El tiempo pasó como un suspiro, las nuevas rutinas de Amelia y Luisita se acoplaron a la perfección, los horarios, las necesidades, el ocio, todo parecía funcionar como un engranaje de un reloj suizo. La morena acudía al trabajo cada día y la rubia compaginaba su trabajo en el hotel con las reuniones del MDM que cada vez requería más trabajo, más barrios que recorrer y más encuentros con otras mujeres para poder darles toda la información necesaria. El pueblo debía saber, conocer lo que había detrás de cada movimiento político, qué significaba una enmienda, que leyes querían derogar y cómo éstas afectaban al pueblo, sin esos datos, hacer demagogia era demasiado fácil y ellas lo sabían.
- ¿Y ahora qué? - Preguntó Luisita observando la última pintada en la librería de su amiga.
- No lo sé... - Respondió alicaída. - Estoy agotada.
- Seguro que con aguarrás se quita, venga... - Se dirigió al almacén a por unas esponjas y por el bote de aguarrás. - Toma. - Le ofreció la esponja mojada y comenzó a frotar con la que le quedaba.
- Luisi, creo que esto ya es el fin. - Admitió apenada.
Llevaba meses aguantando estoicamente cada embestida que la sociedad le daba, pero sus ganas estaban al límite, la ilusión que siempre había mostrado tener, el tesón y el deseo de continuar, pasara lo que pasara, se había ido esfumando con cada pintura, con cada rotura...
- No me quiero ni imaginar dentro de unos días, lo que va a ser, mañana me van a instalar una verjas metálica para proteger los ventanales pero no sé... encima me ha costado muchísimo que alguien cediera a ponerlas, nadie quiere saber nada del negocio ni de mí. - Se quejó dolida. No solo eran los destrozos de la tienda, era también el vacío que estaba recibiendo por parte de sus vecinos, de la gente del barrio.
- ¿Dentro de unos días? - Preguntó extrañada.
- La manifestación.
- Pero tú crees que...
- Seguro - La interrumpió. - Ya has visto como está todo, la gente a la mínima salta, hay grupos que solo van ahí para generar caos y entre el caos aprovechan para robar. Esta manifestación es de las más esperadas, llevamos meses preparándola, viene gente de fuera de Madrid y van a doblar la seguridad. Miedo me da que cuando llegue al día siguiente no me hayan quemado la librería o a saber qué... - Suspiró
- No me digas eso, Raquel. - Pidió preocupada. - Amelia se ha decidido finalmente a venir conmigo a la manifestación, tiene que ser algo pacífico.
- Sí, bueno, lo será. tranquila. - Intentó recular al ver la cara de pánico de su amiga.
- No lo será y lo sabes.
- No lo sé al cien por cien, es lo que creo pero no tiene por qué ser así.- Siguió intentando tranquilizarla.
- Claro que sí, me cachis en la mar, Raquel, que como Amelia vea algo de violencia o de tensión que no vuelve a venir a nada conmigo, que no irá ni a las reuniones, se desvinculará del todo del movimiento.
- No creo, Amelia está muy comprometida.
- Está comprometida con las ideas por las que luchamos pero no con nuestra lucha, si va a la manifestación es por Clara, por como la vio cuando fuimos a la cárcel, ella al igual que yo está deseando sacarla de ahí, por eso va, pero quiero que se le quite el miedo, para que vea que no pasa nada, que lo que sale en la radio y en la televisión son hechos puntuales.
- Y no pasará nada, - intentó convencerla - que pasé algo en mi tienda no significa que le vaya a pasar a ella, pero creo que cuando estemos todas en la manifestación, cientos de negocios estarán a disposición de toda esa gentuza. No van a desaprovechar el tiempo para atacar. Así es como ellos actúan; ponen el foco en un sitio para que todos miremos ahí y cuando nos giremos atacan donde no estamos viendo.
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Invisibles
Fanfiction1976. Luisita y Amelia viven en un pequeño pueblo de Badajoz donde la dictadura sigue presente tanto fuera como dentro de sus casas. Lo único que tienen para escapar son los libros que la tía de Luisita, Clara, les manda todos los primeros miércole...