Mi corazón galopaba con fuerza contra mi pecho, quise atribuir eso como consecuencia de que Jungsoo me hizo pasar por un buen susto, deseé creer que el mal rato había terminado, y que podría volver a Northesden junto a él y actuar como si nada de eso hubiera pasado.
—Jungsoo, suéltame. ¿Quieres? —me quejé, intentando apartarme de sus brazos.
Este solo aflojó un poco el agarre, por lo que lo miré; nunca lo había visto tan cansado a como lucía en ese momento, y mi angustia aumentó por ello. Levanté mi mano y acaricié su mejilla con las yemas de mis dedos. Sus ojos se cerraron ante mi contacto, y para cuando los volvió abrir, noté que estos habían cambiado a aquel azul claro que tanto me gustaba.
—Déjame cuidarte —susurré.
Para mi sorpresa, obedeció. Me apresuré a la camioneta y saqué una manta de la parte trasera, regresé a él para envolverlo y, casi, arrastrarlo al interior de vehículo. Subí al asiento de piloto y encendí este para ponerme en marcha.
—¿A dónde vamos? —pregunté.
—Debo volver a Northesden.
—Yo te llevo.
—Yeonsuk...
—No me harás cambiar de opinión, Park. Así que mejor cállate. —No recibí respuesta de su parte.
Media hora después nos encontrábamos ingresando al pueblo, este lucía bastante tranquilo a simple vista, tanto así, que podría jurar que no estaba ocurriendo nada sobrenatural en aquel lugar. Le exigí que usara algo de lo que llevaba en mi maleta mientras me hice camino en las desoladas calles rumbo al cementerio de las estatuas lloronas. Al llegar, noté una que otra persona arrastrar cuerpos, había restos humanos por doquier, el olor a sangre y carne chamuscada me revolvió el estómago en el instante que descendimos del auto.
Hal se hallaba a varios metros en las mismas condiciones que había encontrado a Jungsoo, nos acercamos a este a pasos rápidos, cuando él notó mi presencia, frunció el ceño, para después darle una mirada cargada de reproche a su mejor amigo.
—¿Qué hace él aquí? —exigió, importándole poco que yo estuviera presente para escucharlo.
—Vine porque se me dio la gana, ¿El pueblo es tuyo acaso? —ataqué.
—Es muy peligroso Northesden en este momento, debiste evacuar con el resto de los humanos como los demás lo hicieron.
—Y eso hice.
—Pero estás aquí. Siendo un dolor de culo. —Lo miré mal, por lo que Jungsoo se interpuso en medio de ambos.
Estaba seguro de que ya había deducido que lo iba a golpear si llevábamos esa conversación por más tiempo.
—No es momento para que ambos discutan, tenemos mucho que hacer. —Su mirada se alternó entre el rubio y yo.
—¿Todos Los Cazadores terminaron así? —pregunté, haciendo que ambos me observaran de forma extraña—. ¿Qué?, ¿dije algo malo?
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EN DISTINTA SINFONÍA
FantasyUn escritor de romance con el corazón roto, decide escapar a Estados Unidos en búsqueda de inspiración. Allí, en un pueblo peculiar, conoce a cierto hombre, que es adorado por todos, pero esconde un secreto perturbador que, accidentalmente, el prota...