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La furia que todos acumulaban podría llegar a ser una bomba nuclear si explotaban a la vez.

La noche volvió a caer en Busan. El reloj marcaba las diez de la noche y la mayoría ya estaba en su sexto sueño. Esa misma tarde, los chicos de Daegu llegaron con sus maletas para quedarse junto a los de Busan por mayoría aplastante: dijeron que permanecer juntos era lo mejor que podrían hacer por el momento hasta irse a China.

Los periodistas se cansaron de pedir respuestas y cerca de las dos horas se fueron junto a las chicas.

Esa noche, Namjoon no pegó ojo aunque su propuesta de permanecer al tanto fuera rechazada y los chicos le dijeran que durmiera, que el viaje a Pekín sería largo y todo sería más difícil si no tenía las pilas al máximo. Aunque, honestamente, dormir era lo último que planeaba hacer. Varios de ellos habían llegado al límite, y tener a Jimin durmiendo en la cama de sus padres frente a él le impedía pegar ojo.

No quería hacerlo porque le daba miedo.

Veía el pecho del susodicho subir y bajar con una lentitud casi torturante. Veía el parche que cubría la aguja clavada en su piel y recordaba el tocadiscos. No había vuelto a abrir la boca desde que les dejó las cosas claras a los periodistas.

—No...

Namjoon levantó la cabeza y observó a Jimin. Él se removió y a los segundos abrió los ojos.

—¿Todo bien?—le preguntó suavemente y Jimin asintió.

Pero luego empezó a negar. Sus finos labios temblaron y se ocultó el rostro entre las manos. Namjoon se levantó como si algo lo hubiera pinchado y se apresuró hacia Jimin. Puso su mano sobre la de Jimin y se arrodilló al lado de la cama.

—Eh... ¿Qué ocurre, Jiminie?

Jimin hipó en cuanto abrió la boca. Estuvo unos segundos reteniendo sollozos hasta que la mano que cubría su cara se dirigió a la zona de su pecho. Namjoon pudo ver entonces las lágrimas recorrer sus mejillas.

—No quiero seguir viviendo así...—musitó entre sollozos—. No... no quiero.

—Eso es—animó Namjoon, tomando con más fuerza su mano—, desahógate.

—N-no quiero, no quiero...—repitió—. Mátame, por favor, mátame.

A Namjoon se le partió el corazón al escuchar el dolor en su voz. No podía ni imaginarse lo que ese chico estaba sintiendo en esos momentos. Solo podía acariciar su mano y dejar que lo soltara todo. Eso haría un amigo de verdad.

—Dejad que me muera, lo odio, lo odio mucho.

—Tú puedes hacerlo, Jimin—negó—. Tanto yo como los chicos estamos aquí para ti, y creemos ciegamente en ti.

—No puedo hacerlo.

—Sí que puedes.

—No puedo.

—Será un camino difícil, pero quiero que sepas que no lo harás solo—Jimin miró a Namjoon con los ojos inundados en lágrimas—. Siempre hay luz al final del túnel.

Namjoon consiguió romper por completo al muchacho. Lo estrujó entre sus brazos y dejó que llorara. Permanecería el resto de la noche allí si Jimin lo necesitaba.

Pero resultó que rechazó su abrazo lo más amablemente que pudo y sin decir palabra alguna. Le pidió a Namjoon que se fuera, y así lo hizo.

El sueño era cosa de hacía veinte minutos, ahora estaba más despierto que un búho. La mansión estaba sumida en un intenso silencio, no quedaba nadie en pie a excepción de él y las opciones para entretenerse hasta las cuatro de la madrugada eran casi inexistentes. Pues me tiro en el césped, se dijo, y eso sonó fabulosamente perfecto en su cabeza. Salió por la puerta trasera y puso los brazos en jarra en cuanto levantó la mirada al cielo. Ni una estrella. Saltó los tres escalones a la vez y, mientras escuchaba el cantar de los grillos, se sentó en el césped para después, echarse en él en forma de estrella.

~Black Swan~ (BTS) (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora