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—¡No puede ser!—Frenó en seco y Rosé tragaba aire mientras sus manos se aferraban al extremo de su asiento—¿Viste eso?

—Probablemente, sea una imaginación... ¡Por qué estamos muertas!

—Chaeng, no estamos muertas—Lisa pellizcó a Rosé.

—¡¿QUÉ CARAJO TE PASA?!

—Solo confirmaba que no estábamos muertas—Le respondió.

—Ya sé que no estamos muertas.

—Es que dijiste que...

—¡Se lo que dije!—Su paciencia se agotó. Después de pasar dos semáforos rojos, casi arrollar a una masa de gente y ahora frenar en seco para que un gato de machas negras pase la calle, fue en definitiva, una serie de sucesos que la dejaron mal. Aparte de que su cabeza andaba navegando en otras preocupaciones, su estómago pinchaba de vez en cuando.

—Bien, paremos aquí—Necesitaba un respiro.

—Pero solo faltan tres minutos para llegar—Lisa señaló el gps y se orilló, miró a su amiga frotar enérgicamente su cabeza y decidió no insistir más.

Rosé bajo para tomar un respiro y vio el recuerdo en su cabeza de estas calles, sintió su pecho vibrar cuando vio el parque en su lejanía. Suspiró y sus pulmones se comprimieron al sentir el frío entrar, le estaba doliendo. No supo si fue por las imágenes en su cabeza, por la vergüenza en sus venas o por no saber cómo asimilar que no era quien fue hace tiempo, ni mucho menos haber imaginado que su vida cambiaría por completo.

—¿Estas bien?

—Necesito un descanso...

—Podemos estar aquí lo necesario, no te preocupes.

—No, necesito encontrarla. Creo que, que puedo retroceder y resolver esto con ella—Apuntó hacia su pecho, sintiendo sus ojos llorar de efusividad—, podemos hacerlo. A eso me refería.

—Claro que pueden, siempre pudieron. En la vida hubo alguien dispuesto a quedarse sabiendo lo infeliz que pudo haber terminado. Pero la vi, me sentí culpable, aún así no pude decirle que se alejara. Fuiste idiota al pensar que era lo mejor huir una vez que el mayor problema desapareció.

—La dejé por que no fui capaz de verme bien, no merece quien la traiga más problemas.

—Tienes razón—Razonó—, pero también era su decisión.

—Fue mejor así. Asimile que él está en prisión, que le hice daño y que... —Paró por un momento, saboreando las palabras correctas—me importaba tanto que me perdonara, fue lo único que me importaba. No podía creer que fuese tan perfecto, tan bonito. Creí, que no era real.

—Lo pensé también, pero la forma en la que te miraba decía otra cosa—Sonrió Lisa complacida por la charla—. Merecías que se alejara de ti, le hiciste daño.

—Yo lo sé.

—A mucha gente...

—Lo sé.

—Por su culpa—Se refirió Lisa al Masón, aparentando sus puños en la llave del auto. También se enfurecía, tanto que se culpó por muchas cosas y se sulfuraba de tan solo recordar el pasado.

—Pero ya no está aquí—Rosé revivió en sus pensamientos—. Puede que regrese, pero me voy a asegurar de estar bien para no afligirme en sus decisiones de nuevo.

—¿Y si es cambia? Tú, ¿serás capaz?

—No lo sé, no quiero pensar en él. Vamos.

—¿También estas segura de esto?

BULLIE - CHAENNIE G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora