~Black Swan~ (BTS) (FINALIZADA)

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Creo que me va a explotar la cabeza...

Ya, pero llevaba toda la última semana encerrado. No podía salir de la habitación si no era para comer o ir al baño. Al menos, eso dijeron sus padres. Lo que no sabían era que el joven aprovechaba sus horarios laborales para desatar su pasión. Cada día de la semana, a las ocho menos cuarto, su padre se iba, a las diez y media, se iba su madre, esperaba un cuarto de hora mirando al reloj y luego salía como un rayo de luz. Saludaba amablemente al servicio de la casa, quienes conocían su castigo y lo que Namjoon hacía con él y lo ayudaban en todo lo que podían.

Faltaban dos minutas para las diez y tres cuartos. Era el último día de la semana, por lo que tenía que aprovechar al máximo ese último ensayo antes del finde. Supo que ya era su momento cuando su puerta fue golpeada tres veces.

—Puedes salir tranquilo—dijo la mujer.

Casi al terminar esa frase, abrió fugazmente la puerta, sin dejar un respiro a la mujer para irse. Ese gesto la sorprendió, pero aceptó el abrazo que Namjoon le regaló con aprecio.

—Arreglaré tu habitación, así cuando vuelvan, verán que has hecho más de lo que debías.

—Muchas gracias, pero ya lo he hecho yo. Descansa un poco, te lo mereces.

—Como ordenes—ella hizo una juguetona reverencia que los hizo reír a ambos.

En todo el tiempo que llevaba trabajando en esa casa, se había dado cuenta de que ejercía más de madre que la propia señora Kim debido a sus frecuentes eventos y estrictos horarios. El pobre Namjoon se había criado entre puros mayordomos y asistentas, y eso había tenido consecuencias.

Su casa era grande. No podía quejarse de los lujos que esta poseía, pero no tenía ni punto de comparación con el casoplón de Seungmin. Él tenía una sala de baile que Namjoon envidiaba por encima de otros lujos que nunca fueron objeto a presumir por su valor. Recorrió los pasillos de su casa con el equipo de música de su habitación en brazos, pasando junto a altos pilares hasta entrar en la que era la sala de yoga de su madre en donde pasaba gran parte de su tiempo libre. Ser modelo implicaba tener un cuerpo de escándalo. Apartó varias pelotas, esterillas entre otras cosas coloridas y plantó el equipo de música. Conectó su móvil y lo dejó sobre la superficie. Dejó los primeros segundos de la canción hip hop que había puesto para entrar en calor y familiarizarse con el ritmo. Encaró el espejo, donde se le dificultó verse por culpa del reflejo del sol a través de los grandes ventanales y comenzó a probar distintos estilos de baile antes vistos en sus compañeros.

Probó varios estilos en casi tres cuartos de hora. Pero la ligereza con la que recordaba a Jimin bailando, haciendo parecer fáciles aquellos pasos y lo mucho que Hoseok marcaba los golpes de la base lo frustraron.

Nunca te saldrá como a ellos. Tienes que buscar tu propio estilo. Encuéntralo. Se aconsejó.

Bueno, ¿y qué? ¿Qué hay de malo en querer dominar un estilo que "no es el tuyo"?

Se golpeó con la dolorosa "realidad". Yo no bailo bien, se dijo, tirando su autoestima por los suelos y maldiciendo el momento en el que creyó que salir de su zona de confort sería maravilloso. Creerse algo erróneo te termina destruyendo.

¿Al borde del llanto? Sí, había tenido bastante.

Dejó caer los brazos a cada lado de su cuerpo y echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos y notando las gotas de sudor cambiar su rumbo. Había sido una de las sesiones más intensas que había tenido en meses, pero no estaba contento con el resultado. A pesar de su agotamiento físico, se dispuso a repetir una vez más la canción. Cuando estuvo frente al móvil y a punto de pulsar el vídeo, la pantalla cambió, dejando a la vista una llamada entrante de Jin.