BULLIE - CHAENNIE G!P

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POV omnisciente
Se sentó en la sala, observando las pinturas de paisaje contrastarse contra las paredes blancas del lugar. No pudo creer que estaba allí, jamás había tenido dicho aliento que la abatió sin dejarla dormir. Se consideró una persona lo suficientemente sana mentalmente, un psicólogo no era de su agrado. Mucho menos que hurgase en su vida tan deliberante le resultaba un dato horroroso. Después de tantos años de esconderse, de eliminar cualquier rastro de sus sentimientos, consideraba como un reto abrirse ante una desconocida. ¿Cómo sucedería todo eso?

¿Solo se sentaría frente a esa persona y contaría sus traumas? ¿Solo así?

Consideró hacerle caso a sus ideas, decidió no darle vueltas a absolutamente nada. Se dio cuenta del grave que estaba cometiendo. Se enfocó sobre las cosas que estaba olvidando, creyendo que aquello ya no afectaba su vida diaria. De forma subjetiva los recuerdos de Alice la seguían, y de ninguna forma quería terminar de aquella forma, sonaba tosco, pero eso no era impedimento de honrar su vida como su hermana lo hubiese hecho si las condiciones hubiesen sido diferentes.

El recuerdo la perseguía, su padre múltiples veces le voceaba cuán desafortunado fue al parar en esa familia tan impropia, y aún más, teniendo una hija fuera de lo anormal. Era más que anormal, una especie de plaga que jamás debería ser vista. Lamentable, Roseanne Park nunca pudo ser oculta.

Dentro del dolor, de la palabras hirientes, quería ser la hija que él quería tener; sentirse querida por la única familia que tenía en su sangre. Retener a su madre, en ese estado y con todas sus acciones contra ella, no le hacía ningún bien. Se preguntaba qué fue lo que hizo mal para que su progenitora la odiase tanto. Durante los últimos años dejó visitar el hospital, le había dejado muy claro no querer volver a verla jamás.

La mujer la echaba de su vida, aún viéndola a los ojos. Ella no parecía escuchar las palabras de fuera más que las que habitaban en su cabeza.

A partir de ahora, tú madre está muerta—Recordó el sutil susurro después de su última visita. El hombre no se arrepentía, entre menos problemas mejor.

Después de aquello, casi consideró a Mason como un buen padre, casi pues, sus ojos se abrían lentamente.

El peor momento de su vida fue darse cuenta que absolutamente nadie era tan honesto en su vida, ni mucho menos que la amaban como esas palabras vacías que soltaban con desdén. El causante de tanto daño fue su padre, su sangre. Se encontró en medio del duelo de negación, olvidando la existencia de su vida. Mientras Lisa y Jisoo imploraban al cuerpo y alma de su amiga, esta parecía muerta. Estaba vacía. Enojada con ella, rogando que todo aquello no estaba pasando.

—Atentaste dos veces...

—Tres—Corrigió—. Fueron tres. Yo no recuerdo...

—Y tus amigas lograron detenerte.

Asintió, sintiéndose aliviada al no sentirse tan mal después eso.

—¿La segunda por qué?—Estaba siendo directa, fue una de la cosas que la había pedido su paciente y no le agrada más que eso. Poco a poco se daría cuenta de los detalles.

El juicio de Sana se había ejecutado con perfección, al menos la muchacha estaría en ese agujero la mitad de su vida. La indignación en su familia estaba latente, sus ganas de saciar el enojo en esa mujer fueron tan enfermizas. Soporto las palabras "enfurecidas" de su padre, del abuelo que no había visto desde hace años, ese que creía que tenía poder sobre ella por solo verla dos veces en su miserable vida. Soportar los reclamos, el que todas y cada una de esas personas exigieran una explicación de los hechos la poseían de cometer una locura. Sana no estaba enferma, esa mujer la hizo brillar por tan corto que fue el momento pero lo hizo. Entonces la locura la hizo actuar, las sustancias tóxicas brillaban en sus ojos. Estaba a punto.