El reencuentro

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Cubrió sus ojos del sol una vez más mientras bajaba con piernas débiles a la tierra firme.

No podía creerlo... Era él. Era Murdoc.

Y él, quien había visto un barco a lo lejos hace unos minutos y estaba pendiente de quién se acercaba a su isla no podía creer lo que estaba viendo.

– Kion... – Murmuró sorprendido acercándose poco a poco a varios metros de distancia.

Ella estaba shockeada, mirándolo sin poder decir ninguna palabra aún.

Vió que traía un sweater blanco, unos pantalones negros y un extraño sombrero de capitán de barco.
Luego sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas.Corrió hacia él mientras su corazón saltaba de alegría y su estómago se retorcía en un cosquilleo feroz.

Y él sintió lo mismo. Por primera vez, todo tuvo sentido en su vida.

Después de aquellos largos y eternos días encerrado en el medio de la nada, tan ausente, tan vacío, tanto dolor... Al verla ahí lo supo. Ella había ido por él, ella lo había ido a buscar.

Y dedujo, por su actitud al llegar a su lado mirándolo incrédula y sorprendida, que el sentimiento era mutuo. Y era real.

Se miraron en silencio, shockeados y conmocionados por el momento.

– Murdoc... – Murmuró ella, subiendo una mano hasta su mejilla, y sintió una áspera barba crecida de un par de días. Sonrió inconscientemente ante éste detalle.

– Viniste por mi... – Murmuró con los ojos aún abiertos de par en par, sin poder quitarle la mirada de encima. – ¡Viniste por mi! – repitió sin poder creerlo.

– Si... Vine por ti. – suspiró.

Él subió ambas manos a su rostro, para ver si ella era real. No vaya a ser que tantos días solo, haya perdido la cabeza y crea que Kion este allí cuando en realidad no sea cierto.

– ¿Eres... Real? – preguntó con temor.

Ella solo asintió con la cabeza, y bajó la vista a sus labios apenada. ¿Que le había hecho este lugar, que se veía tan destruido?

Pero ella ya estaba ahí, y lo ayudaría a recomponerse cueste lo que cueste.

– Si Murdoc. Soy real. – rió entre lágrimas. – Y tu eres real. Todo ésto valió la pena... ¡Estás aquí!

Ambos sentían la tensión del ambiente. La felicidad, las mariposas en el estómago, la alegria de volver a reunirse, y el secreto que el otro aún no sabía: las noches que habían pasado pensando en el otro. Las veces que se habían extrañado a horrores, y aún ninguno lo sabía.

Pero ahora lo podían ver en los ojos del otro.

Y Murdoc se atrevió finalmente a unir sus labios.
La besó con emoción y con ansiedad, y ella le correspondió de la misma manera. Cómo si hubieran deseado probar sus labios hace bastante tiempo. Y es que sin pensarlo, era cierto. Era lo que faltaba para que se den cuenta de la realidad, lo locos que estaban el uno por el otro.

Kion se abrazó de su cuello, enterrando sus dedos en su grueso cabello negro y despeinado, provocando que la gorra de capitán de barco se cayera en la arena.
Y él, abrazo a la muchachita por la cintura, atrayéndola más hacia él para que no se le escape de los brazos por nada en el mundo.

Luego de unos segundos, se separaron para tomar aire rozando sus narices conmocionados.

– ¿Q-que haces aquí? ¿Cómo me encontraste...? Oh por un demonio, no puedo creerlo. – preguntó, y luego dejo repetidos picos en sus labios mientras ella reía.

Rhinestone Eyes | Gorillaz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora