¿Vas a estar así todo el camino?
Fue la pregunta que consiguió captar la atención de Amelia. Carlos había ido a buscarla una hora más tarde, como le indicó la morena, y desde entonces apenas habían hablado. Le dirigió un par de miradas y alguna que otra sonrisa, pero notó como su mente parecía viajar a otro lugar. Cuando llegó a la tienda, tuvo que llamar varias veces hasta que vio como la de rizos salía de la trastienda un poco alterada.
- ¿Te has vuelto a pelear con Luisita? - Le preguntó nada más verla. Ella simplemente asintió.
No era el momento de dar explicaciones.
A los poco segundos, Luisita apareció con un gesto serio.
- Hola Carlos.
- Luisita ¿qué tal? ¿Pudiste hacer todo lo que tenías pendiente? - Se mostró amable y ajeno a todo lo que sucedía entre sus amigas.
- Algo he podido hacer... bueno, me voy a ir que se ha hecho muy tarde. - Necesitaba salir de ahí, de la mirada de Amelia y de la afabilidad de Carlos.
El joven buscó a Amelia, que sin mediar palabra, salió de la tienda sabiendo que él la seguiría y sin querer ver a Luisita.
- ¿Vas a estar así todo el camino?
- ¿Así? ¿Cómo?
- Sin hablarme.
- Estoy cansada, Carlos, llevo más de ocho horas trabajando, solo quiero llegar a casa.
- Ya... - No dijo más, tampoco sabía qué más decir.
La actitud de Amelia no le invitaba a ser él mismo.
- Pensé que con Luisita ya estaba todo bien. - Volvió a intentarlo.
- Pues pensaste mal. - Dijo tajante dando por finalizada la charla.
- ¿Y tu padre? ¿Qué tal?
- Como siempre.
Abrió la boca para volver a sacar un tema de conversación con la esperanza de conseguir más de una oración por parte de Amelia, sin embargo, ella se adelantó.
- Déjalo estar, Carlos. No es el momento.
Amelia no estaba de humor y por experiencia sabía que era mejor mantenerse en silencio y comedido antes de decir o hacer algo.
A lo pocos minutos, y marcando las diez de la noche en el reloj de la plaza, la pareja llegó a la puerta de la casa de Amelia, ésta se giró quedándose enfrente de Carlos, tenía los ojos brillantes y una expresión de desasosiego en su rostro.
- Gracias Carlos - Susurró
- ¿Estás bien, Amelia? - Sonó sincero, demasiado sincero y eso a la joven de rizos le removió por dentro.
- Sí, claro... - Sonrió forzada queriendo ocultar sus verdaderos sentimientos.
- Te... - Dudó. - Tengo esto para ti. - Le entregó una bolsa.
Había estado con esa bolsa todo el camino y Amelia no se había fijado, su atención selectiva estaba trabajando en otro asunto. La cogió sorprendida y con una leve sonrisa. Debía admitir que aquel regalo le había hecho ilusión, no recordaba cuando fue la última vez que le regalaron algo sin ser su cumpleaños o alguna fecha señalada, aunque estaba segura que ese último regalo había sido de Luisita, era la única que siempre pensaba en ella o al menos hasta ahora. Carlos había empezado a pensar en ella y a tener pequeños detalles.
- ¡Ábrelo! - Insistió nervioso por su reacción.
Con una tímida sonrisa, estiró las asas de la bolsa y descubrió un paquete envuelto en papel de seda, un papel que conocía perfectamente. Lo sacó con una mano mientras con la otra le entregaba la bolsa a Carlos.

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Invisibles
Fanfiction1976. Luisita y Amelia viven en un pequeño pueblo de Badajoz donde la dictadura sigue presente tanto fuera como dentro de sus casas. Lo único que tienen para escapar son los libros que la tía de Luisita, Clara, les manda todos los primeros miércole...