- Luisita... - Le dejó un beso en la nunca
La rubia llevaba varios días resguardada en la cama envuelta en un lío de sábanas igual que el de su cabeza.
- Mmmm... huele a churros. - Balbuceó aún medio dormida.
- He bajado al bar.
Vislumbró una tímida sonrisa.
- ¿Mejor churros que croissant?
El día anterior, la morena había madrugado para comprarle unos croissants de la conocida pastelería "La mallorquina"
- Me recuerdan a mi abuelo.
Se giró para encontrarse con los ojos de Amelia que la sonreía divertida, una sensación de bienestar recorrió su cuerpo y sintió una pequeña descarga, no podría cansarse de ver su rostro cada mañana ni de oír su risa o la forma que tenía de estirarse en la cama justo antes de incorporarse. En ocasiones, se quedaba absorta mirando a la morena, sus pequeños gestos, una sonrisa cuando la veía a ella bailar en ropa interior justo antes de ducharse, el brillo de sus ojos segundos antes de darle un beso, una caricia en el momentos exacto y esa calidez que su mera presencia irradiaba. Amelia tenía muchos detalles que le llenaban de ternura.
- Te quiero. - Soltó la rubia de pronto sacando una amplia sonrisa a la morena y ese brillo en la mirada que anticipaba que el beso estaba a punto de llegar. Luisita se adelantó y la agarró de la parte inferior de la camiseta, tiró hacía ella acortando distancia y la besó.
- Hoy te has despertado de buen humor... - Susurró en sus labios.
No contestó, se limitó a volver a besarla y a acercarla más a ella.
- Me vas a manchar...- Elevó la bolsa de papel llena de grasa procedente del desayuno.
- Qué poco romántica eres... - Refunfuñó liberándola en contra de su voluntad. La morena rio en sus labios.
- Café ¿no? - Lo dijo por decir porque sabía de sobra que la rubia sin cafeína no era persona.
- Con azúcar. - Le devolvió la sonrisa.
Amelia tenía razón cuando dijo que se había despertado de buen humor, desde el arresto de Clara sus días habían sido oscuros y vacíos, apenas había salido de la cama y no se dejaba arrastrar por Amelia y todos su planes; "¿Damos un paseo por el retiro?" ¿Quieres que vayamos a la cuesta de Moyano a ver libros?" "¿Ta epate e que vayamos al rastro?" La morena lo intentaba, por activa y por pasiva, pero la verdad de Clara pesaba demasiado.
- ¿Cómo estás? - Quiso saber la morena cuando Luisita se sentó frente a ella.
- Mejor.
- Eso es bueno. - Sonrió.
- Gracias.
- Por unos churros no me tienes que dar las gracias.
- No es solo por eso, es por todo. No me has dejado en ningún momento.
- Tampoco tenía otra cosa que hacer. - Bromeó.
- Idiota... lo digo en serio. Lo de Clara... - Cogió aire. Era la primera vez que hablaba de lo sucedido. - me ha afectado mucho, me ha roto los esquemas. - Intentó sonar calmada.
- Es normal, Luisi, necesitas tiempo para procesarlo todo y entenderlo.
- Lo entiendo. Entiendo sus motivos pero algo en mi interior me hace rechazarla.
- Estás dolida y el dolor necesita su tiempo para mitigarse. Has descubierto algo de tu tía que ha hecho que la bajes del pedestal donde la tenías y eso duele.
- Ya pero... lo que ha hecho, el riesgo que ha tomado debería ser suficiente para que vuelva a ese lugar. - Contuvo la emoción.
- Luisi, no te exijas tanto, hay ideales que nos inculcan desde pequeñas y que los interiorizamos de tal forma que se convierten en algo innato en nosotras, muchas veces no somos conscientes ni siquiera de que tenemos esas ideas preconcebidos. Lo que ha pasado con tu tía a puesto a prueba tus ideales más intrínsecos y lo importante es que has permitido que éstos sean cuestionados. Por primera vez, te estás planteando el aborto como algo necesario y beneficioso para las mujeres no como un crimen. No todo el mundo es capaz de reestructurar todos sus esquemas.
- Si tú lo dices...
- Date tiempo, piensa cuánto tardamos en darnos cuenta de lo que pasaba entre nosotras, las dudas y los miedos que teníamos. Fantaseábamos con nuestras bodas y con nuestros hijos, tú te casarías en verano y yo en invierno, tendrías una hija, Lidia y yo un hijo, Tomás - puso cara de desagrado. - e iban a ser mejores amigos como nosotras. - Luisita rio, aquellos planes parecían tan lejanos y tan imposibles de realizar.
- Nos tendremos que casar en primavera. - La miró con una sonrisa
- Casarnos... ¿te imaginas? - Se le iluminó la cara. - Seguro que estás preciosa vestida de blanco... te recogerías el pelo en una de esas trenzas que tanto me gustan. - Se mordió el labio inferior ante aquella imagen. - Ya te digo, preciosa.
En cuanto alzó los ojos se encontró el rostro ruborizado de Luisita a escasos centímetros "tú si que ere preciosa" fue lo que le dijo segundos antes de estrellar sus labios contra los de ella.
- He hablado con Pelayo. - Anunció separándose de la rubia.
- Menuda novedad. - Se acercó a sus labios nuevamente.
- Tengo una entrevista esta tarde.
- ¿Cómo? - Esta vez fue la rubia quien tomó distancia para ver su rostro - ¿de verdad? - La morena asintió con la cabeza.
- Es una sastrería, está en la calle Magdalena, Cornejo* creo que se llama.
- ¿En serio?
- Sí, sí, por lo visto diseñan trajes para películas. - Comentó emocionada.
- ¡Ay! Amelia que eso es una muy buena noticia. - Se lanzó a sus brazos.
- A ver que me van a entrevistar, eso no quiere decir nada.
-Te van a coger, estoy segura. - Le repartió una hilera de besos por la cara. - Me voy a duchar y te acompaño. - Se soltó de la morena y se fue directa al baño dando pequeños saltitos.
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Invisibles
Fanfic1976. Luisita y Amelia viven en un pequeño pueblo de Badajoz donde la dictadura sigue presente tanto fuera como dentro de sus casas. Lo único que tienen para escapar son los libros que la tía de Luisita, Clara, les manda todos los primeros miércole...