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El sol pasaba por las pequeñas rendijas de la cortina, entre abrir o no abrir mis ojos, la sensación cálida detrás mío pasó de largo. Quise mirar la hora en mi celular pero este estaba nulo de energía, supongo que entre estar prendiéndose por los mensajes y llamadas la batería se agotó, es lo único.

Ayer por la noche caí rendida. No solo eso, el arrullo de sus brazos me dejaron en un estado de coma. Nunca se iría de mi lado. Pero no la odio, ya no.

Después de aquello, lo inesperado sucedió. Cuando pensé que se iría, que dejaría todo tal cual estaba, escuche sus pasos desilusionada porque creí que se iría. Un movimiento en mis espaldas me hizo entrar en calor, la colcha siendo levantada y el aire fresco tomando mis piernas desnudas, su respiración pesada y todo aquel sonido que ella provocaba me tenía tensa. No tensa del modo incómoda, si no tensa del modo en el que no sabría que hacer. Que ella entrara a la cama así, fue un punto de inflexión.

Tal vez Chaeyoung no amaba hablar de su vida, pero sin duda lo haría conmigo. El que viniera acá, para probablemente hacerme un reclamo del por que me fui, fue totalmente inesperado. Espere alguna reacción grotesca, algo como un grito o que actuará mal por meterme en su vida. Y aquí, estaba yo cometiendo el más grave error: pensar que actuaría como su padre.

Ella no es ruda, ni la chica agresiva que vivía fuera. Las barreras que formaban sus debilidades la hacían ver fría y enfurecida, ver su mirada en cualquier lugar te podría dejar sin aliento, de eso no había dudas. Su rostro lindo no podría engañarte allá, pero dentro, su rostro lindo es eso, lindo, tierno y lleno de amor el cual está sedienta de demostrar, por el cual la dejaron a medias.

La forma en la que expresa su cariño sin ninguna excepción me lleno de vida, me hizo sentir especial. Su brazo alrededor de mi cintura, su pecho contra mi espalda y su cadera lejos de la mía, por obvias razones, pero yo no quiero eso. Quiero sentir por completo su cuerpo. Más no hice algo para hacerlo, se supone que estoy dormida. La respiración calmada chocando mi cuello, más que estar tranquila fue una tortura. No poder reaccionar ante lo que sentía.

Así que, una vez la mañana marcó su llegada, acaricié la extensión de su brazo sobre mi cintura. Sonreí al sentir como ponía más fuerza en este y sus pequeños murmullos sonando contra mi cuello. El espacio sobrante de la cama no existe, solo ella y yo trenzadas de una forma calurosa y cálida.

Me sonroje repentinamente, que me pegara a su cuerpo solo trajo aquello contra a mi. Suspire por la ola de sensaciones.

—Buen día—Su voz ronca me hizo sobre saltar. Ahora un gemido al hacer el roce entre mi trasero y su... su erección mañanera.

El frío llegó a mi cuerpo, se había separado. Voltee para verla, había pánico en sus ojos.

—Perdón—Balbuceó.

No supe que decir, es decir, nunca pase por esto. Nunca antes tuve alguna pareja, y en este caso, en el que Rosé y yo no somos una, ¿qué debería hacer ante esto?

No estoy incómoda, incluso algo dentro de mi quiere lanzarse a sus brazos y besarla, sus labios rojos y mejillas sonrosadas parecía un buen motivo para hacerlo. Suspire viendo cómo se encogió abrazando sus rodillas contra el pecho.

—No debi hacer eso—Habló de repente.

—¿Abrazarme?

—Eso, y quedarme contigo. Es obvio que esto—Supe a lo que se refería, quise pensar que era sobre el abrazo para evitar el pensamiento que tiene sobre mi supuesto rechazo a su condición—te iba a incomodar.

—No sé por qué sigues con la terquedad de que eso me incomoda.

—¿No es la verdad?—Negué, esperando a que hablar más y sacara todas sus dudas.

BULLIE - CHAENNIE G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora