Capítulo 33

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- ¿Amelia? - Susurró al encontrarse la habitación a oscuras. 

Consultó el reloj, eran las ocho de la tarde, la morena ya debería de estar en la habitación. Volvió a pronunciar su nombre con algo de inseguridad.  Un fino haz de luz procedente del baño iluminó la pequeña estancia.

- ¿Luisi? 

- A... - Se vio interrumpida por la imagen de la morena.

Amelia llevaba un vestido negro ceñido por encima de la rodilla con un escote de palabra de honor que deja a la vista sus hombros y su cuello. Respiró ando y fijó la mirada en su labio, se había echado un carmín burdeos que le resaltaba más aún su boca y colorete en las mejillas remarcando sus pómulos.

- Per... - Fue lo único que logró articular. 

- Pensé que llegarías más tarde. - Se excusó ruborizada. - Me estaba arreglando.

Recorrió su cuerpo con la mirada varias veces. Se había recogido el pelo en un moño alto aunque algunos rizos rebeldes se había salido de su lugar.

- Estás...

No pudo contener una pequeña carcajada antes las reacciones de Luisita o mejor dicho ante los intentos de ella.

- Quería invitarte a cenar... por eso me he puesto así... - Señaló el look. 

La rubia seguía sin habla, observando a Amelia y analizando cada parte de su anatomía. ¿Cómo podía ser tan perfecta? Sintió una pequeña descarga en el interior de su vientre, un deseo incontenible se debatía entre las palabras y los actos. Entrelazó sus dedos y la miró a los ojos.

- ¿Y eso? - Tragó saliva, tenía la boca demasiado seca.

- ¡Me han cogido! - Exclamó emocionada dando un pequeño salto en el lugar.

Y fueron esas tres palabras las que tuvieron el poder suficiente para sacarla de aquel embotamiento, esas tres palabras y el abrazo que la morena no dudó en darle en cuanto anunció la noticia.

- Pero Amelia... ¡Eso es... !

- Lo sé. No me lo creo, Luisita. - Se separó de ella unos centímetros y le dio un pequeño beso. La rubia sonrió al recibirlo. - Cámbiate si quieres que nos vamos.

- ¿A dónde? - Bajó las manos hasta su cintura y la retuvo entre sus brazos.

- No sé, a cualquier lado. O no quieres... - Preguntó extrañada. 

Vio una sombra en su mirada que desconocía, un brillo que parecía querer confesarle algo pero que acababa retenido en sus facciones.

- Si, pero... - Dudó. 

Quería contarle su encuentro con Raquel y decirle que estaba completamente enamorada de ella. Desde que salió de la librería esa necesidad de confesar su amor se había instalado en su pecho y le reclamaba salir de ahí. 

- Pero... ¿qué?

- Es que si salimos no vamos a poder celebrarlo. - Habló bajito, avergonzada por la doble intención de aquella frase.

- Cómo que no, iremos a cenar. 

- Ya, pero... no podré abrazarte. - La rodeó entre sus manos. - Ni acariciarte. - Recorrió su espalda con las manos. - Ni besarte. - Fijó los ojos en su boca. - Y estás tan... impresionante. - Se humedeció los labios. 

Sonrió con picardía y se aproximó a la rubia juntando su cuerpo de forma sugerente.

- ¿Prefieres quedarte? - Le preguntó muy cerca del oído, soltando el aire para que éste golpeara en su piel.

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