganas... de ver a mi niña entrar en preparatoria... quería... ver tu graduación... ver a la mujer fuerte... y valiente... que sé que serás... tienes que seguir con tus sueños... aunque yo no esté.Elipsismo: Es el término dado al sentimiento de melancolía al darse cuenta que uno no va ha vivir para ver el futuro.
—¿Cómo puedo ser una heroína si ni siquiera puedo ayudarte?
—Está bien... Katana..., tu deber nunca fue salvarme...— Pudo notar el peso de la mano de su madre, esta ya no la acariciaba y los ojos zafiro de su madre se apagaban poco a poco.
—No... ¡No, no, no! ¡No puedes irte! ¡No puedes dejarme!— sacudió a su madre mientras sus lágrimas caían sin control pero esta no dió señal alguna. No comprobó si respiraba, pero tampoco le hizo falta. Ella se había ido...
No sabía cuánto tiempo había pasado, aunque tampoco le importaba. Alguien estaba frente a ella, seguramente su padre, pero no le importó. Ni la presencia de los policías ni el murmullo de los vecinos que empezaron a asomarse logró sacarla de sus pensamientos.
—¡Todo estará bien mientras yo esté aquí!— exclamó el héroe número 1 seguido por los aplausos del público.
Por primera vez en todo el tiempo que estuvo allí notó que la tele estaba encendida «Es cierto, íbamos a sentarnos los cuatro a ver el ranking de los héroes». Levantó la vista para ver aquel héroe que tanto admiraba bajo la luz de aquellos focos que le hacían parecer un sol radiante. Pero aquella luz no la alcanzaba. Él no estaba aquí. Nada iba a estar bien. Nadie iba a salvarla de aquel abismo en el que se encontraba. ¿Cómo podía decir aquellas palabras sabiendo que había gente como ella? Gente a la que no podía alcanzar. Gente como ella que en algún momento creyó en sus palabras y esperó a que llegara.—¿Dónde estabas? — murmuró para sí misma.
—¿Kata? ¿Por qué lloras? — preguntó su hermano pequeño desde el umbral de la puerta principal. Una patrulla había ido a recogerle interrumpiendo su horario del club. Se acercó a él y lo abrazó sin decir una palabra. Este se preocupó al ver a su hermana manchada de sangre pero se limitó a corresponder su abrazo sin hacer más preguntas. Al contarle lo sucedido, con la menor cantidad de detalles posible, fue su turno de llorar pero trató de callar su llanto ocultando su rostro en el cuello de su hermana.
Pudo ver de reojo un héroe, claramente esta zona no estaba en su patrulla, Kata conocía a todos los de la zona. Era bastante alto, con aspecto cansado. Sus ojos, su pelo largo, su traje, todo era de color negro a excepción de su larga bufanda y sus gafas amarilla que le resultaron extrañamente conocidas. Cuando su hermano y ella se soltaron este fue quien la interrogó. Lo menos que Kata quería ver en ese momento, era un héroe. Aún así no tenía fuerzas para llevar la contraria por lo que le dió al héroe respuestas monosilábicas, pero respuestas en fin y al cabo.
Mientras respondía no podía evitar pensar en los héroes que en ese mismo instante celebraban sus detenciones de los últimos 6 meses. Mientras ellos sonreían al público a Kata se le venía el mundo abajo. Aquellos que tanto juraban ayudar a los débiles le habían dado la espalda y en apenas unas horas el pedestal en el que se encontraban aquellos "salvadores" se desmoronó.
« Si tan solo un héroe se hubiera molestado en aparecer...»Fago: la sensación de no poder hacer nada más por una persona que nos estremece el corazón, pero que sabemos que ya no hay solución.
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Mha - El pasar de las nubes
Fanfic"Tu deber nunca fue salvarme..." Katana Hiroko siempre ha sido una entusiasta de los héroes. Había escuchado cantidad de historias sobre el potencial de su tío, Oboro Shirakumo y por supuesto, del accidente. A pesar de no haber heredado su singular...