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Dormir no era una opción, tampoco cerrar sus ojos en busca de conciliar el sueño. Había un astilla en su pecho, como un suspiro ahogado allí rehusándose a salir. Había una inmensa llama ardiendo desde dentro, nada estaba bien. En lo absoluto, nada. No había más que podía hacer más que arrepentirse, su madre la obligaba a mirarla para saber que tan bien estaba. No había más opción que relatar lo vivido, y en especial omitir lo que estaba sintiendo en esos momentos.

Un profundo miedo.

Un martirio.

No había más en su cabeza que las lágrimas resbalando por sus mejillas, ninguna estaba viviendo su mejor etapa. Esperaba sentirse aliviada después cortar una relación que en principios odió con su alma. Odiaba tanto a la persona que se refugiaba en su dolor, y pensó que la atracción era una especie de transe psicológico pero era más allá de un capricho; más allá de enamorarse de quien la lastimó. Quiso creer que el perdonar era la base de su enamoramiento y suspiró, se tuvo lastima, asi como lo tuvo algunas con personas que siquiera conocía. La manía de proteger a quien no podía, ilusionaba y alimentaba sus ganas de enamorarse. Pero ahora, ese daño que según hacía Chaeyoung en su sistema aún estaba sin tenerla a su lado.

¿Se había equivocado?

Claro que si. Ella no tenía culpa, una semana sin siquiera su mirada. Su físico en su cuerpo, ni sus palabras dulces que dificultosamente salían de su boca pero salían. Su olor, y el calor empañándose en su cuerpo con facilidad. Pudo acostumbrarse y ahora no había nada más que la podía calentar en ese frío. Le dolían los huesos.

—¿Adivina quien llegó?—La voz salió desde afuera de su habitación. De pronto había amanecido. Oró enseguida por anhelar a quien quería.

Escuchó los pasos, luego la puerta abrirse. El olor mañanero de casa la abrigaba de nuevo.

—Creo que aún está dormida...

—Es fin de semana, supongo que...

—Jin—Volteó luego escucharlo murmurar, tampoco era el más silencioso. Saber que su amigo aún estaba allí apaciguó la aguas de su mente.

Se sentó sobre la cabecera y arregló su cabello rápidamente.

—Dure dos semanas llamándote y no contestabas—Reprochó ya estando a solas—. Supongo que siquiera te diste cuenta que me fui.

—¿Cómo está tu mamá?

—Bien, la han operado y está en cuidados intensivos. El doctor me ha dicho que en una semana aproximadamente podré verla—Sonreímos felices por aquello.

—Ha salido de maravilla.

—Perfectamente.

—¿Has venido por algo especial?

—¿Preguntas por qué debería marcharme o...?

—Porque quiero saber, nunca antes había visitado a tu amiga. Puedo y merezco saber la razón del honor.

—Me enteré lo de tu papá.

—No es mi papá—Renegó tenaz—. No te atrevas a contradecirlo.

—Bueno, Jiyong. Perdón, pensé en varias cosas que podía o no decirte y claramente pase por alto esto.

—No estoy tan mal.

—Tus ojeras me dicen lo contrario. Tú... Él no es la única razón de esto—Le apuntó como si fuese un desastre que en verdad era.

—No puedes estar seguro.

—Si puedo, estoy seguro. Nombrarlo no te está afectando de la forma en la que debería—La encaró interesado, había tantos problemas que podían aturdir a Jennie y aún si no la dejarían sin sueño. A excepciones.

BULLIE - CHAENNIE G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora