Kion recibió los patines, resignada.– Bien, bien... ¿Cómo va ésto?
– Oh vamos, ¿Vas a decirme que no sabes ponerte patines? – preguntó el peliazul riendo.
– Haré mi intento.
Rió avergonzada y se colocó los patines ajustándolos a su talla que era mucho más pequeña.
Una vez estuvieron listos extendió sus manos hacia Stuart, quien ya estaba parado.– Bien, no tengas miedo. – acotó comenzando a caminar hacia atrás para que ella avance. – ¡Mira! Ya estás patinando.
– ¡Si me llego a caer eres hombre muerto Stuart!
– ¡No vas a caerte! No seas exagerada, ¡Tienes serios problemas de confianza huh!
– Bueno, no es como si hubiera tenido las mejores experiencias sabes. – acotó sarcástica. Él rió.
– En eso tienes razón, pero yo también tuve pésimas experiencias y aquí me ves.
– Eso es por todos los calmantes que te tomas. – se burló riendo.
Éste abrió sus ojos sorprendido y la soltó de golpe, en broma.
– ¡No, no no! ¡Lo siento, lo siento! – se disculpó la pelirroja riendo. – ¡Anda vamos, no me dejes sola!
– No, hasta que te disculpes.
– Lo siento, de verdad... Sabes que sólo bromeaba.
– No suena muy creíble, pero solo te tendré piedad porque pareces un pato aprendiendo a caminar.
Kion abrió su boca y comenzó a dar pasos con las piernas temblando hacia él.
Patinó un poco en un intento fallido, y Stuart estallaba de risa huyendo de ella.– ¡Ven aquí! – lo regañó molesta. – ¡Enséñame a patinar, no me dejes sola!
Stuart rió un poco más, luego recuperó el aire y una vez más tomó sus manos.
– Ya estoy aquí, ya estoy aquí.
Si me necesitas ¿Eh? – la molestó sonando coqueto.– Cállate. – se ruborizó mirando hacia otro lado. Él solo rió por lo bajo y volteó dándole la espalda.
Colocó sus manos en sus hombros para poder guiarla mejor, y Kion comenzó a patinar lentamente detrás de él.
– ¡I DON'T WANT THIS ISOLATION! – cantó a todo pulmón el peliazul, provocando que algunos miren. Kion se puso roja de la vergüenza y escondió su rostro en su espalda, mientras él comenzaba a caminar casi corriendo con ella detrás, para aumentar su velocidad.
Después de todo no había sido tan difícil, y cuando más o menos había mejorado su técnica él le enseñó algunos trucos muy simples.
– Debes hacer así. – le indico con sus manos. – Y así, para girar.
– ¿Así? – en un intento fallido quedó a la mitad del giro. Noodle que ya estaba ahí con ellos una vez más, rió a carcajadas.
– Así. Hagamos un dueto. – tomó sus manos rápidamente y la hizo girar como tres veces en su lugar.
– ¡Así, así! – las alentó 2-D aplaudiendo en su lugar.
– Cielos, esas fueron demasiadas vueltas. Creo que ya tuve suficiente por hoy.
Kion se tiró en la manta al lado de 2-D y cayó al suelo boca arriba mirando al cielo.
– Lo mismo digo, creo que ya es hora de irnos. – Noodle miró el reloj de su muñeca que era de Hello Kitty.
– ¿Podemos ir por un helado antes? Se me antojó al ver aquel niñito. – señaló a un niño equis que pasaba por ahí en patines y comiendo un helado de chocolate.
– ¿Tú quieres uno Kion? – le preguntó Noodle.
– No gracias, creo que fue suficiente por hoy. – respondió agotada desde su lugar.
– Bien, ya vengo, espérenme aquí.
Ella se fue patinando hasta el puesto de helados que quedaba a pocos metros de distancia.
2-D volteó a ver a Kion y rió.
– Los patines te han dejado destruida. – bromeó.
– ¿Verdad que sí? Ahora necesito dormir una eternidad.
– Eres como una abuela, solo trabajas y duermes. Y lees... de vez en cuando.
– Bueno, eso es bastante acertado. – lo miró. – Y observador.
2-D se ruborizó un poco y enseguida corrió la mirada hacia la multitud que aún seguía patinando.
– Bueno, vivimos juntos. No es como si no lo notara.
Se hizo un silencio de unos segundos.
– Hey, Kion... Había algo de lo que quería hablarte. – él volvió a romper el silencio.
– Claro, dime.
– Bueno, verás... Se que tú, bueno... Tu eres una científica ¿Cierto? – rascó su nuca pensativo, encontrando las palabras justas.
– Ajá...
– Y bueno yo... Yo me preguntaba, bueno... Sé que tú vas a ayudar a M-Murdoc con el tema de el color de su piel y yo... Yo quería saber...
– Stuart, ve al grano por favor.
– Bueno, es mi cabello. – la miró apenado. – Me gustaría cambiarlo.
– ¿Cambiarlo en que sentido?
– Cambiar su color.
– ¡¿Qué?! ¿Por qué? Qué tienen todos con querer cambiar absolutamente todo de ustedes. Se ven bien como están.
– No lo sé... Me gustaría ser un muchacho un poco más común. Me gustaría tenerlo de color negro.
– Escucha Stu... – Kion se incorporó sentándose a su lado. – No me parece que quieras cambiar el color de tu cabello, que por cierto es sensacional y se te ve estupendo.
Éste volteó a verla animado.
– Hablo en serio. Quitarlo sería quitar tu autenticidad... Además, sobre tinturas permanentes deberías preguntarle a Murdoc. Él hizo ésta aberración, no yo. – señaló hacia su cabeza y él rió.
– Hablando de eso, yo sé que tú no querías teñir tu cabello... Pero se te ve muy bien el color rojo. – sonrió de lado.
– Gracias... Aún lo odio. – se encogió de hombros. Él rió.
– ¿Y que más te ha pedido Murdoc que hagas?
– Me ha dicho algo sobre analizar los tipos de plásticos que hay, algo sobre Del y algo sobre una fábrica de licores. – rodó sus ojos al decir ésto último. 2-D estalló en risas.
– Volví, ese maldito niño se había devorado todo el helado de chocolate y tuvieron que ir por más. – Noodle los interrumpió volviendo con dos conos de helado, con una expresión de enojo.
– Ese Murdoc tiene las ideas más locas en su mente. – observó Stuart tomando el helado que Noodle le tendía. – Pero me sorprende que teniendo una increíble científica a su disposición, escoja cualquier tontería como una fábrica de licores que eso no tiene nada de especial.
Kion alzó sus cejas. ¿Con qué increíble Científica? Eso le había subido un poco el ego.
Pensó también en si alguien se preguntaría por su paradero, o si la policía la estaría buscando habiendo desaparecido por tantos días.
– ¿De qué hablaban? – preguntó la nipona, mientras comenzaban a caminar nuevamente hacia el auto.
– Oh, de la mente malvada de Murdoc, nada nuevo. – bromeó Kion provocando que el par ría al unísono.

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Rhinestone Eyes | Gorillaz
FanfictionDesesperado en busca de un cerebro para salvar algunos problemas de su banda Gorillaz, Murdoc Niccals pone su mira en Kira Ion, una científica investigadora recién llegada a Londres Su historia no comienza del nada bien. Aunque para su suerte, en l...