51. Toda la sangre derramada

6 2 0
                                    

Las nubes dejaron pasar los rayos de sol, calentando su piel. Avanzaban hacia un horizonte que ella no podía ver y poco a poco el sueño se apoderaba de nuevo de ella. ¿Por qué estaba allí? Todos los recuerdos de aquel día, de aquellas horas volvían a su mente, aquel monstruo que se dirigía a la retaguardia y de pronto el agradable silencio en el que descansaba la aterraba. Se giró hacia su lado derecho y trató de levantar su cuerpo del suelo ahogando su dolor cuando la piel quemaba se despegaba del suelo. Comprobó que no hubiera peligro pero no vio a nadie cerca suyo, al menos vivo. Una herida profunda en su pierna había dejado un rastro de sangre preocupante. La vendó como pudo con el brazo disponible pero sin poder presionar la herida, no detendrá el sangrado.

Trató de contactar con la central con su audífono pero no parecía funcionar, el calor o la caída debieron dejarlo inutilizable. Se levantó como pudo con una barra que encontró en el suelo y empezó la búsqueda de supervivientes o de alguna forma de contactar con el resto. Conforme rodeaba la mansión encontraba más y más cuerpos en el suelo que yacían inertes, sin pulso. Aliados, enemigos, qué más dará... invocó a 5 lobos que usaban su olfato para encontrar supervivientes.

—Vas a estar bien, aguanta un poco, estoy seguro que pronto llegarán refuerzos... — escuchó Kata a lo lejos pero la respuesta fue inaudible. Había dos héroes heridos, uno de ellos tenía un objeto clavado en el abdomen.

—Hay que inmovilizar la barra de metal. — el héroe quedó consternado por la aparición repentina de la chica. — No tenemos mucho tiempo, — dijo dándole una venda y ayudando al herido a incorporarse mínimamente — haz un vendaje normal pero cuando llegas al objeto debes rodearlo para fijarlo y que no se salga o empeore la herida.

Le indicó que lo llevara de inmediato a la retaguardia mientras ella buscaba a más gente. Tras dar toda la vuelta se habían encontrado 15 héroes de los cuales solo 3 podrían caminar hasta una zona segura. Habían preparado una zona de "primeros auxilios" totalmente improvisada tratando heridas con el par de vendas que Umbra llevaba encima y capas de héroes caídos. Había varios gravemente heridos, debían volver a la retaguardia si es que quedaba algo a donde volver.

—¿Cómo piensas llevarlos a la zona de rescate así? Sólo somos 4 los que se aguantan de pie si es que tu cuentas como una. — recriminó uno de los héroes.

Dando vueltas buscando una solución entre los escombros un objeto rojo con bordes oscuros llamó su atención, una pluma de Hawks chamuscada. «Un don que permite salvar a todos» —Entonces contaré como 12.

De los escombros empezaron aparecer aves completamente negras hasta el punto de perder cualquier sensación de volumen. Recogían a los inconscientes o incapaces de caminar y Kata ordenó al resto que la siguieran.

Avanzaban lentamente por la exhaustación pero al menos el sendero de destrucción de Gigantomaquia había despejado el camino. Cada pocos metros encontraban a alguien, a veces incluso seguían con vida y los llevaban consigo. La nariz de Kata empezó a sangrar como primera señal de su límite pero siguió adelante. Ese mismo camino que había recorrido hacía una hora con sus compañeros ahora se hacía eterno. Los héroes "ilesos" se miraban entre sí, dudando en si detener a la estudiante que empezaba a tambalearse pero no tenían mejores opciones.

Entraron a una parte del bosque que había sido quemada cuando Kata ya apenas avanzaba y sus aves volaban a ras de suelo. A cada paso sentía palpitar su pierna. A cada paso su visión se volvía más borrosa. Cada paso era un martillazo en su cráneo esperando el momento en que se rompería. Cada vez que tomaba aire sentía un dolor punzante en el costado. Pero siguió la ruta hasta que una piedra la hizo tropezar cayendo de rodillas al suelo y todos los que llevaba cayeron con ella. La sangre ya no solo brotaba de sus nariz sino que empezó a toser incontrolablemente hasta creer que se ahogaría con ella. Tras unos segundos que le parecieron eternos por el horripilante dolor de los espasmos dejó de toser y pudo distinguir las voces que la rodeaban.

—Vas a acabar matándote, déjalo ya.

—Entre nosotros podemos llevarlos en varios viajes, no debemos estar muy lejos ya.

Pero solo una voz llamó su atención.

Por Dios... Midnight...

—¿A dónde vas?

—Mi-Midnight-sensei... — susurró mientras se arrastraba hasta la figura borrosa de su profesora. Trató de reanimarla a pesar de saber que era demasiado tarde, a pesar de ver las heridas, las quemaduras y sus ojos sin brillo. Ya no había esperanza para ella. Trataba de reanimar a alguien que llevaba demasiado tiempo sin vida con fuerzas que ya no disponía.

—Ya no hay nada que hacer. — un héroe trató de apartarla de la heroína.

—¡Suéltame! No puede irse... Yo... Yo dejé que Dabi escapara. Y ahora ella... — De pronto todos los cuerpos sin vida que miraba con indiferencia empezó a verlos como lo que eran, cadáveres, muertos, seres queridos que no volverán a casa y su tristeza se convirtió en impotencia, y su impotencia en frustración y su frustración en rabia. Y dirán que la ira corroe el alma pero al menos te levanta una vez más. Y eso era lo que necesitaba ahora, levantarse una vez más.

¿Y ahora qué hacemos? No podemos pedirle más a la niña— empezaron a discutir los héroes profesionales entre ellos.

Uno de nosotros puede quedarse con los heridos mientras el resto va a por ayuda.

—Esa cosa ha arrasado con el bosque solo caminando ¿Crees que queda algo de las cabañas de rescate?

Gaman – Japonés: La determinación para afrontar los obstáculos en la vida, de persistir en el intento con paciencia y dignidad, aún frente a aquellos desafíos que parecen insuperables.

—Los llevaré, yo los llevaré. — una afirmación de la estudiante poco creíble dado que apoyaba todo su peso contra un árbol para mantenerse de pie. «No puedo dejar que acabe así... Sin nada. Siendo nada. Debo acabar lo que empecé, no hay otra forma. » pensaba en un monólogo interno que no era capaz de exteriorizar por su dificultad a incluso respirar hasta que al final pudo articular una frase. —No dejaré que muera nadie más. — con esas palabras las aves reaparecieron recuperando a todos los héroes incluyendo a la profesora de historia del arte y aquellos que hasta ahora iban de pie. Estás surfeaban entre los árboles con una velocidad similar a la que acostumbraban.

 Unos escasos minutos más tarde se pudo distinguir un gran grupo de gente que reconoció como sus compañeros y alumnos de la clase B. Adelantó a los más gravemente heridos mientras que a ella y al resto los dejó caer aún a bastantes metros de distancia. Dos personas corrieron a su encuentro, no distinguía sus facciones con claridad pero el rosa y turquesa de una y el llamativo cabello carmesí del otro hacía evidente sus identidades. Sus voces, lejanas y difusas para la cercanía a la que ya se encontraban denotaban una clara preocupación pero Kata solo pudo sonreír débilmente sabiendo que al menos esos dos seguían con vida. Sus sentidos acabaron de apagarse hasta que solo pudo sentir su cuerpo flaquear hasta caerse pero sin nunca llegar a tocar el suelo.

Mha - El pasar de las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora