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Sintió el peso del alivio en su cuerpo, vio la figura bien conocida por sus ojos y sonrió por la grata sorpresa. Irene estaba ahí.

—Irene... ¿qué haces aquí?—Jennie rodeó la barra y llegó hacia ella, vio el brillo en sus ojos y supo que Irene era la mujer más feliz del planeta.

—Veo que no me esperabas, eh.

—Realmente no—Río en su ensoñación, hacia tiempo que se marchó y cuando habló por última vez con ella las cosas no eran tan buenas como solía pensarlo.

—Tampoco lo esperaba, si no te hubiese visto tu rostro tendría la forma de mi bolso...—Era tan guapa como la recordaba, para Jennie, Irene la mujer más guapa. Nunca dejó de quererla como lo hizo antes, le gustaba, su corazón aún latía por ella pero aún así, eso jamás podría verse igualado a lo que sentía por Rosé.

Jamás.

—Gracias por la consideración—La tomó en un abrazo y se sintió extraña. Irene jamás la había tomado así.

—¡Pensé que jamás volverías!—La voz de Jin sonó por detrás, sonaba animado y se dirigía a Irene—No me digas que volverás a trabajar en las cafeterías.

Se desprendieron y sin poder entender, Jennie la vio con la esperanza de que no fuese así, el talento de esa mujer frente a ella era superior a cualquiera de los artistas que cruzaron por el umbral del local. Volteó hacia a Jin y lo escaneo, un muérdago colgaba sobre su mano derecha.

—¿Y eso?—Le preguntó.

—Un muérdago que Minhee me pido que colgara—Explicó mientras caminaba hacia la puerta, rodó sus ojos y subió a la silla para colgarlo sobre la entrada de la cafetería—. ¿Qué tal?

—Quiero creer que Minhee no obligará a cualquiera a besarse...—Dijo Jennie ingenua.

—¿Quién es Minhee?—Preguntó Irene.

—Mi jefa—sonrió de nuevo.

—Yo no...—Interrumpía ella, Minhee. Sostuvo la caja en sus brazos confundida. Pidió respuestas en Jennie, luego en Jin al ver que la castaña no podía dárselas en ese momento—Hola.

Saludó pasando el hecho de que, Jin aún no tenía su atuendo de Mamá Claus puesto.

—Hola, un gusto, soy Irene—La encantadora mujer desprendía una atracción inevitable y Minhee sonrió sin saber como responder.

Después de unos segundos de silencio, la jefa del lugar decidió romper el hielo. Dejó la caja y demandó con autoridad con un grave graznido de garganta.

—Creo que ambos deberían trabajar y atender a la gente—Era cierto.

—No hay gente...—Jin fue callado por una firme y afiliada mirada—tienes razón, la gente espera.

—Interrumpí, ¿cierto?—Se cuestiona Irene en voz alta, Jennie aún la miraba sin poder creerse el arrebato de felicidad.

—No, jamás...—Respondió Jennie

—Claro que si—Murmuró Minhee volviendo a la cocina.

Irene sonrió soltando una risa gruesa, tomó la correa de su guitarra y suspiró viendo el paso del tiempo caer en su adorada amiga. Dentro de su cabeza nada había cambiando, pero Jennie estaba ansiosa por desparramar sus problemas. No obstante, decidió cerrar su boca y disfrutar del momento.

Y mientras Jennie fregaba el piso, Irene le contaba una extensa historia. Su oportunidad musical floreció en los primeros meses, así como su relación con Seulgi. Inesperadamente, más de una vez fracasó y no lo consideró como tal, si no como un error para aprender a no fallar la próxima vez. Se convirtieron en un grupo musical local pero famoso, en su provincia eran amadas y su música ayudó más de una vez, aunque las ganancias eran pocas, a seguir sus sueños. Fueron meses duros, incluso terribles pero la sonrisa que logró pasmar a Jennie aún seguía ahí.

BULLIE - CHAENNIE G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora