Capitulo 51

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Al estirar la mano sintió la cama vacía. Amelia se había ido o al menos no estaba a su lado como la pasada noche. Abrió los ojos despacio, sintiendo un rayo de luz, incidiendo directamente sobre ella . Al girarse para evitar el haz, descubrió una nota en la mesilla.

"Luisi, me he ido a trabajar, tienes café recién hecho y he comprado los churros que tanto te gustan"

Sonrió nada más leer su nombre con la letra de Amelia, nunca creyó que pudiese echar de menos detalles tan nimios, pero una nota de la morena era un trocito de "ha sido real lo que pasó anoche" porque lo había sido, porque aquella noche volvieron a encontrarse después de tantas vueltas, porque aquella noche habían regresado a ese lugar seguro donde una se siente invencible. 

Junto a la nota encontró el libro de "El pozo de la soledad"; el detonante de todo. Y volvió a sonreír al recordar como Amelia le confesó que se había quedado con su camisón. Lo abrió por el final y observó un frase que la de rizos había subrayado lo cual le extrañó; Amelia siempre había sido super pulcra con los libros.

"¡Concédenos también el derecho a existir!" No dejó que sus ojos terminarán de leer la frase, se la sabía de memoria, aquel libro le había marcado más de lo que esperaba. Volvió al  inicio del mismo y observó que entre sus primeras páginas había una dedicatoria. Reconoció la letra en cuanto la vio y una pequeña sonrisa se dibujo en su rostro.

Para mi sobrina, no olvides que necesitamos vernos para existir.  

También echaba de menos aquella letra y sus dedicatorias y sus historias y sus debates. El mundo sin ella se había vuelto más injusto y más oscuro. Sintió como el vacío de su interior se agrandaba un par de centímetros más, suspiró y miró el reloj de la mesilla con la intención de volver a la realidad. 

Apenas eran las ocho de la mañana, se había olvidado de lo madrugadora que era Amelia. Se incorporó y se dirigió a la cocina. En la mesa; su taza de siempre y un plato con churros, era imposible no echarla de menos. En cuanto terminó de desayunar y de arreglarse, cogió una camisa prestada de la morena, para ser exactos, cogió su camisa favorita, sería su excusa para poder volver a verla porque todo seguía en el aire, ni Amelia ni ella habían hablado de su relación, de si querían volver a intentarlo o no. A fin de cuentas lo dejaron por pensar diferente y a pesar de que Luisita ya no formaba parte activa de la lucha seguía con sus mismos ideales. Quizá el haber bajado las armas era motivo suficiente para que Amelia la volviera a ver como la Luisita de la que se enamoró aunque de aquella Luisita quedaba más bien poco. 

****

- Luisita ¿al final haces algo esta tarde? - Le preguntó su compañera de trabajo. 

Consultó el reloj, era la cuarta vez que lo hacía en menos de una hora. 

- No, bueno, no sé, es que tengo que hacer unos recados ¿por?

- Vamos a ir a un bar a tomar unas copas ahora a la salida por si te vienes. 

- ¡Uy! No, no creo que me dé tiempo. - Contestó apurada. 

Claro que le daba tiempo pero estaba deseando salir del hotel para pasarse por Cornejo y coincidir con Amelia en la salida. Durante todo el día había estado pensando la mejor forma de volver a encontrarse con ella, pensó en numerosos escenarios y diferentes franjas horarias, no quería que la morena descubriera sus ganas de volver a verla. 

Salió corriendo con el tiempo encima y rezando para que Amelia tuviese trabajo acumulado, sin embargo, antes de poder cruzar la calle, alguien le cortó su camino.

- ¿A dónde vas tan rápido?

- ¡Joder! Raquel que susto me has dado, pues a casa donde voy a ir.

- Pues creo que esa no es la dirección - Rió divertida.

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