Capítulo 34

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Amelia corría por la acera, eran las ocho menos tres minutos y llegaba tarde. Apenas llevaba un mes en su nuevo trabajo y ya había adquirido una nueva rutina; se levantaba a las siete de la mañana, desayunaba, se planchaba el uniforme si no lo había hecho la noche anterior, se vestía y se marchaba. Sin embargo, aquel día todo se retrasó a causa de una rubia que no le dejó salir de la cama torturándola con un sinfín de besos y caricias, ese tipo de despertar se daba más los fines de semanas y lo solía iniciar la morena, pero aquel día Luisita estaba más nerviosa de lo normal, no había podido dormir en toda la noche y una vez desvelada, cuando sus ojos se fijaron el perfil de su novia, le pudo el amor. Eso es lo que siempre le decía cuando le interceptaba en en mitad de alguna actividad cotidiana y se la comía a besos. Amelia solía reírse y reanudaba sus tareas una vez que la rubia y ella estaban satisfechas, ella siempre decía que era de mala educación dejar las cosas a medias, una falta de consideración que Luisita no se merecía.  

Aquella mañana, a pesar de los besos y los retrasos, logró llegar a tiempo, desde sus inicios le habían derivado al taller donde se confeccionaba la ropa de mujeres, "hay mucho volumen de trabajo" le dijeron y no era de extrañar cientos de señoras de clase alta visitaban el local para encargar sus vestidos de cóctel, de boda u otras eventos que lo requirieran. Cualquier excusa era buena para visitar "Cornejo".

- ¡Buenos días Encarna !

- ¡Amelia! - Saludó la encargada del taller, una mujer de unos cincuenta años, bajita y un poco entrada en carnes, solía llevar el pelo recogido en un moño muy estirado creía que así daba la sensación de ser más autoritaria, pero su sonrisa desdentada y sus hoyuelos solían contrarrestar aquella impresión.

- ¿Cómo está? - Colocó el abrigo y su bolso en la trastienda.

- Menos acalorada que tú. - Rio. 

La morena se miró en el espejo y vio sus mejillas rojas y los rizos alborotados, no había tenido tiempo de arreglarse. Se atusó el pelo y se mordió el labio inferior al recordar los dedos de la rubia en su pelo, cogió aire y eliminó aquel recuerdo de su mente, no era el momento. Nunca lo era pero siempre estaba pensando en Luisita, se podía decir que ambas estaban en el mejor momento de su relación, solían verse cuando la morena salía del taller. Los primeros días la rubia iba a buscarla, pero al no poder tener ningún tipo de gesto cariñoso decidieron esperarse en el hostal para nada más verse besarse. Amelia decía que no podía estar todo el día con ella en la cabeza y cuando la viera no poder acercarse a ella, que era demasiado tortura, prefería esperar un poco más, en lo que llegaba al hostal, y besarla sin tener que contenerse, Luisita no puso ninguna objeción.  Así que todas las tardes se esperaban en el hostal, una vez que se saludaban como debían, decidían qué hacer, las últimas semanas habían decidido buscar un piso, algo pequeño con dos habitaciones y no muy lejos de donde estaban, les gustaba la zona, estar cerca del bar y del trabajo de Amelia.

A medida que Amelia iba construyendo una vida, Luisita también lo hacía aunque no de la misma manera, buscaba trabajo pero sin mucho ahínco, en su lugar, acudía casi todas las semanas a la sede de MDM,  la Reforma de la Ley ya había sido aprobada, solo faltaba el referéndum del pueblo, un hecho que haría historia y por eso mismo el ambiente político y social estaba muy agitado, se convocaban manifestaciones casi todos los días. Por otro lado, el MDM se movía por los diferentes barrios de la capital, se reunían con las asociaciones de amas de casa* y hablaban sobre sus condiciones, era necesario conocer las realidades de las diferentes clases sociales para saber por qué luchar. Luisita solía ir con Natalia o con Raquel a esos encuentros y siempre salía  de ahí extasiada, el cambio estaba tan próximo que la emoción le sobresalía por sus poros. 

Esa mañana le tocó ir al barrio de Chamberí con Raquel, no había vuelto hablar de su homosexualidad ni del movimiento, alguna que otra noche se lo había comentado a Amelia, le habló del movimiento y de lo que se iba a hacer en Barcelona pero la morena apenas mostró interés. No quiso entrar más en detalle ni insistir, seguía siendo un tema bastante espinoso para ellas o mejor dicho para Amelia. 

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