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—¡Venga, por favor!—gruñó la mujer—. ¡Dije bien claro que estaban llegando y que prepararais las celdas! ¿Tan difícil es hacer eso?
—Discúlpenos, señora. Pero ha sido una noche complicada y...—el policía carraspeó, llevando a cabo una reverencia de noventa grados—... no nos ha dado tiempo...
—¿A mí me van a decir que ha sido una noche complicada? ¡No quiero piedras en mi camino! ¡Prepare ahora mismo las celdas o hago que lo echen por inútil!
—Sí, señora.
La oficial de Policía bufó enfadada y le dio la espalda a su compañero el cual suspiró aliviado en cuanto salió de la prisión. Dio la orden a sus compañeros y prepararon cuatro celdas más. Escucharon las puertas de cobre chirriar y entendieron que debían ir a supervisar a los nuevos presos. Uno de ellos se quedó junto a las celdas, esperando a más policías, pues según el historial, el nivel de peligro era alto. Pusieron sus gorras y cargaron sus pistolas por si la situación se descontrolaba. Salieron, y vieron una limusina en vez de los coches policía. Dos hombres esbeltos y de traje junto a una mujer bajita de pelo castaño y anatomía delgada salieron de ella. Saludaron a su jefa y caminaron hacia ellos.
Hicieron una leve reverencia.
—Bienvenidos.
—El presidente nos manda a aclarar unos cuantos puntos—aclaró seriamente la mujer—. Sería conveniente terminar cuanto antes.
—Oh, por supuesto... Síganme.
Los dos hombres de traje escoltaron a la mujer tras ellos hasta que llegaron al comedor.
—Qué vergonzoso... Tener que tener una reunión con personas como nosotros en un lugar tan... Ahg—se quejó ella, revolviéndose en su lugar con asco.
—Sentimos que no sea de su agrado, señora...
—Jung, para usted.
—Bien, señora Jung—uno de los policías retiró su gorra y la dejó sobre la mesa. Luego cruzó las manos sobre la misma—. Díganos.
—Se ha decidido darle a la gente lo que pide. El Gobierno tiene... planes para los rebeldes. No los queremos muertos, ¿entendido? De no ser así, ponen en riesgo su trabajo, sus familias y sus vidas, en general. Cuando se decida el día, los rebeldes serán esterilizados—la mujer respiró hondo y siguió—. Pero siguiendo con lo principal, en unos días, como ya he dicho, se sacrificará a uno de ellos. Solo para complacer al ciudadano.
—¿Algún candidato?
—Todavía no, ese no es mi trabajo.
—Lo tendremos en cuenta. ¿Algo más?
—¿Cuáles son los nombres de los capturados?
El hombre sopló con burla.
—¿He dicho algo gracioso?
—Disculpe, pero son demasiados como para nombrarlos todos.
—No me importa—saltó ella, inclinándose sobre la mesa y clavándole la mirada al policía.
El hombre aguantó el contacto visual de la misma manera en la que la señora Jung lo hacía, siendo una especie de pelea por ver quién intimidaba más al otro. El hombre pestañeó por culpa del eco de un golpe de una porra golpeando algo blando en las celdas del segundo piso. La mujer pareció satisfecha al haber impuesto su poder.
—Bien, recuerdo algunos pocos. Kim Seokjin, Kim Seungmin, Kim Namjoon, Kim Sun Woo, Kim Taehyung-
—¿Jung Hoseok?—interrumpió ella, al ver que no pasaba del apellido Kim. El hombre frunció el ceño, pensativo.
—No estoy seguro. Quizás—la señora Jung chasqueó la lengua, levantándose junto a sus escoltas.
—Eso es todo. Y por favor, limpien esta pocilga—dijo con asco antes de darse la vuelta e irse con sus guardaespaldas
Los hombres siguieron unos pasos por detrás de la mujer tras recibir la orden de la oficial: los rebeldes habían llegado.
Siete coches policía con las sirenas encendidas llegaron, levantando con los neumáticos todo el polvo en el camino y haciendo que ver fuera imposible. Los conductores bajaron y comenzaron a sacar a los rebeldes, muertos en vida, aparentemente.
La señora Jung esperaba frente a la puerta de la limusina a que fuera abierta, pero cuando lo estuvo, no subió. Observó a los rebeldes desfilar uno tras otro. Un chico rubio, con moretones visibles en su cara y el labio roto cayó al suelo sin poder frenar la caída, pues sus manos estaban esposadas tras su espalda.
—Jimin—llamó preocupado un joven de pelo platino, deteniéndose a su lado.
—¡Silencio!—ordenó el policía a su derecha.
El hombre atizó al chico con la porra en la espalda y él se retorció. Al muchacho rubio lo levantaron por el cuello de la camisa como si fuera una pluma y, al igual que al otro chico, le pegaron con la porra. Sus piernas temblaron hasta que volvieron a coger el ritmo.
Y la mujer seguía allí de pie, analizando, hasta que dio con la melena castaña que buscaba. Levantó la cabeza, manteniendo su neutralidad y solo entonces, subió a la limusina.
—¿Celdas listas?
—Listas—ella asintió conforme.
—Llévelos, señor Jeon. Y vigílelos en todo momento. No me defraude.
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~Black Swan~ (BTS) (FINALIZADA)
Fanfiction"2012. Cuando todo parece estar destinado, y velar por la libertad parece imposible, resulta que no termina siendo así. Un mundo donde el baile es considerado pecado en los hombres, siete chicos se arriesgan por seguir haciendo lo que tanto aman aún...