53. Arresto

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—Katana ¿Dónde vas? Estamos todos con los chicos. — preguntó su compañero pelirrojo viendo a la chica bajar las escaleras del hospital sin despedirse de nadie.

—Tengo algo que hacer. — contestó sin dejar de correr, ni siquiera ralentizó el paso hasta que las palabras de su amigo la frenaron en seco.

—¿Ni siquiera tienes tiempo de ver a tus compañeros?

—Cuídalos. Se que están en buenas manos. — y sin dudar desertó el hospital, sobrevoló la horda de periodistas y se encontraba perdida en sus recuerdos en busca de cualquier indicio de donde podría estar su padre. Recorría las calles fantasmales pero mientras su vista le mostraba aceras solitarias podía sentir decenas de miradas que la acechaban. No eran amenazantes o al menos no creyó que se tratara de los prisioneros liberados pero el implacable silencio de aquella ciudad moribunda no la dejaba indiferente.

Y finalmente llegó a las puertas del único lugar donde podía estar el hombre que le dio la vida, junto a la mujer que ni siquiera la muerte fue capaz de impedirle amar. Dos almas en pena incapaces de reencontrarse fuera de sus sueños y delirios. Deambulando por el ya conocido sendero de tumbas y mausoleos, Katana quedó a pocos pasos de la sombra de lo que alguna vez fue su padre.

—¿Cuándo empezaste a dudar en acercarte a tu viejo? — dijo tomando un trago de una botella cercana.

—Dicen que ayudaste con armas, que se las diste a la liberación y empezaste a vender a civiles de contrabando. Pero no es cierto ¿Verdad? Dime que es algún tipo de malentendido.

—¿No empiezas a estar harta de las mentiras? — dijo entre ausente y exhausto. Mientras, Kata mordía el interior de su labio tratando de contener la rabia y el llanto. — No solo di armas, ayude a crear a Detnerat, le di las herramientas para prosperar en este negocio, incluso le di las creaciones de tu madre. La influencia y el poder que tiene Redestro son en gran parte culpa mía.

—¿Por qué no has huído?

—¿A dónde? ¿A quién? No puedo simplemente huir y olvidar mi pasado, si pudiera hacerlo no habríamos acabado así. ¿Y para qué? — Kata se sentó al lado de su padre con el corazón en un puño —Todos por los que merece la pena seguir están del bando de los héroes, donde deben estar, donde debí estar desde el principio. A eso nos dedicábamos tu madre y yo, a apoyar a los héroes...

Halcyon: un periodo de tiempo que fue idílico.

—Si estabas harto de todo esto debiste llamarme, te habría ayudado.

—Por eso no lo hice.

—La policía te busca.

—Lo sé, yo les di mi nombre. Eso es a lo que has venido ¿no? Espósame o me entregaré yo.

—Yo no... no quiero hacerlo. — dijo abrazando sus rodillas. —Debería estar cabreada contigo... Joder vine pensando en darte un puñetazo.

—Y habrías tenido todo el derecho a hacerlo.— a lo que Katana soltó una leve risa—Había olvidado como sonaba tu risa.

—No quiero que te vayas. No quiero volver a estar sola...

—Sabes que no merezco tu compasión. —Quitó un mechón de su cabello para secar las lágrimas con su pulgar.

—Tampoco merecías todo lo que sufriste. Los abuelos y... mamá. Es tan injusto...

—Al menos en la cárcel no podré volver a decepcionarte. — Se levanta y tiende la mano izquierda para que ella haga lo mismo. —Creo que es hora de despedirse. — insinuó acercando las muñecas pero Kata optó por un último abrazo.

—Pórtate bien para que puedas volver pronto.

—Cuídate, el mundo te necesita y para vosotros, la batalla no ha hecho más que empezar. —El abrazó finalizó en un ambiente tenso y aún con dudas Kata finalmente puso las esposas.

zugzwang (término alemán usado en ajedrez): una situación en la que cualquier decisión es mala o puede resultar en pérdidas

—Eiji Hiroko, estás... Estás detenido por contrabando de armas y ser cómplice de una banda terrorista. Tienes... derecho a permanecer en silencio.

Entre las rejas de la puerta de entrada ya se percibían luces azules y vehículos blancos.

—Eiji Hiroko, estás detenido por tráfico de armas y terrorismo.

Kata no pudo hacer más que ver como un coche de policía se llevaba a su padre.

—Me estabais siguiendo.

—Has tardado poco en encontrar al padre del que no sabías nada.

—Era esto o un bar pero es mediodía.

—Sube al coche.

—Supongo que no me vas a llevar a U.A.

—Katana Hiroko, eres sospechosa de robar y difundir información confidencial. No me hagas esposarte y sube al vehículo.

Mha - El pasar de las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora