23

6 6 7
                                        

[🎵🎵🎵]

Era la primera vez en años en los que algo hacía mover a Yoongi de la manera en la que lo estaba haciendo. De verdad. Su fuerza de voluntad había alcanzado tal cima, que aquel era el octavo día consecutivo en el que salía a correr siete kilómetros. Los primeros días fueron duros. Su cuerpo nunca había sido machacado de esa forma, y anímicamente tampoco estaba como para echar cohetes. Lo poco que consumía se iba la primera media hora, aunque poco le importara cuando conectaba sus auriculares y emprendía la corrida por las calles desiertas de las seis de la mañana.

Acostumbrarse a salir a hacer ejercicio sin desayunar le pasó factura varias veces en las que, a menos de dos kilómetros, terminaba echando lo de los dos días anteriores. Nunca pudo acostumbrarse a los temblores en su cuerpo tras el esfuerzo inhumano que su maldito estómago hacía. Pero valía la pena con tal de perder de vista a su madre y entrenar un poco su delgado cuerpo. Y bueno, no podía dejar ni un centímetro de piel al aire. El calor que acumulaba bajo la capucha de su chaqueta deportiva provocaba gotas de sudor que resbalaban hasta empapar todo su rostro.

—¡Hyung!—oyó una voz gritar a sus espaldas.

—Oh, Jungkook—el moreno vestía un chándal negro. Lucía una simple camisa blanca bajo la chaqueta desatada y trotó hacia donde Yoongi se encontraba con una diminuta sonrisa. Se le hizo raro no ver sus dientes de conejo—. ¿Tú también estás entrenando?

—Ajá. ¿Siempre vienes por aquí?

—Bueno, siempre—espetó junto a una silenciosa carcajada—. Desde la semana pasada.

—Ah... Y... ¿siempre vomitas en ese árbol?—Jungkook señaló un cerezo con el tronco mojado. Yoongi hizo una mueca, estirando sus labios.

—Supongo que no desayunar me afecta.

—Ya veo.

—Por cierto, ¿por qué nunca te he visto por aquí?—preguntó Yoongi, guardando sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón e inclinando levemente la cabeza.

Jungkook desvió los ojos y mordió su labio inferior.

—Voy de aquí para allá. No tengo una ruta fija y solo vuelvo a casa cuando el corazón está a nada de reventarme.

—No es muy común en mí, pero ten cuidado. No me gustaría verte en las noticias.

—Tú tienes más peligro y, aun así, mírate. En la calle.

Yoongi tiró de ambos lados de su capucha para hacerla más grande. El auricular inservible se veía por fuera del cuello de la chaqueta.

Una ráfaga amistosa de viento movió el flequillo de Yoongi, dejando que sus oscuros y profundos ojos crearan un contacto directo con los grandes ojos de Jungkook. Jungkook levantó un poco las cejas, creyendo que Yoongi se había enfurecido. Debería saber que las miradas del azabache acostumbraban a ser así.

—Escapo de la realidad—soltó Jungkook de repente.

Yoongi entrecerró los ojos.

Pero si la relación de ese tío con su madre era envidiable. Al menos para él.

—Aquí tiene, señora Kim. Todos los pagos. La señora Min me pidió que le entregara esta carta.

Depositó un sobre sin cerrar sobre las manos de Wook-ah.

—Gracias, puedes retirarte.

El mensajero hizo una reverencia y entró a la casa con buena postura.

Yeobo, ¿tienes listos los pasajes?

~Black Swan~ (BTS) (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora