Capítulo 14

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Observé por el espacio entre las puertas del closet y mediante los espejos una alta figura negra sin forma cubierta de pelo y plumas que se mezclaban entre sí del mismo color, haciéndolas casi indiferenciables; mantenía su peso en dos gigantescas ...

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Observé por el espacio entre las puertas del closet y mediante los espejos una alta figura negra sin forma cubierta de pelo y plumas que se mezclaban entre sí del mismo color, haciéndolas casi indiferenciables; mantenía su peso en dos gigantescas patas de pájaro, y en la cima, contaba con enormes alas que cubrían o reemplazaban sus brazos colgando a los costados de su cuerpo. Los gruñidos volvieron hacerse presentes y no supe si la respiración agitada que acompañaba esta era de aquel monstruo o de mi persona. La idea que quizás podría ser un disfraz cruzó por mi mente, pero la forma en que algunos músculos de la espalda de esa cosa se tensaba contrayendo las plumas y sus enormes patas clavaban sus garras al suelo creando un molesto chirrido me hizo pensar que no trataba de eso. 

Era demasiado realista y aquel plumaje no lucía para nada artificial. 

Parpadeé con fuerza múltiples veces intentando recapacitar de lo que quise creer como alucinación, pero al seguir viendo aquella cosa sin forma parada en la mitad del camerino, supe que realmente se encontraba pasando. En verdad estaba ocurriendo y estaba seguro de que si salía con vida de esa situación, nadie me creería al momento de contarlo. Deslicé mi mano por la cinturilla de mi pantalón y saqué el teléfono del bolsillo. Me apresuré a buscar la cámara y una vez me aseguré que el flash estaba apagado, alineé este entre la hendidura de las puertas a mi objetivo. 

«Vamos. Enfoca. Tienes que enfocar...», reflexioné intentando que mi teléfono hiciera eso, pero el temblor en mis manos no estaba ayudando en lo absoluto a mi causa. 

A través del lente, aprecié la forma en que de la criatura se removía sobre sí misma y surgía una cabeza como si en realidad hubiera estado encorvada todo ese tiempo, aumentando así su tamaño, el sonido del grujir de huesos y quejidos puso mi piel de gallina. Como si no pudiera sorprenderme más, aprecié cómo ese extraño animal pareció encogerse de tamaño y, en el momento que su rostro se reflejó a través del espejo, retuve un grito de sorpresa al reconocer las facciones de Jungsoo, sus ojos normalmente oscuros brillaban con luz propia en un azul eléctrico; con el pasar de los segundos su forma humanoide se hizo presente entre el pelo y el plumaje antes de que un desnudo hombre con brazos tatuados se dejara caer en la silla que estaba a su costado para inclinar su cabeza hacia atrás. 

Me apresuré a detener la grabación y la envié a mi nube de iCloud antes de guardar el aparato en el bolsillo de mi pantalón, ignorando la calentura en mi rostro. Mi garganta se encontraba seca y el temblor en mi respiración no solo aumentaba mi miedo al ser descubierto por el tatuado. Temía que se diera cuenta de que yo lo había visto. El sudor en mi frente se hizo más intenso y el oxígeno en aquel armario se tornó escaso a cada exhalación. Deseé con fervor que Jungsoo solo se vistiera y se marchara, o entrara al baño. Así podría irme e intentar encontrar la manera de salir de ese bar a como diera lugar. 

Pasaron uno, dos, cinco minutos en los que el hombre frente a mí se mantuvo en la misma posición, tanto así, que pude apostar por dos cosas: la primera, el tipo se durmió, o la segunda; se desmayó el muy hijo de puta. 

EN DISTINTA SINFONÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora