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El segundo cumpleaños de Mattheo fue igual de raro que el primero, y no era para poco, desde esa tarde en la que creyeron que Bella moriría, Druella era más amable con él... demasiado amable. Bueno, en realidad lo trataba con la misma decencia humana con la que trataba a Ted, y era raro... espeluznante, se atrevería a decir. Se había acostumbrado a que no lo quisiese, a sus miradas de odio y desdén, a ser todo lo que estaba mal en esta vida, a no merecer la pena... se había acostumbrado tanto a «no ser suficiente para Bella», que cuando lo fue, se sintió como un completo desconocido.

Druella nunca lo había abrazado, con suerte le saludaba de mano, pero después de ese día comenzó a saludarlo, las primeras veces le tomaba la mano, todas ellas, sin excepción, después comenzó con los abrazos, terminando con los besos en la mejilla cuando lo saludaba y despedía, fue un cambio gradual, nadie más que él parecía notarlo; intentó dejarlo pasar, pero mierda que era difícil, en realidad era más fácil acostumbrarse al desprecio, podía manejar eso, siempre fue así, la gran mayoría de personas que lo adoraban en el colegio fue por su labia y capacidad de manipular, y los que lo querían por ser quien era no habían demostrado despreciarlo al principio, así que sí, seguía siendo raro que la mujer que solía odiarlo repentinamente lo apreciase, ¡INCLUSO LE HABÍA COMPRADO ALGO POR NAVIDAD! ¿Cómo quería que no desconfiase?

La noche del diez de octubre pensó en ello más que otras veces, estaba en el cuarto de Mattheo, había caído rendido después de comer su pastel y Tom le llevó a su cuna, le recostó y arropó después de ponerle el pijama; normalmente volvería abajo luego de asegurarse que todo estaría bien, pero esa vez no, su vista se centró en el bordado de la cobija de su hijo, y supo que dejó de parpadear cuando Bella le llamó. Volteó, volviendo en sí bajo la mirada de su esposa.

— ¿Qué pasó?

Dijo ella. Él negó con la cabeza.

—Nada... estaba pensando.

— ¿Puedo saber en qué?

—Por qué tu madre se ha vuelto tan cariñosa conmigo.

— ¿No te habías arreglado con ella?

Volvió a negar—No... ¿de qué hablas?

—Cuando desperté... lo primero que vi fue a ustedes abrazados y llorando... pensé que ella te había pedido perdón o algo así, por eso me pareció normal cuando empezó a tomarte en cuenta para todo.

Entonces no era el único que se había percatado.

—No... estábamos hablando sobre ti.

— ¿Qué decían?

—Me recordó que hablarte podía ayudar a que despertases antes, yo respondí que quizá no me escuchabas. Ella preguntó si me daría por vencido y dije que no... no pude explicarle que incluso si tú te quedabas en coma toda la vida yo estaría ahí contigo... pero pensar en eso me destrozó, no pude con la posibilidad de que no volvieses a despertar... y lloré, así que tu madre me abrazó.

—Puedes vivir sin mí... incluso si muero podrías casarte con alguien más...

Bella le acarició el brazo, él negó una vez más.

—No, no podría.

—Claro que sí... eres atractivo y cualquier mujer tendría suerte si salieses con ella.

—No... no lo entiendes.

— ¿Qué cosa?

—No habría otra mujer... ninguna sería tú. Ninguna miraría a Severus con el mismo cariño que tú lo haces... ninguna jugaría con Tommy o ayudaría a colorear a Mattheo como tú lo haces... no me regañarían con la mirada cuando les doy a los chicos dulces antes de la hora de comer... no tendrían tu cabello, o tu voz... tampoco se emocionarían con cada pequeño detalle como tú, ni se volverían asesinas por defender a nuestros hijos... e incluso si lo hiciesen, ellas jamás serían tú.

ΜεταμόρφωσηDonde viven las historias. Descúbrelo ahora