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—Fuiste muy valiente, no debes temer ahora de lo que pasará—Consoló su mejor amiga, Rosé vio el cristal roto en debajo de sus zapatillas y sollozó nuevamente sobre el hombro de Lisa. Ya no había duda de que todo estaba hecho, y sería su culpa por quedarse sola.

No había cosa que la hiciera sentir bien ahora.

Su padre fue arrestado, claro, todo fue tan rápido y no tuvo la certeza de saber si el sabía que fue ella quien en lo metió a ese pozo. Jiyong no dejó que lo viera, pues su convicción se vería afectada una vez cruzará miradas con él. No se equivocaba.

El vidrio roto debajo de ella era lo de menos, su dolor se incrustaba más en su pecho. Se preguntó cuál sería el día en el que dejase de sentir todo esto.

La enajenación de Mason Park sobre el suelo, el tapiz azul turquesa oscuro, contrastaba con sus tristes pensamientos. La artificiosa moral en su creer hacia estragos profundos en su estómago. El sudor frío empapando su espina dorsal y las náuseas peligrando sobre su garganta, como si temiera, y se encontró divertido de repente por qué, nunca fue un hombre que temiera a la vida y si así fuera, era considerado el más débil de los hombres; como una estupida criatura, débil y necesitada de protección, rebuzno ante su lógica. Es estupido. Pensó. Tan estupido cómo creer que el caería esta vez, ¿pero por qué se sentía tan real?

—Si estás dispuesto a cambiar, solo... llámame cuando estés dentro—Escucho un débil murmuró, Jiyong se burlaba de él... ¿cierto?—Si amas a tu hija, harás lo posible por hacerlo...

—Eres un imbecil, un bastardo y la peor escoria que se cruzó en mi miserable vida. No sabes nada de amar, absolutamente ¡nada!

—Mason...

—Cállate, ¡cállate!—Golpeo el tapiz con sus manos, exasperado. Por su maldita culpa el ya no podía huir. Por su maldita sed de venganza, por Jiyong todo se arruinaba. Por este tipo aberrante y libre... libre como si no hubiese hecho su vida un cuadro desesperante.

—Solo estoy tratando de darte un oportunidad.

La puerta se escuchó crujir, sabia que eran cuestión de minutos que el agraciado agente llegara sin previo aviso. El agente Son llego con demasiada furia, atravesándolo con sus propios ojos y yendo directamente a Park sin remordimiento alguno, así como a sus dos oficiales tirando por completo a Masón por el piso.

—Eres tan imbecil—Comentó mientras hacía que el rostro de Masón absorbiese el olor a tierra del tapiz—. No entiendo cual fue la finalidad, señor Park.

Las esposas frías tocaron las muñecas del culpable de todas sus desgracias, haciéndolo jadear de un dolor indescriptible. No supo que parte de su cuerpo dolía más, si su rostro, su pecho, sus hombros siendo más que reestirados o la rodilla del oficial presionando su espalda. Y lo que pudo percibir, era que su corazón latía perezosamente mientras el zumbido del dolor recorría hasta su cabeza. Jiyong miró la escena con la boca seca, sin poder notar que era lo que específicamente hacía allí viendo como arrestaban a ese hombre. Ahora mismo, no tuvo sentido de nada.

Lo levantaron sin dificultad, en el proceso arrastrando sus pies hacia afuera de las oficinas. Las miradas perversas y llenas de satisfacción lo hicieron mirar hacia sus propias pies. Toda esta gente lo odiaba, pensó ante la locura que, alguna de esas personas querían verlo muerto. Por alguna parte, lo comprendió. Pero no sentía que lo merecía aun. Él no merecía nada, todavía.

—Tiene derecho a permanecer en silencio. Cualquier cosa que diga podrá ser utilizada en su contra en un tribunal. Tiene a la asistencia de un abogado durante su interrogatorio. Si no puede pagarlo, se le asignará uno de oficio—Absurdo. Tan absurdo como la situación propia. Quiso reír de su desgracia. ¡El no lo merecía en lo absoluto!

BULLIE - CHAENNIE G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora