Un escritor de romance con el corazón roto, decide escapar a Estados Unidos en búsqueda de inspiración. Allí, en un pueblo peculiar, conoce a cierto hombre, que es adorado por todos, pero esconde un secreto perturbador que, accidentalmente, el prota...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Gimoteé en el instante que al sacar un pie de las mantas el frío me obligó a meterlo de inmediato debajo esta otra vez, me adentré bajo estas por completo y me abracé con brazos y piernas al hombre que yacía dormido a mi lado, no pasó mucho tiempo después de eso a que escuchara ruidos extraños con la garganta por parte de Jungsoo, quien me envolvió con firmeza pegándome a su anatomía haciéndome sonreír, su aroma acompañado de su calor corporal me motivó a ronronear mientras frotaba mi mejilla contra su piel desnuda.
—Moriré de frío... —lloriqueé haciendo que el abrazo de Jungsoo se apretara con firmeza, su respiración pausada recayó en mi cara en el momento que levanté este, aprecié lo bonito que era aquel hombre, sus facciones relajadas, tenía la nariz rojiza al igual que sus labios y quise regañarlo por haberse ido a dormir con tan poca ropa.
Saqué mi mano con cuidado de su abrazo para apartar algunos mechones en su cara y pasé las yemas de mis dedos por sus cejas de forma suave. Mis caricias bajaron a su pómulo hasta concluir el camino a sus labios, di un respingo cuando el híbrido dejó un pequeño beso en este causando que mi corazón diera un vuelco contra mi pecho.
—¿Estás despierto? —murmuré.
Abrió sus ojos segundos después, parpadeó múltiples veces para después mirarme con una mueca pequeña, imité su gesto volviendo a ocultarme bajo las mantas, su cuerpo se sacudió de forma suave antes de que un sonriente Jungsoo se sumergiera también bajo estas. Volví a levantar mi rostro para acercarlo al suyo a tal punto que nuestras narices rozaron, el tatuado aprovechó esa corta distancia para frotarlas de forma suave despertando así mis lombrices estomacales.
Las punzadas en mi vejiga me obligó a apartarme y en el instante que salí de la cama solté un lloriqueo infantil arrepintiéndome casi al instante de haberlo hecho. Caminando casi sobre mis dedos para evitar que mis pies se enfriaran por completo, me apresuré al baño para hacer mis necesidades, al terminar regresé al cuarto y me lancé sobre el híbrido que aún yacía acostado en la misma posición.
No pude evitar reírme en el momento que soltó un gruñido cuando puse mis manos heladas en su piel, se retorció e intentó apartarse de mi contacto, pero al final terminamos tumbados casi uno encima del otro.
—No quiero ir a trabajar —me quejé mientras ocultaba la cara en su cuello con mi voz enronquecida.
—Pues no vayas. —Solté un bufido.
—Como si eso fuera posible, tengo tarea acumulada por culpa de mi investigación, así que debo ir si no quiero resultar despedido.
—No es como si te afectara realmente ser despedido, eres escritor, ¿No? Vives de eso. —Rodeé los ojos en respuesta.
—Aun si pudiera vivir de ello no me gusta estar en casa haciendo nada, necesito ideas para el próximo proyecto y no encontraré inspiración estando aquí encerrado.
—Entonces ve a trabajar —me motivó, saqué mi cara de mi escondite y lo miré mal.
Este al contrario me dedicó una radiante sonrisa antes de dejar un beso en mis labios. Se levantó de un brinco y estiró sus extremidades haciendo crujir unas cuantas tensando los músculos. Mientras hacía eso mantuvo su mirada clavada en mi rostro a la vez que mis ojos recorrían cada centímetro de su piel sin siquiera disimular que ese hombre me tenía babeando.