Mala idea

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Al día siguiente, Kion se había despertado temprano, algo de las ocho de la mañana.

Se había quedado pensando en la historia de Murdoc. ¿Cómo podía ser que todos lo quisieran siendo una persona tan detestable?

Se vistió rápidamente y bajo a la cocina a desayunar. Hizo una mueca de disgusto, no podía aguantar mucho más viviendo en ese nido de ratas.

Tomó algunos artículos de limpieza y comenzó a ordenar todo. Guardó varias cosas en los estantes, y otra gran cantidad la tiró en una gran bolsa negra.

Una vez finalizó limpió todo. Miró el reloj de la cocina y éste ya marcaban las diez, pero aún nadie despertaba. Se preparó un desayuno ligero, y se lo llevó consigo al sótano dónde comenzaría a trabajar.

Allí abajo se colocó su bata de laboratorio, unos guantes y saco las muestras que había tomado el día anterior de Murdoc. Recordó su malhumor porque no había podido comer pizza, ni beber... Se había ido a acostar "temprano" con un humor insufrible.

Y como si lo hubiera llamado con la mente, éste bajó las escaleras en silencio entrando en el laboratorio.

– Buenos días. – acotó Kion mientras finalizaba su taza de té con leche, y la dejaba a un lado.

Murdoc solo gruñó de malhumor y se sentó en una silla. Tenía aspecto cansado y sus ojeras estaban peor que de costumbre.

– ¿Has dormido bien? – preguntó amable.

El alzó la cabeza mirándola incrédulo.

– ¿Te estás burlando de mí? – preguntó con la voz ronca y amargada.

– No, pregunto en serio.

– Anoche fueron por pizza y no me dejaron probar ni un bocado. ¡¿Cómo quieres que este?! – exclamó y luego siguió murmurando por lo bajo.

Kion rodó sus ojos y tomó sus materiales.

– Necesito que descubras tu brazo. – le indico con una banda de goma en su mano.

– Oh... Ya entiendo de qué va ésto. ¿Vas a drogarme con heroína verdad? Puedo hacerlo solo, tengo experiencia en ésto... – respondió abriendo más sus ojos rápidamente, y descubrió su brazo.

– No imbécil, no voy a drogarte. Voy a tomar una muestra de tu sangre. – explicó mientras colocaba la goma por encima de su codo.

– Eso apesta... Me esperaba algo más divertido. ¿Cuando empiezan los cambios? Aún no me siento diferente.

– Ni siquiera comencé con el procedimiento. – frunció el ceño. – Ahora, haz un puño con la mano y cállate.

Él le hizo caso por primera vez, y Kion tuvo que aguantar la risa. Tomó una rápida muestra de sangre en dos diferentes tubos, y quitó la banda de goma.

– Listo.

– ¿Eso es todo? Ha sido veloz

– ¿Verdad que sí? Y tú te quejas por nada. – nego con la cabeza, mientras tomaba todas las muestras y las llevaba a otra mesada diferente. – Ya puedes irte.

– ¿Ya puedo comer? – preguntó con emoción.

– Si, ya puedes comer. – rió dándole la espalda, mientras acomodaba sus cosas.

Escuchó una expresión de festejo, y salió corriendo de allí rápidamente, dejándola sola una vez más. Luego de unos minutos de comenzar a trabajar, oyó un grito que provenía de la cocina.

– ¡KION! ¡¿QUÉ DIABLOS HAS HECHO?! OH SATÁN. – Murdoc gritó.

Segundos después estaba allí en el sótano una vez más, dando pasos fuertes.

– ¿Qué? – preguntó ella como si nada, volteando de lo que estaba haciendo.

– ¿Qué rayos le ha pasado a la cocina? – preguntó tan enojado como un ogro.

– ¿Sabes, Murdoc? A veces la gente limpia. – le sonrió irónica.

– ¿Por qué has hecho eso? Nadie te pidió que limpies. Todos estamos perfectos con la cocina luciendo como una mierda. Nos entendemos en el desorden.

– Solo ordené un poco y ya, no sé por qué haces tanto escándalo. Por lo general la gente agradece cuando alguien les hace ese favor.

– Pues no es un favor que alguien te haya pedido.

– ¡Yo no viviré en una casa que luce como un desastre! Mínimo podrías respetarme en eso también. – lo enfrentó, cruzándose de brazos.

– Pues a mi no me molesta... – Oyeron la voz de 2-D asomado en las escaleras, y voltearon a verlo.

– ¿Y tú qué estás haciendo ahí, imbécil? – lo regañó el azabache.

– Acabo de despertar por tus gritos, y no creo que sea para tanto... – acotó mientras bostezaba, cansado. – Buenos días Kion.

– Hola Stu... – respondió algo desganada por la actitud de Murdoc.

– Bien, vamos... Te prepararé algo de comer. – lo ánimo al pelinegro.

– No, no voy a entrar en esa cocina hasta que no esté como estaba antes. – se negó cruzándose de brazos.

– ¿Podrías dejar de ser tan escandaloso? No comes desde ayer... Tienes que comer algo. – le insistió 2-D.

– Bien, pero que sea la última vez. ¿Oíste Kion? – la miró señalandola enfadado. Ésta rodó sus ojos.

– Si Murdoc, te oí. – le respondió sin más y volvió a lo que estaba haciendo.

– ¿Quieres que te traiga algo, Kion?

– No gracias, ya desayuné. – le sonrió rápidamente y el par desapareció de allí, subiendo las escaleras.

✧✧✧

Cuando llegó la hora de almorzar, Kion se dió una rápida ducha en su baño privado ya que el general de la planta baja era un asco y bajó a la cocina.

– Hola Noodz. – sonrió saludando a la japonesa.

– Hola Kion, ¿Cómo va todo? Oi que ya comenzaste con el trabajo...

– Bueno, estoy en eso. – sonrió sentándose a su lado en la mesa.

– 2-D me contó el incidente de ésta mañana... Gracias por limpiar la cocina, te lo vamos a compensar.

– Si, creo que será la última vez que lo haga. – hizo una mueca mientras se servía un poco de comida en su plato.

Murdoc la miró desde la punta de la mesa molesto.

– ¿Qué? – le preguntó la rubia desafiante.

– Nada. Me alegra que lo hayas entendido. – sonrió de lado malicioso.

Stuart rodó sus ojos en su lugar, irritado por el comportamiento tan especial de su amigo y pateó su pierna bajo la mesa.

– El fin de semana hay una presentación en el Bradley's. – retomo Murdoc. – Así que hoy los quiero ensayando a fondo.

Nadie dijo nada, todos sabían lo que debían hacer.

Kion, mientras almorzaba, pensó en que aquel día le gustaría oírlos ensayar ya que no había tenido la oportunidad de escucharlos tocar en vivo, ni tocar sus instrumentos por separado.

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Capítulo extra porque ayer no pude actualizar. Gracias por leer! Lo Xx.

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