1977
- El Gobierno podrá liberar a todos los presos políticos. Las disposiciones aprobadas ayer por el Consejo de Ministros ponen en manos del Gobierno la posibilidad de llevar la amnistía hasta sus últimas consecuencias... - No terminó de leer, lanzó el periódico a la mesa junto con los restos del desayuno. - ¿Y qué pasa con mi tía ? ¿Y con todas las mujeres que están en la cárcel por delitos absurdos? ¿O los homosexuales? ¿Cuándo van a derogar esas leyes absurdas? Mucha amnistía, mucha amnistía pero aquí solo se benefician los de siempre.
Apenas eran las nueve de la mañana y Luisita ya estaba indignada. El país estaba en pleno cambio político, los transportistas ,los agricultores, todos los gremios salían a la calle a conquistar los derechos que la dictadura les había arrebatado, pero ellas seguían luchando por un espacio que nunca habían tenido, sus voces solían verse eclipsadas por el resto y eso mermaba el ánimo a cualquiera.
- Amor, relájate... - Se acercó, le rodeó el cuello con los brazos desde atrás y le dio un pequeño beso en la mejilla.
- Es que Amelia no es justo... y todo va tan lento.- Refunfuñó. - Espero que a esta manifestación vaya más gente, la gente está empezando a desilusionarse y no me extraña, parece que España avanza pero no avanza.
- Es cuestión de tiempo, no puedes pretender que todo cambie de la noche a la mañana.
- Claro que no, pero es que ningún partido se está haciendo cargo de nuestros problemas, ni siquiera el PCE.
- Con nuestros te refieres a nosotras. - Las señaló a ellas dos.
- Sí, a nosotras y a Clara, nadie habla de ellas y mira todo por lo que está pasando Raquel.
- Por cierto ¿cómo está?
- Pues apunto de cerrar la librería. - Respondió resignada.
Desde aquella nota, el negocio de Raquel no paró de recibir ataques, piquetes en la puerta, pintadas, roturas de cristales y una muy mala fama. La clientela había descendido de forma significativa, el miedo a las represalias por apoyar a gente como "ella" o el miedo a ser descubiertos habían provocado que gran parte de los clientes dejara de acudir a las reuniones y de comprar sus libros. Todo el esfuerzo y el trabajo que la morena había empleado durante años parecían desvanecerse en un instante.
- ¿Y no se puede hacer nada?
- No, ha denunciado ya varias veces y nada, todo se queda en tierra de nadie y eso es lo que más me fastidia, Amelia, que estamos en tierra de nadie, que no nos ampara nadie, no tenemos nada a lo que aferrarnos. Por eso hay que ir a la manifestación, tienes que venir.
- ¡Otra vez! - Respondió molesta. - Lo hemos hablado mil veces, no quiero estar ahí, te apoyo en todo, ya lo sabes, pero me sigue pareciendo muy peligroso, y más ahora que la gente parece que solo entiende el lenguaje de la violencia.
- Pero es que eso lo que quieren que nos quedemos en casa, paralizarnos con el miedo ¿no lo ves?
- No me vas a convencer, Luisita, por favor, respétame. - Le suplicó.
- Está bien, perdona. - Cedió decepcionada. - Pero dame un beso. - Pidió con media sonrisa para distender el ambiente. La morena se volvió hacia ella y con su expresión de " no puedo con esta persona" le dio un beso en los labios.

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Invisibles
Fanfic1976. Luisita y Amelia viven en un pequeño pueblo de Badajoz donde la dictadura sigue presente tanto fuera como dentro de sus casas. Lo único que tienen para escapar son los libros que la tía de Luisita, Clara, les manda todos los primeros miércole...