43

181 35 23
                                    

El diez de enero volvieron al colegio, Severus seguía alterado, ¿y quién no? No todos los días el hombre que demostraba odiarte muere y te deja como su único heredero; los siguientes días pudo ver a Sirius junto a su hijo durante los descansos, no debía ser un genio para adivinar que Severus le había pedido estar con él; en realidad, todo lo que quedaba del año escolar pudo ver a Sirius, apesar de que Severus había procesado toda la información, él seguía ahí, uno de esos días escuchó su conversación por accidente, claro, tan accidental como era tenerlos al lado en la mesa de los profesores a la hora de la comida.

—Sirius... sabes que te amo, pero no necesitas estar pegado a mí veinticuatro por siete.

—Sí, lo necesito, no voy a dejarte solo cuando ese hombre se atrevió a ponerte en su testamento después de años de maltrato.

—Sirius, estoy bien, ya lo superé.

—Entiendo que estés en negación, no te preocupes, amor, yo me quedaré contigo hasta que puedas aceptar que te afecta todo esto.

¿Qué estupideces decía? Severus había tenido su duelo desde que fueron con el abogado, y hacía unas semanas hablando con Tom había terminado de procesarlo, Sirius lo sabía.

—Seguro, entonces esto no tiene nada que ver con que no quieres volver a la escuela de aurores ni me estás usando de excusa, ¿verdad?

La cara pálida de Sirius se volvió tan blanca como la nieve, lo había descubierto, y Tom había comenzado a reírse internamente... cualquiera que lo viese en serio pensaría que lo único que le importaba en ese momento era su comida.

—Es que si le digo a mi papá que ya no quiero ir me verá con esa cara de «te lo dije», y sí me lo dijo, pero no lo escuché y ahora tengo que soportar todos los ejercicios, la disciplina y sé que puedo hacerlo, pero no quiero, ni siquiera quiero ser auror, sólo es un capricho de cuando tenía seis años porque me parecía asombroso ver a mi papá serlo.

Escuchó la pequeña risa de Severus.

—Sirius, tu papá te va a entender, y por lo que me dices: él ya sabía que no quieres ser auror, si se lo dices ahora no creo que te regañe.

—Vellus...

—Siri, creo que tu papá preferiría que no sigas perdiendo tu tiempo en algo que ambos saben que no te gusta a que te gradués como auror, ¿no lo piensas así?

—Eso creo —suspiró—. Después de la comida iré con él y luego vuelvo-.

—No, después de la comida irás con tu papá y cuando le digas harás algo que te guste —alcanzó a ver una mueca que no pudo identificar en la cara de Sirius—. Pervertido, algo que no sea... acompañarme en el colegio. ¿No me dijiste que te gustaba los hechizos defensivos? Y si no mal recuerdo te graduaste con honores en esa materia a pesar de haberla casi reprobado los años anteriores. ¿Por qué no vas con alguien que te enseñe más sobre ello? Podrías ser un gran guardaespaldas o algo así.

—Sabes tan bien como yo que la única persona que podría enseñarme más hechizos de los que nos enseñaron en el colegio es tu padre, y está ocupado.

No dijeron nada por unos segundos, después Severus se volteó bruscamente a él y llamó su atención.

—Pa' —Dijo, un «mande» fue su respuesta—. ¿La señora Merrythought ya se ha retirado?

—No, pero sus actividades con los aurores son remotas, ¿por?

—Porque mañana Sirius le pedirá clases particulares.

—Oh, le mandaré una carta entonces.

—Gracias.

Le regaló una enorme sonrisa y volvió a voltearse con Sirius.

—Comienzo a pensar que lo único que quieres es que me aleje de ti.

—Amo estar contigo, pero no jodas, me acompañas hasta al baño.

—Lenguaje, Vellus.

—Mimimimi.

