Capítulo 22

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Habían acudido a una cafetería muy cerca del hospital. Un local pequeño con varias mesas distribuidas por el espacio y una barra central de madera rodeada de taburetes, la clientela procedía la mayoría del personal sanitario, se les distinguía por sus uniformes y por sus temas de conversación. Tanto Luisita como Amelia siguieron a la mujer que caminaba decidida hasta la mesa del fondo, antes de tomar asiento, miró al camarero de detrás de la barra y pidió lo de siempre, la pareja se limitó a sentarse expectante a lo que aquella mujer tenía que contarles si es que tenía algo que contar. Con una sola frase "conozco a tu tía" había logrado captar la atención de ambas y avivar la llama de la esperanza, se habían decidido a seguirla a aquel bar sin intercambiar ningún tipo de palabras.

- ¿No queréis nada? - Rompió el hielo la enfermera.

Negaron con la cabeza, Luisita miró a Amelia que la animó con una leve sonrisa. Estaba mucho más nervioso de lo que su aspecto podía indicar, tenía la boca seca y su cerebro iba mil revoluciones, cientos de preguntas se agolpaban en sus labios sin saber por cuál decidirse. 

- ¿Quién eres? ¿De qué conoces a mi tía? ¿Dónde está?-  Escupió todas aquellas preguntas sin ningún tipo de filtro. Un silencio recorrió el local y la mujer de enfrente inspeccionó el lugar asegurándose de que nadie estaba pendiente de ellas.

- Me llamo Marta, trabajo en cardiología, pero nunca trabajé con Clara. No hemos llegado a coincidir, aún así, ella es muy conocida en el hospital, mucho más de lo que creéis e incluso de lo que ella cree. 

La rubia notó como un inmenso peso se instalaba, de nuevo, en su espalda. La esperanza de hacía varios minutos se había volatilizado junto a su sonrisa. La respuesta de Marta estaba llena de vacíos y de ambigüedades.  

- Entonces... ¿De qué la conoces? - Quiso saber Amelia tras el mutismo de Luisita, podía entender su bloqueo, al igual que ella, había imaginado que estaban más cerca del final, que la desaparición de Clara no era más que una falta de información, una mala comunicación.

- Nos movemos por el mismo círculo. Tenemos amigas en común.

- Y esas amigas son... - Siguió con las preguntas. 

Marta pasó la mirada de Amelia a Luisita, manteniéndola en su rostro, analizando cada expresión del mismo.

- Supongo que tú eres su sobrina - Instó con la mirada a Luisita obviando la pregunta anterior. -  Tenéis los mismos ojos  y tú... - Regresó la vista a la morena.

- Una amiga, si no trabajáis juntas dónde os conocisteis. - Insistió. 

- En una reunión... - Bajó la voz, nerviosa. - sindicalista.

- ¿Sindicalista? 

- Lo que habéis visto fuera del hospital; la concentración... Clara fue una de las que inició la protesta. Siempre ha reivindicado un salario digno para las enfermeras, una regulación de la formación académica y nuevas jornadas laborales. Comenzó como algo pequeñito, éramos tres enfermeras agotadas por las condiciones, nos reuníamos aquí después de trabajar a quejarnos, pero tu tía convirtió nuestras quejas en motivos para luchar.  Propuso hacer paros durante nuestros turnos, acciones que afectaran al trabajo para que tuvieran una repercusión. Al principio éramos  cuatro gatos, pero, poco a poco, nuestras voces se fueron alzando y muchas se están uniendo a nosotras, a nuestra lucha.* Esto no ha hecho nada más que empezar. 

Luisita y Amelia intercambiaron una mirada de complicidad, no les sorprendía lo que Marta les acababa de contar, Clara siempre había sido la defensora de lo imposible, una rebelde sin causa como solía decir Marcelino, pero aún así, no sabían cómo toda esa información podía ayudarlas. Seguían sin saber su paradero.  Luisita cogió aire, miró a Amelia y con un leve gesto, a penas perceptible, tomó la palabra. 

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