70. El pasar de las nubes

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雲隠れ (Kumogakure): Esconderse y desaparecer. Literalmente significa "esconderse entre las nubes".

Katana estaba en la azotea del edificio principal, apoyada en la barandilla. Viendo las nubes pasar, viéndolas irse a lugares en los que su vista ya no llegaba. Kenzo se apoyó a su lado. Observaba aquel infinito horizonte en el reflejo de los ojos celestes de la chica. Parecían ausentes, sin la nostalgia cuando recordaba a su madre ni esa alegría infantil que a veces tenía cuando volvían de entrenar o tras el exámen de admisión, como una niña buscando formas entre todo aquel algodón.

Kata notó su mirada fijada en ella y sin devolverle la mirada dijo. — No te metas en mi cabeza, no es un lugar para ti.

—¿Por qué has querido venir aquí?

—Me gusta este sitio, lejos del caos de allí abajo. Desde aquí, viendo las nubes irse... Parece que hasta la peor de las tormentas en algún momento llega a su fin. Aunque a veces cometo el error de creermelo. Creo que de verdad puedo salvarme, reconstruir mi vida.... Aunque solo sea un poco.

—¿Y qué tiene de malo? No puedes salvarte igual que no puedes salvar Japón si no tienes esperanza en que es posible ¿Verdad?

—Ya tenemos el plan para derrotar a Shigaraki. Mañana nos vamos de U.A. para prepararnos para la última batalla. — Okinawa no sabía que decir, — La tormenta acabará, lo sé... Pero tal vez ella acabe conmigo primero. Por eso... — empezó la frase dirigiendo su mirada al chico, los ojos empapados. — No quiero que hagas lo que hiciste en la última batalla.

—¿Darte un abrazo?

—Preocuparte por mí. — Dejó de apoyarse en la barandilla para girarse completamente hacia él. —Deja de hacerlo, deja de mirarme así, como si te importara. — dijo, con la voz quebrada.

—Es que me importas. ¿Tan difícil es de creer?— dijo como si fuera tan natural como el azul del cielo, como si el hecho de ponerlo en duda fuera el peor de los pecados.

—¡Pues deja de hacerlo! —gritó con los ojos empapados.

—No puedo... — dijo sin percatarse de que él también empezaba a romperse. —No puedo elegir eso y aunque pudiera. No lo haría. No quiero. —dijo, ahora más calmado. —No puedo hacer como si nunca hubieras estado porque mi vida no habría sido la misma. Y lo peor es que ni siquiera te has dado cuenta. Sé que para ti soy el vice capitán del club de artes marciales, pero para mi eras mucho más. — Empezó a sonreír entre las lágrimas. recordando viejos tiempos. —Eras la niña que se pasó media primaria castigada por intentar practicar con su quirk. Eras la niña con la mochila repleta de tiritas de superhéroes por si alguien se hacía daño. Eras la niña que gritaba sus sueños a pesar de las burlas y con el tiempo la gente empezó a seguirte. Eras la enana que llegó y se apuntó con sus amigos al club a principios de escuela media queriendo desafiar a los que entrenamos toda primaria como si encima no fueras la única que no había pegado el estirón. Ninguna clase ha sido igual desde que te apagaste y tu hablas como si no fueras esa niña que cambió mi vida. No puedo olvidarte porque sin ella y su ambición sin límites tal vez ni me habría atrevido a intentar entrar en U.A. Así que no, no te dejo que me la quites.

Dejar huella para después desaparecer... La maldición de los Shirakumo

—Entonces... Si no vuelvo. —dijo secando las lágrimas del chico con su pulgar. —Quiero que me recuerdes. Me basta con que tú me recuerdes. Que recuerdes esa niña que yo fui la primera en olvidar. Quiero que recuerdes que estuvimos los dos aquí, en esta azotea. —Su expresión volvió a entristecerse. —No quiero que todo lo que quede de mí sean rumores de instituto y prensa sensacionalista. No quiero ser ni la hija ni la sobrina de nadie, quiero que me recuerdes a mi, a Kata... ¿Harías eso por mí? ¿Me record-

Katana, podría olvidar mi nombre y seguir sonriendo al escuchar el tuyo. — interrumpió aprisionándola entre sus brazos. —Tienes que volver, el mundo te necesitará aún cuando todo haya acabado. Tus abuelos te necesitarán. Akihiro te necesitará. Yo te necesitaré.

Forelsket (Noruego) Esta prefiero que la busquéis vosotros

—Vuelve a esta azotea, conmigo. A ver el pasar de las nubes.

Mha - El pasar de las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora