-Sev, despierta -Dijo moviendo un poco al chico de trece años, quien se removió y cubrió la cabeza con la manta.
-Cinco minutos más, papá -Tom se separó un instante, desde que le adoptó sólo le llamaba señor Riddle, hasta que le dijo que estaba bien si le llamaba Tom, le costó un poco, pero se acostumbró, y esa era la primera vez que le llamaba papá, sonrió tontamente.
-Sólo cinco minutos... hijo.
Bajó las escaleras, viendo a la señorita Tomlinson preparando el desayuno, le dio un abrazo, tomando una taza después para prepararse un café.
-¿Y ahora tú? ¿Por qué tan cariñoso?
-Sev me dijo papá.
-Ay, Tom -El tono chillón y los ojos brillándole de repente le alertaron que estaba más emocionada que él.
Horas después se despedían de la mujer y de su padre que estaban en el andén 9 ¾, los preadolescentes comenzaron a charlar después y Tom se puso a leer un libro, ni siquiera se dio cuenta cuando estaban a punto de llegar al castillo, si no fuese por Minerva que le llamó para que fuese con ella se hubiese quedado leyendo hasta que el tren parase.
-Te veo en el gran comedor -Le dijo a Severus antes de salir.
- ¿Mmh? Ah, sí papá.
Volvió a sonreír, le volvió a llamar así al día siguiente, y el siguiente a ese, ya se había acostumbrado, pero seguía sonriendo como tonto, ¿a eso se le llamaba felicidad? No iba a mentir, estaba sintiendo aquello que muchas veces fingió sólo para no ser un bicho raro. Todo era curiosamente perfecto, habían pasado tres meses desde que llegaron al castillo y no había castigado a nadie... bueno, al menos hasta ese día, estaba escribiendo una carta para Bella, con el rabillo del ojo alcanzó a ver cómo Black se ponía algo en la boca y lo escupía hacia Severus, tenía un popote entre los labios, ¿de dónde carajos había sacado uno? Tomó su libro de la material y lo azotó contra el escritorio, alertando a los demás alumnos y Sirius torció los ojos, ni siquiera disimulaba.
-Ya me tienes harto -Pronunció-. Levántate y toma tus cosas, ya -el menor volvió a rodar los ojos, pero obedeció-. Severus, haz lo mismo por favor -los ojos de su hijo se abrieron de manera inhumana, pero también hizo caso-. Señorita Evans, hágame el favor de supervisar que sus compañeros terminen la actividad y apunte en un pergamino a aquellos que empiecen a hacer desastre.
La pelirroja asintió, él tomó por el hombro a ambos muchachos y se los llevó hasta la oficina de Dumbledore; con impaciencia dijo la contraseña, subiendo con Black al frente y Severus atrás por protección. Llamó a la puerta cuando la escalera terminó, un «adelante» se escuchó y abrió la puerta.
-Tom, qué milagro, ¿a qué debo tu visita?
Hizo pasar a los preadolescentes tras él, de nuevo cuidando de su hijo, se plantó frente al director y con una voz de penumbra pronunció:
-Llame al padre de este... de Black.
El viejo asintió, usando la chimenea, y tras unos minutos el señor Black estaba en la oficina junto a ellos.
- ¿Sucede algo? -Parecía asustado, con urgencia fue hasta su engendro revisando que no le hubiese pasado nada-. ¿Estás bien, mi amor?
-Sí, papá -Dijo como pudo, su padre le aplastaba las mejillas y Tom carraspeó para llamar la atención.
- ¿Por qué me han hablado?
-Su- -La mirada de Dumbledore tras los anteojos semiredondos le pidieron que aguantase un poco más-... su hijo, no para de hacerle la vida imposible al mío desde que le conoce, no importa cuántos castigos se le pongan, no entiende, hemos hablado con su esposa en las reuniones de padres y maestros, pero su hijo sólo se calma los primeros meses, después sigue siendo un demonio insufrible. Y por alguna razón le encanta hacerlo en mi clase, como si le encantase retarme.
El señor Black se frotó el puente de la nariz, suspiró y miró a su hijo para después volver la mirada a Tom.
-Le prometo que lo controlaré profesor, no se va a repetir, y si pasa no dude en llamarme de nuevo -miró mal al preadolescente, quien estaba cruzado de brazos y con el ceño fruncido, suspiró y abrió la boca de nuevo-. En verdad lamento las molestias, déjeme compensar-.
Tom levantó una mano en señal de que parase.
-No es necesario, señor Black, sólo le pido que controle a su hijo porque no voy a seguir tolerando su comportamiento.
El hombre asintió, disculpándose una vez más y saliendo de la oficina junto al mocoso, ellos salieron unos segundos después, Severus le dio un abrazo y él le regaló un beso en la cabeza, mandándole a su siguiente clase. Avanzó para volver a su salón, alcanzando a escuchar un «¡Porque me gusta!» de la irritante voz de Black, por supues que le gustaba molestar a Severus, le encantaba, parecía también disfrutar de sacarlo de sus casillas. Se dio la vuelta para no toparse con padre e hijo, tomando el camino más largo hasta su salón, llegando cinco minutos después de empezada su clase.
Días más tarde seguía vijilando al mocoso, no había hecho nada y eso era lo que más le ponía los pelos de punta, pasaba de largo cuando estaba cerca de él o de Severus, tampoco había hecho «bromas» con su trío de amigos, ni siquiera había mandado a Pettigrew a distraerlo. Se sentía extraño, demasiado, pero intentó no tomarle importancia. Estaba calificando unas redacciones cuando su hijo entró al salón, con pereza bajó la pluma e internamente agradeció porque le fuese a distraer un rato. Tenía en la mano una nota con una flor, un tulipán, las flores favoritas de Severus.
- ¿Para mí? -Bromeó, el chino negó.
-Me la dio Black.
Su boca hizo una mueca.
- ¿Como en Sirius Black o en Regulus Black?
Porque había una gran diferencia, el hermano menor del mocoso era educado y tranquilo, a pesar de tener el mismo apellido eran como el agua y el aceite.
-Sirius Black.
-Dámela.
Así lo hizo, la revisó a profundidad, varias veces, al derecho y al revés pero no tenía nada, intentó una vez más pero era inútil querer encontrar algún hechizo, un maleficio o lo que sea, era una simple nota a mano con una flor que seguramente había arrancado en hogsmade. «Lindo día», era lo único que decía la nota.
- ¿Y bien?
-No tiene nada... aléjate lo más que puedas de él, no me da buena espina.
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Μεταμόρφωση
FanfictionTom siempre pensó en la muerte como una solución, no la propia, claro. Pensaba en la muerte de los demás, lo fácil que sería vivir en el orfanato si todos esos niños que lo tachaban de raro simplemente dejasen de molestarlo, si simplemente se fuesen...