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El ciclo escolar había pasado rápido, Tom había visto a su hijo tomar confianza poco a poco, las costumbres se habían quedado, como ir con Tiberius al baño o que Sirius le acompañase a la sala común de Slytherin antes del toque de queda, porque tardó, pero consiguió volver a dormir en su habitación... claro que le ayudó que el director (Tom, en realidad) haya decidido que Tiberius, Regulus y Barty podían compartir habitación con Severus, a pesar de no estar en el mismo año. Al volver a casa celebraron el cumpleaños del pequeño Tom, hacía un año había nacido y él seguía sin creerse nada de lo que estaba pasando, hacía poco se paró a pensar sobre su vida, tenía veintiocho años y una familia, ni en sus sueños más locos de infancia había imaginado que viviría en una mansión, que conocería a su padre o siquiera que tendría esposa e hijos, ni siquiera planeaba seguir viendo a la señorita Tomlinson, y ahí estaba, sentado frente a la barra de la cocina, viéndola hacer el desayuno y enseñándole a Severus una de sus tantas recetas.

— ¿Por qué nunca cocinas, pá'?

—Porque tu Maw-Maw no quiso enseñarme más después de que incendié la cocina de la casa Gaunt por accidente una vez.

Meredith lo vio con cara de pocos amigos.

—No fue una, fueron cinco, mentiroso.

—Pero ya no me quisiste enseñar.

—Obviamente no, tuvimos que cambiar la estufa cinco veces, no me iba a arriesgar a una sexta.

Severus sonrió.

—Pensé que eras bueno en todo.

La señorita Tomlinson se rió.

—Tom es muy inteligente y tiene más dones de los que cualquier persona podría soñar, pero es un desastre para las manualidades y la cocina.

—Y odio limpiar.

—Y hacer ejercicio —Dijo la señorita Tomlinson.

Bella entró por en andén con su rostro inexpresivo, cargaba al bebé, y en cuánto la vio, Severus dejó de cocinar para ir hasta ella, quien lo saludó con la mirada más dulce que le había visto, le dejó cargar a Tom y después le miró a él, volviendo relajar el rostro.

—Amor, ¿puedo hablar contigo?

—Claro.

Se levantó, caminando con ella hasta la oficina de Tom, cerrando con llave, la mujer insonorizó la habitación y se cruzó de brazos.

— ¿Hay algo que me quieras contar?

—No... Bella, sabes que no soy bueno con las adivinanzas, si sucede algo dímelo directamente.

Ella suspiró, de su bolsillo trasero sacó una nota, y comenzó a leerla.

—«Avery intentó abusar de Severus y casi me mata» —Después pasó a mirarlo a los ojos, algo en ellos le hacía sentir que asesinaría a alguien, pero en general estaba calmada—. Tom... debiste habérmelo dicho... habría viajado a Hogwarts para cuidar a Sev... u otra cosa.

Hubo algo en el tono amargo que usó, algo que le hizo sentir que no era la Bella que normalmente veía.

—Bella, mi hijo estaba traumatizado, ni siquiera pensé en algo más que cuidarlo... con suerte pude mandar a los Avery a Bulgaria sin matar al maldito bastardo ese.

Su mandíbula se apretó, con sólo recordarlo su sangre hervía, y su cabeza luchaba entre el odio contra Dominick y contra sí mismo. Bella chupó sus propias mejillas, respiró profundo, y con la voz más calmada que le había escuchado dijo:

— ¿No está en Azkaban? —Él negó—. En el nombre de Merlín.

Susurró, cerrando los ojos y frotándoselos.

—Bella.

—Tom.

—Tú no conoces a Magnus. Créeme que me hubiese encantado que su engendro se pudriese en Azkaban, pero Magnus vendría por ti, por Tom, por mi padre o la señorita Tomlinson, sabe dónde vivimos, sabe que al único que puedo cuidar a diario es a Severus, a ustedes sólo tres meses, y ni siquiera de corrido... fue la mejor desición que pude tomar.

—Tu intención es muy nombre, amor... pero no olvides que yo sé cuidarme sola, y no dudes que puedo cuidar a nuestros hijos y a tus padres sin ayuda.

—No lo dudo, pero insisto, no debes subestimar a Magnus.

Ella se acercó, le tomó por las mejillas, le dio un pequeño besó y murmuró:—Tampoco deberías subestimarme.

Y se fue.

Tom la conocía, era la misma chica que se sonrojaba cada vez que lo veía por los pasillos, la misma que le mandaba regalos cada navidad y cumpleaños, la misma mujer que le pidió un beso en esa noche de cita, la que lo regañó por matar a una araña y le sermoneó porque todas las formas de vida tenían valor. No dudaba en que consolaría a Severus y lo cuidaría durante todas sus clases, quizá regañaría a quien sea que se atreviese a tratar de intimidarlo, pero de ahí en más no la creía capaz de lastimar, ni siquiera mataba moscas, sólo las sacaba de casa y ya. Tom bajó las escaleras, encontrándose con Bella, aferrándose a Severus, quien murmuraba cosas como «Yo también te quiero» y «Me aprietas los pulmones», sí, ella no sería capaz de herir a alguien.

Los días pasaban y ella seguía siendo la misma mujer mujer sonriente y amable, casi no se despegaba de Severus, aprendían a cocinar juntos, practicaban quidditch y cuando a era turno de Bella de para cuidar a Tom, lo hacían juntos. Todos los días se los veía juntos, excepto ese viernes, Severus había invitado a Sirius a la mansión y Bella fue a casa de su padre para que su madre viese al pequeño Tom. La señorita Tomlinson estaba en el orfanato y su padre estaba ayudando al señor López en un caso, él se había quedado hablando con la señora Lennox, Sirius y Severus estaban en la sala, la télévision estaba encendida pero con el rabio del ojo podía ver que no ponían atención, estaban hablando, no sabía de qué, pero a ratos se besaban y parecían muy enamorados, Tom sonrió, nunca creyó verlos así sin ganas de hechizar a Sirius.

Horas después habían salido al patio, Tom ayudaba a la señora Lennox con la comida (él le pasaba los ingredientes y cortaba algunas cosas) y Bella por fin llegó con el bebé, estaba dormido, así que sólo saludó por encima para llevárselo al dormitorio, no le dio mucha importancia, al menos no hasta el domingo que recibió una carta de Tadeo.

«Dominick tuvo un paro cardíaco, ven a Bulgaria ya»

Todo fue borroso desde que leyó sobre la muerte del chico, los Avery lloraban, sus familiares cercanos, algunos amigos de Dominick, él y Tadeo le dieron el pésame a Magnus, se aferró a Tom, ¿por qué la gente insistía en abrazarlo? Lo consoló, o al menos lo intentó.

—Lo siento, lo siento.

Por primera vez desde que lo conocía le escuchó decir que lo sentía. Lloró en su hombro toda la noche, se quedaron ahí hasta el entierro, Tadeo se excusó con el trabajo y Tom con tener que ir con su familia, Magnus los entendió y volvió a disculparse con él. Se despidieron y ambos volvieron a Londres, ninguno dijo nada, pero Tom pensaba mucho.

—Bella, quiero hablar contigo.

Fue lo primero que dijo en cuanto entró a la mansión, ambos fueron a la oficina, ella con una gran sonrisa, él no tenía expresión.

—Dominick murió.

— ¿En serio? —Su felicidad no cambió—. ¡Qué pena!

— ¿Qué hiciste?

— ¿Por qué piensas que yo hice algo? Un paro cardíaco le puede suceder a cualquiera.

—No te dije de qué murió.

Su sonrisa perfecta se borró, una burlona y más sobrada se instaló en cambio.

— ¿Me acusarás con los aurores?

Él negó.

— ¿Por qué lo hiciste?

—Nadie le hace daño a mis hijos y vive para contarlo, Tom.

La mujer se fue sin respuesta. Quizá Tom no la conocía.

ΜεταμόρφωσηDonde viven las historias. Descúbrelo ahora