La visita inesperada

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Kion cubrió sus ojos del fuerte sol de mediodía en aquella isla.

Se encontraban en la interperie, porque Murdoc estaba probando luchar contra Cyborg Noodle.

Últimamente, la habían entrenado mucho más. Ya hasta pasaba la mayoría del tiempo con ambos. Ayudaba a Kion con la limpieza, ayudaba a grabar las partes de guitarra de las canciones, ayudaba a reparar cualquier cosa que se rompiera en la casa y mucho más.

Por suerte luego de la llamada de Stuart hace dos semanas atrás el humor de Murdoc había mejorado, pero aquel día había estado simplemente imposible

Y de vez en cuando le recordaba la "llamada de su amiguito" con irónicos comentarios.

Lo extraño, era que Stuart no había vuelto a llamar. Y cuando Kion lo llamó de vuelta, él no contestó.

Ésto la había apenado realmente, ya que creía que las cosas entre ellos habían mejorado y que podrían mantener el contacto para retomar su amistad.

"Quizá solo malienterpreté la situación, o no le agrado el hecho de que esté con Murdoc" pensó la pelirroja.

– ¡La panza no, la panza no! – gritó Murdoc, sacándola de sus pensamientos cuando Noodle lo derribó en la arena.

Ésta lo soltó bruscamente y se incorporó otra vez, en perfecto estado.

Murdoc rió ante su excelente batalla, y se incorporó poco a poco sacudiendo la arena de sus pantalones.

– Increíble, eres increíble Noodle.

– ¿Podemos hacer algo divertido? Has estado luchando con éste robot todo el día. – dijo Kion alzando la voz, algo molesta y apenada mientras se abanicaba con una gran hoja de una palmera, que había caído en el suelo minutos atrás.

– Ow... La rojita se ha enfadado. ¿Estás molesta, eh? – bromeó hablando con una voz exagerada mientras se acercaba corriendo a ella.

La tomó en brazos, cargándola y comenzó a besar su cuello haciéndole cosquillas.

– ¡Murdoc, no! ¡No estoy de humor, ya para! – se quejó al principio.

Pero era inevitable, a él le gustaba molestarla en juego. Siguió besándola y ahora comenzó a correr hasta el mar.

– ¡Para, me haces cosquillas! – soltó una risita inevitable, cambiando su expresión. – ¡No, al mar no que llevo ropa puesta! – se quejó asustada.

El hizo caso omiso a sus plegarias, y se metió sin más entre carcajadas divertidas.

Una ola los derribó cuando se adentraron a la profundidad, y cuando salieron a la superficie completamente mojados no tardaron en estallar en carcajadas.

Se pasaron un buen rato en el mar, nadando y jugueteando. Cyborg los miraba desde la orilla ya que no había recibido otra orden y sabía que si se equivocaba o comería algún error, Murdoc la apagaría.

Cuando miraron al cielo, éste comenzó a nublarse repentinamente con negras nubes.

– Mira eso, será mejor que salgamos del agua. Parece que se lloverá en cualquier momento. – dijo Murdoc mirando hacia arriba, curioso.

Kion peinó su negro y grueso cabello hacia atrás, y lo miró con ternura aún con las piernas enroscadas en su torso.

– No me importaría quedarme aquí un rato más bajo la lluvia. – alzó las cejas juguetona.

Él rió.

– ¿A caso quieres enfermarte? Además la marea se pondrá peligrosa, mejor salgamos.

A regañadientes, Kion lo acompaño saliendo del mar.
Tomaron algunas cosas y Murdoc le ordenó a Cyborg Noodle que se les adelante e ingrese a la casa mientras ellos ordenaba algunas cosas que habían quedado en la interperie, para que no se mojen con la lluvia.

Rhinestone Eyes | Gorillaz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora