47. Sueños y miedos

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Tengo 2 posibilidades para el padre de Kata o más bien su relación y aunque no me lee ni Dios si alguien lee esto y responde será decisión suya (aún quedan unos cuantos episodios antes de ese episodio):

- se redime pero es demasiado tarde y Kata ya no quiere saber nada

- se redime y Kata considera perdonarle (esto no quiere decir que se olvide todo y vivan felices para siempre).

Ya más a largo plazo podéis dejarme cosas que queráis ver: el pasado de Kata, sus antiguos compañeros, Kenzo (en un principio era de relleno pero ahora me he encariñado) o cualquier idea que se os ocurra.

•••

Tras cenar y recibir varias burlas por acostarse incluso antes que Bakugo, cayó inconsciente nada más sentir la almohada en su piel.

•••

Estaba junto a dos chicos que no reconocía entre escombros y el robot de 0 puntos. El robot hizo colapsar un edificio que tardaría segundos en enterrarlos. Cuando parecía que su cuerpo no le respondía, sus manos hicieron unas señas. Los tres chicos desaparecieron de la zona del derrumbe llevados por tres sombras semejantes a un pájaro que Kata hizo desaparecer en cuanto estuvieron a salvo. ¿El examen de admisión? El pitido les hizo saber que la prueba había acabado haciendo que Kata se dejara caer sobre los escombros. Con la adrenalina por las nubes a Kata se le escapó una sonrisa de oreja a oreja. Se quedó estirada un rato más mirando al cielo. «¡Mamá, tío Oboro, lo logré! »

Así empezó mi historia...

Deja vu: la sensación de haber estado en algún lugar antes o repitiendo un acontecimiento.

De pronto estaba en casa con un sobre en la mano, era su carta de admisión pero esta vez no la miró a solas en su habitación sino que avisó que la carta había llegado. Su padre y su hermano bajaron las escaleras de par en par y una puerta se abrió... la puerta del taller, mostrando la figura de su madre manchada de aceite.

—¿A qué esperas? — la apresuró al ver como quedó petrificada.

Encendieron el holograma y apareció la figura de All Might haciendo que el hijo pequeño de la familia gritara de entusiasmo a lo que el resto lo mandó a callar. 76 puntos, 46 por derrotar villanos y 30 de rescate, era la segunda con la puntuación más alta. Enseguida fue acogida en brazos por su familia y por un segundo creyó sentir la calidez en su piel... Aquella calidez tan extrañada... Su visión empezó a oscurecerse hasta no poder ver nada. Cuando recuperó la visión tenía una sombra en forma de barra en las manos. De pronto una barra de metal estaba bajo sus narices.

—Voy a tener que decirle a Shota que sea más duro. — dijo su tío.

—¿Estás loco? Si haces eso nos tirará un edificio encima. — dijo estirándose en la hierba extrañamente casual.

—Bueno, todo héroe que se aprecie debe pasar por eso una vez. —Imitó su acción pero encima de su nube.

—Estás mal de la cabeza. — «y yo estoy hablando con alguien que ya está muerto. » — Oye... siempre he querido preguntarte esto ¿Cómo se siente volar hasta las nubes? ¿Cómo es el mundo desde ahí arriba?

—¿Por qué no lo compruebas tú misma? Tú también puedes volar con tus sombras.

—Tu lo has dicho, son sombras.

—Hasta donde yo sé un par de kilómetros no son nada entre los miles de millones que nos separan del Sol. ¿Qué te lo impide?

—No sé ¿el sentido común?

—Nadie que haya hecho algo que valga la pena tiene de eso.

—Lo dicho, estás mal de la cabeza.

—Tal vez, pero no seré yo quien se quede encadenado al suelo. —y con esas palabras alzó el vuelo. —Si quieres llegar alto no puedes tenerle miedo a las alturas.

"Non est ad astra mollis e terris via": No hay una forma fácil de ir desde la Tierra a las estrellas

—¡Espérame! — gritó para luego volar detrás de él. Al alcanzarlo vio cómo la miraba divertido y empezó a revolotear alrededor suyo.

—Lo sabía... Harás grandes cosas por este mundo

•••

El cielo azul encima de ella ya no era más que el techo de su habitación y su mano extendida que trataba de alcanzar las nubes ahora estaba camuflada con el resto de la oscuridad de la estancia. Se quedó varios segundos estirada tratando de recordar aquel sueño que por momentos se desvanecía.

jay-e shoma khalist (persa): tu lugar está vacío

Eran las 5 y media de la mañana cuando salió de su habitación. Las noches aún eran largas por lo que el sol ni siquiera estaba cerca de asomarse todavía. Al bajar al primer piso para dirigirse a la sala común se percató que las luces estaban encendidas y un escalofrío recorrió su espalda. «Aquí viven otras 20 personas, tal vez alguien más se ha despertado...» trató de convencerse sin poder evitar el malestar mientras proseguía su ruta. Pronto, sus miedos se disiparon al ver una cabellera celeste.

—¿Eri? ¿Qué haces aquí?

Katana se sobresaltó al escuchar otra voz responder. — Eri-chan no podía dormir así que pensé que un vaso de leche caliente ayudaría.

—¿Mirio? ¿No deberías estar en el edificio 3ºA?

—Ya... Aizawa-sensei me pidió que cuidara de Eri mientras os da clase como de costumbre pero luego me pidió que me quedara más tiempo y luego le ví cansado y decidí acostar yo a Eri pero me quedé dormido mientras leíamos La Sirenita.

—¿Está cansado por mi culpa? — preguntó Eri con un hilo de voz.

—¡Claro que no! Tal vez... también tenga problemas para dormir. — dijo el problema para dormir.

—Entonces deberíamos darle un vaso de leche también.

•••

Ya con Eri en la cama apagó la luz y unos instantes más tarde se escuchó un gritito ahogado y el ruido de unas sábanas por lo que volvió a encender la luz y la encontró escondida bajo ellas.

—¿Te da miedo la oscuridad? — dijo sentándose junto a la niña que asintió avergonzada — ¿Me guardas un secreto? — La niña volvió a asentir — Cuando tenía tu edad también me daba miedo la oscuridad.

—¿Y cómo lo superaste?

—¿Sabes cual es mi quirk?

—Haces... ¿trucos de magia?

—En realidad controlo las sombras y ¿sabes qué? resulta que son muy amigables. — dijo mientras cubría una lámpara con una sábana sobrante mientras apagaba la luz del techo para crear una luz tenue.

Le enseñó distintas formas de animales para hacer sombras chinas que luego ella daba vida. Un par de pajaritos, tres conejitos y un michi revoloteaban por la habitación. Por suerte una vez pasado el miedo el cansancio no tardó en volver.

—Parece que alguien tiene sueño. — La niña asintió así que la arropó y antes de irse preguntó. —¿Quieres que deje la luz encendida?

— No, a mis amigos no les gusta la luz.

•••

*Aizawa esa mañana entró a clase con el vaso de leche "caliente" de Eri

Mha - El pasar de las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora