Tom siempre pensó en la muerte como una solución, no la propia, claro. Pensaba en la muerte de los demás, lo fácil que sería vivir en el orfanato si todos esos niños que lo tachaban de raro simplemente dejasen de molestarlo, si simplemente se fuesen...
Estaba sentado en su cama del orfanato, Dumbledore le había regalado (obligado a tomar) una semana de descanso, para procesar lo de su tío, él la había tomado para mudarse, se sentía como el primer día que había empacado para Hogwarts, la señorita Tomlinson estaba ahí como aquella vez, le ayudaba a empacar, constantemente la veía de reojo, abrazaba cada prenda de Tom al doblarla, quizá como una madre, él no lo sabía realmente, subió los pies descalzos a la cama donde estaba sentado, poniéndole más atención a sus movimientos y pegándose las rodillas al pecho.
— ¿Puedo hacerte una pregunta personal? —La mujer lo miró, asintió y él volvió a hablar—. ¿Por qué nunca tuviste hijos? Pareces apreciar a los niños.
Ella bajó un momento la mirada, soltó la ropa con delicadeza y después se sentó junto a él, Tom relajó su cuerpo involuntariamente.
—Nunca pude —Se encogió de hombros—. Tuve un marido, lo intentamos muchas veces, pero nunca lo conseguimos, unos años después fuimos al médico... nos dijo que soy infértil —suspiró. Pocas veces había tenido el sentimiento de que no debió haber preguntado algo, y esa era una de ellas... en realidad todas habían sido con la señorita Tomlinson —. Nos divorciamos tiempo después, y me alegro por él, la última vez que lo vi tenía un niño precioso de meses, eso fue hace años, claro. Y yo no quise volver a tener pareja... durante mucho tiempo me sentí inservible, ¿qué iba a ser de mi vida si no podía ser madre? Era lo único que realmente había aspirado a ser, lo único que realmente quería. Aunque terminé resignándome, ya qué más daba, y entonces conocí a la señora Cole, yo estaba buscando trabajo y ella me ofreció uno, estaba desesperada, así que acepté sin preguntar... cuando supe de qué era no cabía de la felicidad, no pude dejar de llorar.
— ¿Alguna vez pensaste en adoptar?
—Claro, muchísimas. Pero es muy difícil que a una mujer soltera le permitan adoptar, así que nunca lo intenté.
La mirada de la mayor estaba triste, Tom dio un vistazo rápido de arriba a abajo.
—Lo siento —La mujer puso una mano sobre su rodilla, luego la quitó, poniéndola en la mejilla de Tom como una leve caricia.
—No pasa nada... estoy segura que Dios no me dejó tener hijos propios para dejarme criar a más de uno.
Tom asintió, la mujer sonrió y él intentó corresponder de manera vaga, segundos después ambos volvieron a empacar. Llegó la hora de llevar las cosas a la vieja casa de su abuelo, ambos cargaban las maletas para salir de la casa hogar. La señora Cole se despidió de él con un abrazo, la señorita Tomlinson y él salieron entonces, caminaron hasta el callejón cercano, la mujer le tomó por el brazo y desaparecieron para aparecer en la vieja casa de los Gaunt.
—Jamás sabré por qué los magos prefieren aparecerse —Dijo, dejando las maletas en el suelo y tomándose el estómago—. No sé cómo se acostumbran a las ganas de vomitar.
Tom sonrió, abriendo la puerta con la llave y levantando las cuatro maletas con magia, le sobó la espalda a la mujer hasta que se recuperó y ambos se adentraron a la casa. La señorita Tomlinson miró alrededor, se detuvo especialmente en un cuadro que tenía el vidrio roto, se unió a ella... ésa era su madre, la reconocía por las fotos que su tío le había enviado.
—Tu madre era muy bella —¿Ella también la reconocía?—. Pero merece algo mejor que un cuadro roto, ¿no?
Le sonrió.
— ¿Conociste a mi madre?
Ella asintió, Tom tragó saliva.
—Era una mujer muy linda, físicamente y mentalmente... ayudó mucho con el orfanato cuando llegó, a pesar de estar a pocos días de dar a luz, era muy amable con todos los niños, estoy segura que ella hubiese sido una madre excelente...
— ¿Por qué murió?
La mujer bajó la mirada, rascó un poco su cuello y se aclaró la garganta.
—El embarazo fue muy arriesgado... el doctor sólo podía salvar a uno de ustedes, tu madre dijo que prefería un mundo en el que ella no estuviese antes de vivir sabiendo que jamás pudo tenerte en sus brazos.
—Dio su vida por la mía...
Murmuró, la señorita Tomlinson se apresuró a abrazarlo, le acarició la espalda como cuando era pequeño, tras unos segundos se separó y le acarició el rostro con los pulgares, sintió la humedad y los ojos llorosos, él nunca lloraba, ¿por qué lo estaba haciendo ahora? Sólo hablaban de una mujer muerta a la que nunca conoció, no tiene sentido que este llorando.
—Tu madre fue una gran mujer para su edad, y estoy segura que estaría muy orgullosa de ti... de lo que haz logrado.
Asintió, algunas lágrimas aún salían de sus ojos y se estancaban en las manos semi-arrugadas de la mujer, quien las limpiaba al instante, lo abrazó una vez más, y entonces correspondió, dando un largo suspiro.
— ¿Puedo pedirte algo muy personal?
Murmuró, ella asintió.
— ¿Podrías quedarte conmigo?
— ¿Esta noche?
—Toda la vida.
—Tom —Comenzó, pero la interrumpió.
—Eres lo más cercano que he tenido a una madre... si te soy sincero eres la única persona en la que pienso cuando alguien dice «mamá», y no quiero dejar de verte sólo porque ahora soy mayor de edad y debo dejar el orfanato.
Ella volvió a limpiarle las mejillas, sus labios temblaban y sus ojos comenzaban a llenarse de agua.
—Eres el primer niño que cuido que me lo dice.
Murmuró con un hilo de voz.
— ¿Te quedarás?
—Toda la vida.
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EN TIJUANA TODAVÍA ES LUNEEEEEEEEEES. También en california, so, todavía estoy a tiempo.
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