Una semana más tarde Severus le llegó con la noticia de que Sirius había comenzado sus clases, y cada mes le contaba lo que había aprendido. Tom le veía, se le iluminaba el rostro cada vez que leía cómo su novio había mejorado en oclumancia, legeremens, y hechizos defensivos, la señora Merrythought también le había conseguido un permiso para practicar las maldiciones imperdonables, bajo la primisa de que es el hijo de un auror, claro que debía saberlas para defenderse de cualquiera que intentase vengarse de su padre.

Así llegaron a Junio, ellos volvieron a la mansión, sus hijos estaban un poco más grandes y el pequeño Tom estaba por cumplir los cinco años, ya tendría la edad suficiente para ir a la escuela de su tía Narcissa; Mattheo caminaba mejor y estaba aprendiendo a correr; y el estómago de Bella estaba más grande, tras saludarlos a todos fue a hablarle a su vientre, no supo por qué, sólo sintió que debía hacerlo, y no se equivocó, el bebé se movió en cuanto lo escuchó, haciéndole sonreír.

—No se movía con nadie —Dijo Bella—, ni conmigo, sólo me pateaba a veces. Creo que sabe quién es su padre.

Un mes después fue la fiesta de Tommy, su padre había tirado la casa por la ventana, había llevado trampolines, payasos, pintacaritas y una botarga de la pequeña Lulu, su obsesión desde que vio un capítulo que daban en la tele, todos los amigos de Tommy fueron invitados, yendo la mayoría,  al igual que sus primos, aunque la única con quién podía jugar era Nymphadora, apesar de ser cuatro años mayor que él, por ser metamorfomaga había cambiado su estatura para estar a la par. Narcissa y Regulus habían llevado a Draco y a Harry a uno de los trampolines que estaba vacío, los niños sonreían y Mattheo había ido junto a ellos; cuando Narcissa y Regulus se distrajeron James, Sirius y Barty habían tomado a los niños y se pudieron a saltar con ellos, los pequeños reían, Tom se acercó para asegurarse de que Sirius no tirase a su hijo, y cuando lo notó, Narcissa regreso al borde del colapso, Regulus estaba un poquito más calmado que ella por lo que intentó tranquilizarla mientras le decía a James que agarrase bien a Draco, mientras, Barty y Harry estaban en su mundo, el hombre le hacía caras y el niño sonreía y ponía sus manitas sobre el rostro.

El quince de Julio, a las ocho de la mañana, Bella entró en labor de parto. Él comenzó a sentir miedo en cuando entraron al hospital, sabía que estaba todo en orden, cada mes Bella le mandaba los resultados de sus revisiones, y el mes pasado él mismo había escuchado a la doctora decir que no había de qué preocuparse; pero él tenía miedo, en su mente seguía vívida la imagen de su esposa al borde de la muerte, y no quería, no podría soportarlo una vez más. Para su suerte, diez horas después pudo entrar a verlas, una preciosa niña había nacido, con unos cuantos cabellitos negros y su piel estaba rosa. Bella le acariciaba la mejilla y Tom fue a sentarse a su lado.

—Se parece a ti.

Dijo él.

— ¿En serio? —Respondió en un susurro—. Creo que tiene la nariz de tu mamá.

—No creo que pueda tener la nariz de Maw-Maw.

Escuchó la risita.

—Tu mamá Meredith no, tu mamá Merope.

—Es verdad...

—En realidad los dos la tienen, tú y ella.

— ¿Tengo la nariz de mi mamá? —Siempre le habían dicho que la copia exacta de su padre, así que nunca notó algún parecido con su madre.

—Sí... tienes la cara de tu padre, excepto la nariz, esa es de tu madre, fíjate en las fotos que tiene mi suegro, es exactamente la misma nariz.

— ¿Qué nombre le pondremos?

—Pensaba en Merope Delphine... a menos que tengas otra sugerencia.

— ¿Merope Delphine...? Me gusta, es un lindo nombre.

ΜεταμόρφωσηDonde viven las historias. Descúbrelo ahora