La producción

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Luego de aquella noche, Kion se sentía bastante avergonzada por haber bebido de aquella manera y por haber confesado tantas cosas a Murdoc.

Estaba ebria, pero recordaba que él no le había dado mucha información sobre su vida privada, bebiendo en cambio un shot por cada pregunta.
Sacarle información no era nada fácil, ni siquiera estando ebrio.

Sentía que después de aquel acontecimiento en el bar y en la sala de música, el ambiente cada vez que se acercaba a Murdoc era algo extraño.

Por otro lado, también había notado a Stuart un poco distante con ella. Estaba segura de que él aún seguía ofendido por haberlo abandonado el sábado en el club Lumus.

Y en efecto Stuart no sólo estaba un poco molesto por aquel acto de la pelirroja, sino que después de lo ocurrido con Murdoc intentaba evitarla lo más posible para no seguir alimentando a sus estúpidos pensamientos.

Murdoc lo había descubierto, pero no iba a confesar que Kion le parecía una muchacha hermosa en todo sentido. Se tragaría sus pensamientos.

✧ ✧ ✧

– Aquí está la primer tanda. – Kion posó sobre la mesa de la cocina la primer tanda de balas de pistola común, balas de revolver y unas dos bombas estilo granada.

– Cielos, eso ha sido rápido... ¿Ya las podemos vender? – preguntó Murdoc, examinando la munición con detenimiento.

– Por supuesto que no, aún debemos probarlas. No sabemos si funcionan.

– ¿Y qué con eso? Las vendemos más baratas y ya.

– Con más razón por eso debemos probarlas.– Explicó. – No voy a vender a mitad de precio el trabajo que me costó hacer ésto. ¿Sabes lo que nos costó?

– Costó mucho. – confesó Russel, quien la había estado ayudando más que nada en la producción de las balas rellenando moldes con acero y mandándolas a una especie de horno industrial. – Yo también quiero mi paga, que conste.

– Todos tendremos nuestra parte. – Kion miró a todos. – Pero primero, debemos probarlas... ¿Hay algún lugar donde podamos ir?

– Yo conozco un lugar. – dijo Noodle, pensativa mirando por la ventana de la cocina. – Está alejado y en la interperie, allí nadie nos oirá ni tendremos problemas con la policía.

– Bien, andando entonces. – propuso Murdoc, frotando sus manos orgulloso de aquel nuevo proyecto que hasta ahora iba viento en popa.

.

Llegaron a una especie de descampado en el medio de la nada. Estaba bastante alejado de la ciudad, y lo bastante alejado de la ruta en la que habían llegado como para que alguien los vea.

Habían algunas cubiertas viejas en el suelo, maderas y demás chatarra en forma de personas, con agujeros que daban la ilusión de que alguien más había ido allí para practicar tiro al blanco.

– ¡Estupendo! – exclamó Murdoc una vez todos bajaron del auto, cargando con las cosas dentro de dos grandes bolsos negros.

– Bien, supongo que podríamos enseñarle un poco a Kion si es que las balas funcionan. – dijo Noodle, mirando hacia el horizonte mientras cubría sus ojos del intenso sol que los acompañaba aquella tarde.

– Exacto, Kion... Tú vas a probarlas. después de todo, si llegan a explotar no pondré mi vida en riesgo. – sonrió Murdoc.

– Púdrete.– lo miró con mala cara y sacó las municiones.

Rhinestone Eyes | Gorillaz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora