39

194 44 20
                                    

La doctora les pidió que durante esa semana de observación no le hiciesen preguntas, Bella apenas estaba procesando la hemorragia, que pudo haber muerto y que habían pasado casi dos meses, no necesitaba más preguntas. Cuando pudo volver a casa, ambos estaban en su habitación, ella cargaba a Mattheo, Tom los veía, mordiéndose la lengua para no estresarla con todo lo que quería decir.

—Ya, pregúntame lo que quieres preguntar.

— ¿Qué?

—Llevas mirándonos un buen rato, dime lo que quieres decir.

¿Desde cuándo se había vuelto tan obvio? Suspiró.

— ¿Por qué no me dijiste que estabas embarazada?

No era reclamo, juraba que no, sólo quería entender. Bella sonrió, acariciando el rostro de su bebé y después mirando a Tom.

—No lo sabía... créeme que lo que más me sorprendió fue que la doctora me dijese que afortunadamente pudieron salvar a Mattheo... yo no tenía ni idea de que hablaban.

—A mí me dijo que debió haber nacido en diciembre... tenía ocho meses, debimos haberlo sabido.

— ¿Cómo? Tenía mi periodo cada mes y no creció mi vientre —Su sonrisa se borró, su rostro se volvió una mueca preocupada—. ¿Te dieron sus análisis? ¿Cómo está de salud? Hay que llevarlo a-

—Bella, tranquila... está bien, para un bebé prematuro está muy bien. ¿Qué pasa?

— ¿Recuerdas nuestro aniversario? Bebí mientras estaba embarazada de él, debemos ir a que lo revisen y —Se quedó en silencio cuando Tom apareció una carpeta—. ¿Qué es eso? —no dijo nada, buscó los papeles que le habían dado en el hospital, y se los tendió, ella los leyó—. Está sano... —una sonrisa se asomó en sus labios—. Nació el diez de octubre.

Murmuró como si fuese la fecha más especial del mundo.

—Sí, la doctora dijo que... ¿qué pasa?

Talló un poco su ojo antes de responder.

—El diez de octubre fue la primera vez que hablamos... cuando te pedí ayuda.

— ¿Aún recuerdas qué día fue?

Bella asintió, volviendo a ver a su hijo.

—Era sábado y cuando fui al baño vi sangre... mi mamá me había hablado antes de la menstruación y esas cosas, pero me asusté y busqué a Madame Pomfrey, después a Milicent, ninguna estaba y aún no tenía amigas, Andy se había ido a hogsmade con Ted y eras la única opción que me quedaba... te juro que intenté pensar en soluciones por mi cuenta, pero no podía hacer nada más que pedirte ayuda... me estaba muriendo de vergüenza, me gustabas tanto y pensar que sabrías que me estaba bajando me puso completamente roja.

—Espera, ¿te gustaba desde entonces?

— ¿A quién no? —Se giró para verlo.

— ¿De qué hablas?

— ¿En serio nunca te diste cuenta? —Él negó—. ¿Cómo? Todas mis compañeras estaban locas por ti, incluso algunas amigas de Andy hablaban de lo sexy y misterioso que eras, solían decir que la envidiaban porque a ella sí le hablabas más allá de tus deberes como prefecto... siendo honesta yo estaba celosa, demasiado.

Tom sonrió con el ceño extrañado.

— ¿Por qué?

—Pensaba que estabas enamorado de ella. Siempre la tratabas mejor que a los demás, aunque no pasaba todo el tiempo contigo como Astrid o Aristóteles. Siendo completamente honesta, también habría pensado que te gustaba Astrid si no la tratases como una hermana...

ΜεταμόρφωσηDonde viven las historias. Descúbrelo ahora