30

307 54 2
                                    

En diciembre volvieron a casa por navidad, su familia y la de Bella se habían vuelto a reunir en la mansión, quedándose nuevamente, esta vez fue más que una semana, y él en serio se sentía cómodo con ellos, desde el veinte de diciembre empezaron a llegar, claro que los primeros fueron Narcissa y Cygnus, Druella no se veía tan entusiasmada pero igualmente ahí estaba, sin dirigirle la palabra a Tom. Después los Tonks, los padres de Regulus con ambos hijos, y el tío Alphard, a Tom se le salieron un par de lágrimas, todos pensaron que era de emoción... pero en realidad no, recordaba el horrible dolor de cuerpo que había tenido por el quidditch y ahora sólo pensaba en qué excusa inventaría. El veinticuatro de diciembre, tras un largo, cansado y doloroso partido de quidditch que no pudo evitar (y en el que su padre, Bella en realidad, casi lo tira de la escoba) tuvieron la cena de noche buena, por la mañana del veinticinco todos abrieron sus regalos, los Black amaban tanto la navidad que incluso le hicieron un regalo al pequeño Tom, quién a penas y podía sostener el paquete por lo que él y Bella le tuvieron que ayudar.

El treinta y uno de diciembre llegó Astrid con sus padres y Aristóteles, hacía unos meses habían empezado a salir, en realidad no le sorprendió, pero tuvo que fingir que sí cuando la mujer se lo dijo; todos celebraron el cumpleaños de Tom, tomando una pausa para despedir el año y después siguieron como si aún fuese el último día de diciembre. Días después Alphard tuvo que volver al ministerio, Tom, encerrado en su habitación para que nadie le viese, lloró de la felicidad hasta que sus lágrimas ya no quisieron salir, una vez más no había podido decir que no le gustaba el deporte, incluso tuvo que hacer que sus amigos se callasen para no echarlo de cabeza. El dos de enero Dumbledore había vuelto al colegio, deseándole un feliz cumpleaños adelantado a Severus, Grindelwald se fue unas horas después, no recordaba la excusa que había usado, pero estaba seguro que había ido al colegio con su esposo. El siete de enero Druella le dio un gran abrazo a Severus junto con un pequeño paquete, diciéndole que lo sentía pero debía irse, debía ver a su madre o algo así, en realidad no prestó mucha atención. El día nueve festejaron a Severus con todos los amigos de éste, y el día siguiente volvieron al colegio; Tom sintió cómo toda la energía de su cuerpo se esfumó, ni el café más cargado que se tomó pudo hacerle abrir los ojos más allá de un par de milímetros. Se sentía feliz, pero cansado, más bien exhausto.

El lunes se sintió mejor, pudiendo dar sus clases con normalidad, incluso las asesorías de Sirius; seguía sin agradarle, pero desde que le vio defendiendo a su hijo dejó de ser tan hostil con él... en retrospectiva, había dejado de ser el mocoso imbécil que había conocido, seguía siendo un poco idiota, claro, pero realmente no se había dado la oportunidad de verle madurar lentamente como a todos los demás, ni siquiera a Severus lo veía como al chico de once años que conoció, apesar de que en serio se había intentado aferrar a esa imagen... todos habían crecido, y era capaz de verlo, ahora también con Sirius. Su voz siempre le pareció irritante, y ahora se daba cuenta que nunca la escuchó en realidad, su cabeza simplemente lo hizo sonar con el mismo tono irritante y agudo de sus once años, pero no era así, su voz había engrosado un poco, su rostro había endurecido y era casi tan alto como él, quizá medía entre un metro con setenta y cinco y un metro con ochenta, siempre pensó que era más bajo.

—Eit —La mano pasando frente a sus ojos le desconcentró—. ¿Me escuchas? Llegué hace diez minutos, ¿me darás la clase o puedo irme?

Claro que le había visto entrar, era justo por eso que pensaba en él y lo mucho que se perdió por estar enfurruñado.

—No... saca tu varita, repasaremos la oclumansia.

Sirius se quedó estático.

—Deberíamos repasar otra cosa.

Quizá podía intentar ser amable.

— ¿Por qué?

—No quiero que te metas en mi cabeza.

ΜεταμόρφωσηDonde viven las historias. Descúbrelo ahora