Un escritor de romance con el corazón roto, decide escapar a Estados Unidos en búsqueda de inspiración. Allí, en un pueblo peculiar, conoce a cierto hombre, que es adorado por todos, pero esconde un secreto perturbador que, accidentalmente, el prota...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mi rostro se deformó en una mueca de dolor en el instante que aquellas garras alcanzaron a trasferir mi camisa, cortando mi pecho sin piedad, traté de poner en práctica todas las tácticas que me enseñó el arcángel traicionero, algo que me ayudó en varias ocasiones a esquivar ataques directos que mis limitados sentidos me permitieron detectar. El filo de la daga de mi anillo se clavó en su cuello y no dudé en tirar de este hasta el otro extremo realizando un corte limpio en su garganta, grandes chorros de sangre brotaron de aquella herida empapándome de esta, por lo que retrocedí aturdido por lo que había hecho. El tipo inútilmente intentó cubrirla, algo que no funcionó a su favor, ya que terminó exactamente como él me había prometido dejarme, muerto.
—Vaya, vaya... Al parecer te subestimamos, Humano. Tienes capacidades de lucha, supongo que Dawson tuvo algo que ver con eso, ¿Me equivoco? —El pelirrojo miró al tipo que no había dicho nada y este asintió, como si aquella mirada fuera una señal evidente.
Limpiando la sangre de mis manos con la tela de mis pantalones, miré de soslayo a Hal, quien miraba con atención cada uno de mis movimientos, alerta, como si aguardara a que algo extraordinario ocurriera de mi parte. Detalle que solo me llenó de impotencia, ¿Por qué siquiera tenía fe de que saldría vivo de esa situación cuando él mismo estaba en las peores condiciones gracias a esos tipos?
—No te subestimes, Gong. No cometas el mismo error que yo hice. —Mi sorpresa ante esas palabras provenientes de él se hizo evidente en mis facciones.
Tragando saliva volví mi atención a mi nuevo contrincante, su cuerpo lucía duro y cargaba consigo una mirada que me recordaba a un soldado bien entrenado, por lo que no me sorprendería que su técnica de lucha fuera impecable.
Sorpresivamente, lanzó su pierna hacia adelante, propinando un fuerte rodillazo a mi estómago que me sacó el aire en cuestión de segundos, causando que un ataque de tos me impidiera reincorporar mi espalda arqueada. La atrapé en el momento justo que este iba a repetir el mismo ataque y le propuse una patada en su pierna contraria logrando desequilibrarlo, en el instante que el tipo cayó al suelo no dudé en subir sobre este y usando mis puños empecé atacarle. Sin embargo, este logró salir con facilidad bajo mi peso y en un abrir y cerrar de ojos terminé bajo del suyo con sus manos rodeando mi cuello que no tardaron en apretar este con fuerza.
De modo inevitable, a mi mente apareció Jungsoo; aquel bajista se manifestó a través de imágenes; todos los hermosos momentos que viví con él, sus cálidas sonrisas, su aroma, sus dulces y adictivos besos, sus cálidos abrazos. Desde que conocí a ese hombre me era imposible imaginar un universo sin él, sentía que la humanidad no tenía sentido sin su existencia, o quizás, no era nuestro planeta que necesitaba de un Jungsoo, sino mi mundo, mi universo no era nada sin él y aunque estaba mal eso, no me importó. Mi sed de venganza era tan palpable como aquellas manos que rodeaban mi cuello, dispuesto acabar con mi vida.