Capítulo 22

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—Deja de decir cursilerías, Jungsoo —lloriqueé haciendo pucheros

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—Deja de decir cursilerías, Jungsoo —lloriqueé haciendo pucheros. 

Tenía ese mal hábito en alejarme de la gente cuando estaba pasando por un ataque de ansiedad, ya que me ponía a la defensiva y solía ser muy grosero, era algo que me avergonzaba y me costaba controlar porque no quería ofender a nadie con mis comentarios hirientes, o peor aún, que pensaran que yo era débil o extraño. Pero el tener la compañía de Jungsoo en ese instante y que usara ese absurdo método para distraerme era algo muy dulce, y más porque no dejaba de acariciar mi piel como si intentase aliviar el dolor de mi golpiza mientras dejaba cortos besos en mi cabeza. 

—¿Cómo entraste? —murmuré, mis manos se sentía entumecidas por tenerlas empuñadas, así que aflojé el agarre en la tela de su camisa—. ¿Qué estás haciendo aquí en primer lugar? 

—Vendimos algunos de tus cuadros anoche, por lo que venía traerte el dinero, fue entonces cuando te escuché. Creí que algo malo pasaba, así que rompí una ventana y entré. —Me aparté alarmado ante la idea de que haya utilizado sus manos para romper el vidrio, cuando busqué alguna herida en su piel, el tatuado soltó una risa, por lo que le miré confundido—. Utilicé piedras, tonto. No soy tan estúpido como para lastimarme las manos. 

Lo miré mal y me aparté, pero este volvió a pegarme a su cuerpo jalándome de los hombros. 

—Verte de esa forma me partió el corazón, me arrancaste el alma sin anestesia, Yeonsuk Gong. Así que devuélvela. —Sonreí débilmente y besé sus labios de manera suave a la vez que sentía sus brazos abrazar mi cintura de forma tierna—. Gracias. 

Levanté mi rostro y lo acerqué de forma que su boca tocó la mía, acto que causó un cosquilleo en mi estómago. 

—¿Por qué me agradeces? —susurré sobre sus labios. 

—Por devolver mi alma. —Golpeé su hombro sintiendo mis mejillas arder. 

—Deja de decir tonterías, Park. —Me miró mal. 

Me ayudó a levantarme y después de tomar algunas cosas lo seguí afuera, allí estaba su motocicleta. Subimos a esta y emprendimos camino, mientras Jungsoo conducía a las afueras del pueblo, me abracé a su cintura y clave mi nariz en la piel expuesta de su cuello inhalando su aroma. No tenía la menor idea a donde nos estábamos dirigiendo, pero sabía que sería un lugar alucinante, ya que el tatuado siempre encontraba la manera de mostrarme lugares que parecieran de otro mundo. O quizás, no eran los lugares, sino él; que tenía un extraño poder oculto en hacer que todo su alrededor se viera abrumador y misterioso. 

La noche estaba helada, de manera que maldije no haber traído un abrigo conmigo. Traté de mantener mi mente ocupada para ignorar el hecho de que me estaba congelando el culo, así que fije mi vista en los árboles que dejábamos atrás, entretanto Jungsoo conducía a una velocidad media, bajé mi mano de su cintura y la dejé en su muslo para darle un simple apretón disfrutando de lo duro que era este. El azabache no tardó en tomar esta y entrelazó nuestros dedos. Su mano estaba caliente a diferencia de la mía, su agarre era suave, pero a la vez firme, era simplemente perfecto, la forma que mi mano encajaba con la suya era bastante curiosa. Mordí mi labio reteniendo una sonrisa para ocultarme de nuevo contra su cuello, sintiendo como mi corazón pareciera querer salirse de mi pecho. Me regañé por eso, me reñí por sentirme de esa forma cuando Jungsoo y yo solo éramos amigos. 

EN DISTINTA SINFONÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora