27. Heridas que no cicatrizan

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— ¡Ya abro yo la puerta! — dijo Akihiro levantándose del sofá. — ¡Kata, es tu profesor!

Katana fue a la entrada a recibir a su maestro. Aizawa llevaba camisa y el pelo recogido como en la entrevista. Su padre llegó unos segundos más tarde que su hija. No saludó ni hizo un gesto para dejarlo pasar, la tensión era tan palpable que casi podía cortarse.

—¿Y qué le trae por aquí? — trató de iniciar conversación Kata mientras iba a la cocina a preparar té.

—Ya os llegó un email pero los profesores hemos ido a las casas de los alumnos de todas formas para resolver posibles dudas. — «Mi padre no me avisó de ningún mail. » — No necesitas preparar té, gracias. Ya he estado en casa de varios alumnos. — Kata se sentó al lado de su padre con una mirada interrogante.

—Sí, he visto el email con vuestra propuesta de los dormitorios en la escuela. — hizo una pausa larga. — Y estoy en contra. — Kata no entendía qué ocurría ni tampoco si era obligatorio para continuar en la escuela y ese fugaz pensamiento la hizo entrar en pánico.

—Es lo que creemos más seguro para los estudiantes.

—¿Cómo quieres que os dé mi confianza después de los 2 incidentes? — dijo el padre con el ceño ligeramente fruncido. 

—La seguridad ha sido reforzada y mientras los alumnos se mantengan dentro de las instalaciones los profesores podremos actuar en caso de otro ataque. — dijo de un tono puramente informativo.

—¿No estaban dentro de las instalaciones en USJ o bajo cuidado de 6 héroes profesionales en el campamento? ¿Puedo confiar en que protejas a mi hija? — el progenitor parecía alterado y Kata no sabía como reaccionar, aunque siempre había cuidado de ella nunca había sido tan sobreprotector.

—Como héroe y profesor, mi trabajo es proteger a mis alumnos.

—¿Igual que a Oboro verdad, Shota?

—¿Qué tiene que ver esto con el tío Oboro? — Kata estaba atónita, esto ya no era sobre U.A. o su seguridad, era algo personal.

—Shota, has estado en mi casa 3 veces. La primera fué por la muerte de Oboro, luego por la muerte de mi mujer y ahora es para decirme que quieres que deje a mi hija bajo cuidados de una escuela en la que ya ha estado a punto de morir 2 veces ¿De verdad puedes prometer algo así? — Aquella discusión había escalado rápidamente y Aizawa ya no parecía impasible ante las acusaciones. Parecía afectado, ni siquiera era capaz de mantener la mirada. —Ya no puedo confiarle mi hija a U.A.

—¿Piensas desapuntarme? — preguntó Kata y su mirada seria le confirmaba su mayor temor. — ¡No puedes hacer eso!

—Pues dime qué más puedo hacer. No puedo simplemente decir que sí y esperar que la próxima vez que él cruce esa puerta sea para decirme que eres tú la que ha muerto.

—No estoy en posición de pedirle que confíe en mí, ni en la escuela, — Aizawa se había arrodillado en el suelo — pero mientras esté bajo mi cuidado prometo asegurarme de protegerla. 

—Levántate, ya no tienes nada que hacer aquí.

Una vez a solas Kata observó a su padre con los ojos cristalizados y se marchó a su habitación sin decir nada. Eiji Hiroko se dejó caer en un sillón, no le agradaban los héroes, no era ningún misterio y mucho menos si ponía en riesgo la vida de su hija pero no por ello era insensible ante lo que ella sentía.

— Kata ha trabajado mucho para llegar hasta ahí. — dijo Akihiro sorprendiendo al adulto.

— Estoy tratando de protegerla.

—Desde... lo de mamá. Kata ya no sale al salón a menos que sea imprescindible, deja las llaves en la cerradura por dentro por si intentan forzarla y se levanta por las noches a verificar que todo siga en orden. ¿Crees que aquí se siente segura?

—Esto es más complicado de lo que crees.

—Solo sé que Kata es más feliz allí. Volvía a salir de casa, incluso trajo un amigo. Estaban haciendo uno de los inventos de mamá, creo que para su traje. Había vuelto a ser Kata... — Luego se marchó.

•••

—Kata... — llamó a la puerta su padre.

—¿Por qué odias a los héroes? —dijo abriendo la puerta. El padre se sentó en la cama de la chica y ella hizo lo mismo.

—Los héroes mueren para salvar vidas y aún así hay gente que no pueden salvar. No quiero ver a mi hija morir por nada.

—Nadie puede salvar a todo el mundo pero eso no significa que sea en vano.

—Lo sé, en el fondo lo sé pero.... no puedo evitar preocuparme. Cuando fui al festival sabía que debía quedarme y apoyarte pero cuando vi que la batalla ya estaba perdida solo pude pensar ¿Y si no fuera un festival, y si de verdad intentarán matarte como en USJ? Ya lo has visto, incluso All Might puede ser vencido, allí fuera hay mucha gente más fuerte que tú, gente que puede matarte... Kata... tengo mucho miedo de que tú también te vayas...

—Lo sé... y la verdad es que yo también he pasado miedo, muchas veces he querido salir corriendo. Y se que no es algo fácil pero te pido que confíes en que puedo salvar a gente y puedo salvarme a mí. Papá..., necesito que confíes en mí más de lo que creo yo en mi misma, como hacía mamá... Necesito que me dejes seguir el camino que he escogido.

—¿Me llamarás todos los días?

—¿Eso significa...? — El adulto esbozó una sonrisa —Gracias, gracias, gracias! — Kata saltó a sus brazos tumbándolo en la cama.

—Deberías empezar a recoger, hay mucho que envolver.

•••

—No sé de qué me hablas.

—Gracias enano.

•••

En el taller había una carta junto al brazalete de apoyo en el que Kenzo y ella habían estado trabajando.

"Se me ocurrió como podía solucionar los problemas que encontramos así que me pasé el otro día a acabarlo (tu hermano me abrió la puerta) preferí dejarte una carta por si te enviaba un mensaje demasiado pronto y arruinaba la sorpresa. Aún hay que hacerle pruebas y pedir que lo aprueben para añadirlo a tu traje pero en unas semanas ya podrás usarlo. "

— Kenzo

—Idiota... — susurró Kata con una discreta sonrisa escondida bajo la hoja.

Omotenashi (Japonés): La belleza de servir a los demás

Mha - El pasar de las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora