4

814 123 8
                                    

Había pasado un mes desde el juramento, Tom tenía su libro favorito abierto sobre el regazo, veía la chimenea y lo relajaba el crujir de la madera quemándose, pero no paraba de pensar. Lo había hecho con una seguridad que ni él se creía, un impulso poco habitual le hizo querer demostrarle a la profesora que no le temía. En realidad la admiraba, pero en ese momento se había sentido retado, su razón se nubló y dejó de pensar. Suspiró harto de su cabeza, cerró el libro y lo dejó sobre las piernas de Astrid, ella le miró extrañada.

—Voy a salir, cuida mi libro.

— ¿Cuál es la palabra mágica?

Suspiró—Por favor.

La chica asintió con una sonrisa, volvió a leer el libro que ella llevaba y Tom salió de la sala común. Comenzó a caminar sin rumbo fijo, volteando para ver su brazo izquierdo de vez en vez, la tinta se comenzaba a desteñir y ya no parecía una serpiente saliendo de un cráneo, la talló un poco, haciendo que el sudor de su mano borrase un poco más. Levantó la mirada para no tropezar, no se había dado cuenta de cómo había llegado al pasillo que daba al patio, pero ahí estaba, disminuyó la velocidad, observó a su alrededor y no había muchas personas, se detuvo por completó, se sentó en uno de los ventanales, disfrutando del aire helado llenar sus pulmones y mover su cabello, sólo ahí pudo dejar de pensar, cerró los ojos y puso sus manos sobre el estómago.

Perdió la noción de tiempo, unos golpecitos contra el suelo se escuchaban cada vez más cerca, abrió los ojos lentamente, para él habían pasado no más de cinco minutos, pero el sol ocultándose le avisó que se había quedado dormido por lo menos tres horas, la cabeza le dolía y con suerte pudo distinguir a Bellatrix cuando levantó la vista. El sonido provenía de ella, la miró de arriba a abajo, descubriendo que llevaba un par de tacones negros demasiado altos para ella. Iba a pasarlos por alto hasta que se torció el pie y en un acto de reflejo se levantó para evitar que se diese de bruces contra el suelo. Intentó que se pusiese nuevamente de pie, pero el quejido de dolor le hizo saber que no podría.

—Esos zapatos no se ven muy cómodos —Murmuró.

— ¿Qué dices? —Levantó la vista y volvió a intentar ponerse de pie—. Oh, ¿los tacones? No lo son, pero... mi madre dice que debo esforzarme para ser más alta.

—Pues... yo creo que te ves bien tal como eres.

Las mejillas de la adolescente se tiñeron de un ligero rosa.

— ¿Tú... crees?

Tom sonrió.

—Sí.

La cara contraria estaba más roja que antes, Tom no le puso demasiada atención y le tomó por la cintura, ayudándola a subir al ventanal para cargarla en caballito, recordaba que eso hacía la señorita Tomlinson cuando él se lastimaba de pequeño y no podía caminar. La chica escondió la cara en su cuello, Tom sintió cosquillas pero resistió; la llevó de esa manera todo el camino a la enfermaría, cuando llegaron ahí estaba madame Pomfrey cuidando a un par de estudiantes menores que Bellatrix.

—Señor Riddle, señorita Black, ¿sucedió algo?

—Bella se dobló el pie en un pasillo, intentó pararse pero no lo consiguió, llevaba tacones cuando se lastimó, no sé si eso afecte, así que...

—Siéntela en una camilla, la revisaré en seguida.

Tom asintió, obedeció y como pudo hizo que se sentase, la chica se acomodó mejor y él se sentó en la silla al lado de la camilla.

—Ah, no tienes por qué quedarte, madame Pomfrey me curará, estaré bien.

—Pero si no lo consigue tengo que llevarte a tu habitación cargando, me quedaré aquí a esperar, no me molesta.

—En verdad —Insistió ella aún con la cara roja—, no tienes por qué, estaré bien... puedes irte si quieres.

Tom lo tomó como un «No quiero que estés aquí», asintió—De acuerdo —y se levantó, se despidió de Bellatrix con una mano, igual lo hizo de la enfermera, saliendo de la habitación y volviendo a la sala común, ahí seguía Astrid, pero los libros ya no estaban, con el ceño fruncido se acercó, abrió la boca cuando la mujer volteó para verlo, y antes de que pudiese pronunciar palabra ella habló:

—Tu libro está en mi cuarto, enojón.

A veces le sorprendía lo mucho que ella lo conocía.

—Vamos a cenar, ya es hora.

________________________________

Esta es la última vez que publicaré en miércoles, la fecha de actualización ha cambiado a Lunes y jueves.

ΜεταμόρφωσηDonde viven las historias. Descúbrelo ahora