-53-

627 65 41
                                    

Horas antes

¡Park Chaeyoung! Tú padre está en casa—Bramó ante el silencio. Vio a la empleada correr a su lado con su rostro pálido y lleno de arrugas.

—La señorita no está en casa, señor Park.

—¿No?—Se encontraba extrañamente calmado, como si su vida por encontrara un inmenso sentido de paz.

—Así es señor, me ha comentando que está cumpliendo con el castigo de la directora.

—Entiendo...—Suspiró cansando, desajustando su corbata. Tiro de su saco, desesperado por sentir la libertad en sus brazos y exhaló antes de sentarse en el inmenso sofá de la sala. El silencio era ensordecedor, luego los silbidos de los pájaros fuera del patio lo ensoñaban lentamente.

Sonrió a sus adentros.

Después de semanas Jiyong no apareció por la faz de la tierra, el había muerto en su vida y también de su pasado, el lento y difícil proceso de todos esos años se cumpliría hoy, por fin lo dejaría seco y pidiendo por su merced en tan solo horas. Desde la última vez, por obvias razones había quedado mal. Fueron completos desconocidos enfrentándose por errores del pasado y luchando por su orgullo con solo unas palabras. Oró por todo y cada uno de sus futuros planes. Se deshizo por completo de esa absurda familia atroz y abominable, simples personas que no debieron existir. Pero tampoco dejó atrás la dicha que puedo haber sido, si hubiese sido el quien perteneciera a ella, absolutamente nada de su infelicidad y desdicha existiría en su corazón, no había nada más de lo que arrepentirse. Su hija al fin había tomado una grande decisión, y pronto se marcharían de ese país manchando con gente y cosas de su pasado que los ataban a ser infelices, desde luego todo cambiaria.

Sin embargo, fue consiente de todo el daño y los momentos desafortunados que causó, no iba ser un completo cabrón de ese ahora. Admitió en su interior cuanto había arruinado la vida de sus hijas y la de su esposa, en algún momento se arrepintió de ser un malnacido y provocar todo aquello por lo cual alguna vez se sintió orgullo. Huiría con todo y desaparecería.

La puerta se abrió, sin querer había dormido y su cuerpo se encontraba pesado y deseoso después de un largo viaje. Los negocios y el fraude, que no lo consideraba como uno, más bien como un favor que ellos le debían a él por tantos años ejerciendo en esa empresa de mierda. Tampoco debería de irse con las manos vacías.

—Chaeyoung...

—Mason—Pronunció sin pena, el hombre omitió el intenso fervor en los ojos de su hija y siguió hablando.

—¿Hay algo que quieras decirme?

—No, no hay nada. Te recuerdo que ahora tú y yo no seremos iguales...

—¿Iguales? Nunca lo fuimos—Se levantó siguiéndola, Rosé se quería refugiar por última vez en su cuarto. Supo enseguida debería despedirse de su vida.

—Me alegro de eso, no sé porque siempre busque tu aprobación.

—Nunca lo hiciste, siempre hacías lo que querías y yo quedaba a un lado, como un perro defendiéndote...

—¿Defenderme? Si defenderme era hacerme la vida imposible no creo que tus métodos hayan sido los correctos—Quiso cerrar la puerta, más no pudo. La fuerza de su padre siempre la superaría.

—¿Estas tratando de pelear?

—Trato de finalmente deshacerme todo lo que odio, entre esas estás tú... pensé que en algún momento cambiarías, que entenderías todo lo que sentía al perder a quienes más amo, pero olvidé una de las tantas veces en las que me quisiste matar-

BULLIE - CHAENNIE G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora