La playa de noche

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Los días pasaban con más velocidad que lo normal, y el segundo disco de Gorillaz ya estaba terminando de grabarse en el estudio de música Kong Studios.

La primera tanda de municiones se había vendido a la perfección, y el trabajo de Kion no era solamente crear más material para venderle a los clientes de Murdoc, sino que había iniciado un nuevo proyecto: Ayudar a 2-D con sus migrañas, y a Russel con Del.

Según le había explicado el moreno, adoraba a sus amigos y por ende a Del, pero tener un espíritu dentro tuyo era muy agotador. Le afectaba mucho en su día a día, y sin que él se entere quería hacer algo al respecto.

✧ ✧ ✧

Una tarde de otoño, Kion se encontraba en el patio trasero de la casa, que por algún motivo no usaban a menudo, en un merecido descanso.

Se encontraba leyendo "la caída de la casa Usher" del clásico Edgar Allan Poe, era un libro que había sacado de la biblioteca central de Londres.

– Knock Knock... – la voz de 2-D la saco de sus pensamientos y volteó.

– Hola Stu. – sonrió.

– ¿Qué haces? – preguntó el peliazul curioso, asomado desde la puerta que daba a la cocina.

– Leyendo. – alzó su libro. – ¿Y tú?

– Acabo de venir del centro comercial... Fui por unas cosas que necesitaba. – explicó mientras salía al patio a reunirse con ella, escondiendo sus manos en su espalda.

– Sé que no es un lindo día. – miró hacia el cielo nublado y desteñido. – ¿Pero te me quieres unir?

– Claro. – soltó una risita y se arrodilló a su lado en una gran manta a cuadros. – De hecho... Venía porque mientras buscaba lo que necesitaba, encontré ésto.

Sacó de su espalda una caja de obsequio con un moño azul. Kion alzó ambas cejas sorprendida.

– ¿Y eso?

– Lo ví en una tienda de antigüedades... Y sé que te gustará. Anda ábrelo.

– Stu... No necesitas comprarme nada. – rió tomando el obsequio.

Abrió la caja, y sacó lo que contenía. Era una antigua bola de cristal, de esas que traen nieve artificial dentro. Éste tenía los típicos edificios de su ciudad natal, con un gran texto en rosa fuerte que decía "Los Angeles" y una bandera estadounidense.

Sin notarlo, sus ojos se aguaron un poco cuando cientos de recuerdos pasaron por su mente. En un segundo, volvió a su pasado y olvidó por completo a Kion. Por un segundo se sintió Kira otra vez... Y comprendió, que esa pequeña yo no se había esfumado. Seguía allí dentro.

– ¿Fue... Fué un error traerte esto? – preguntó el apenado, rascando su nuca con nerviosismo.

– ¡Stu, no! ¡Para nada! – exclamó y salto a sus brazos para darle un cálido abrazo. – Es el mejor obsequio que he recibido hace tiempo... ¿Dónde lo conseguiste?

– Oh, en esa tienda de antigüedades cerca de la biblioteca. – explicó riendo en el abrazo.

Se separaron un poco y la miró. Aquel brillo en sus ojos era de sorpresa, pero notaba que en el fondo tocar el tema de su pasado la entristecía. Cómo aquellas veces que la veía con la mirada ausente, pensativa... Y aún así se veía tan hermosa.

Rhinestone Eyes | Gorillaz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora