— ¿Qué le respondiste?
Preguntó la señorita Tomlinson la mañana siguiente, sentándose frente a él con una taza de café entre las manos.
—Que necesitaba tiempo... él siguió llorando, pero pareció entender, asintió y me preguntó si podía darme un abrazo, le dije que sí, me lo dio y se fue.
—Tom...
—No quiero un papá... no necesito uno a esta altura de mi vida.
La señorita Tomlinson le sonrió, le tomó la mano y murmuró:—Inténtalo, ¿sí? No sabes lo que yo daría por volver a ver a mi papá una vez más —se levantó, dejando la taza en el fregadero y caminando fuera de la cocina.
—Eso es chantaje emocional.
—Sí, sí lo es. No olvides ir por mí, a las once, recuérdalo.
Y se fue. Tom se quedó pensando, un largo rato. Tras varias horas de preparar su clase para el siguiente lunes, finalmente lo decidió. Tomó una chaqueta y salió, caminando a la gran casa al inicio de la calle, quiso llamar a la puerta, pero no lo hizo, se alejó un par de pasos para volver a pensar, estaba decidido a regresar a la casa, pero con el rabillo del ojo consiguió ver la silueta de una persona, miró bien, su progenitor caminaba hacia él, tal vez no era tan buena idea irse.
—Tom —Dijo, dejando su maletín sobre el suelo cuando llegó hasta él—. ¿Pasó algo? ¿Estás bien?
—Sí, lo estoy... hablé con la señorita Tomlinson... con Meredith —Corrigió al recordar que él no sabía su apellido—. Tal vez... podemos hablar de vez en cuando...
—Claro que sí... lo que te haga sentir más cómodo para mí está bien —Tom respondió asintiendo—. ¿Quieres pasar? —señaló la gran mansión.
—Preferiría que no...
—Comprendo.
—Lo veo en alguna otra ocasión.
Se dio la vuelta para volver a casa, antes de dar el primer paso el hombre le tomo suavemente por el brazo diciendo «espera», Tom volteó.
—Te invito a desayunar, ¿qué tal este sábado?
—No puedo, tengo que volver al colegio.
— ¿Sigues estudiando?
—Soy profesor...
— ¿Tienes que ir en sábado?
—Es un internado... y está bastante lejos.... sólo me dieron una semana de descanso por... mi tío Murphy... así que mejor en otra ocasión.
—De acuerdo...
Tom sonrió de manera forzada, el hombre le correspondió y él volvió a casa.
El lunes por la mañana, durante el desayuno, se sintió como un bicho raro, quizá como cuando era pequeño y los niños del orfanato se burlaban de él, pero ahora no quería hacerle daño a nadie. Los alumnos de último año murmuraban, algunos no eran tan discretos y alcanzaba a escuchar que hablaban de él. Rodó los ojos, después se fijó en la mesa de Slytherin, la mayoría hablaba en voz baja. Bellatrix estaba sentada justo frente a él, le regaló una sonrisa y él la imitó, volviendo la atención a su plato. Cuando terminó de comer se dirigió directamente a su clase, siendo detenido por Slughorn.
—Muchacho —Dijo tomándole por los hombros—. Lamento mucho lo de tu tío, ¿cómo estás?
—Bien, profesor.
—No hay necesidad de fingir, sé que era el último familiar vivo que te quedaba y-.
—Disculpe, profesor, pero tengo una clase que dar.
—Oh, claro. Si quieres hablar con alguien, aquí estoy.
No dijo nada, esperó a que se fuese y volvió caminar para llegar al salón. Llegó más tarde de lo que hubiese querido, escuchó los murmullos a través de la puerta. La abrió de un golpe, los chicos de quinto año guardaron silencio al instante. Miró a los Slytherin, algunos de ellos se burlaban de los Gryffindor, quienes se habían erguido en su lugar a penas vieron a Tom.
—No voy a tolerar chismes en mi clase, tampoco murmullos sobre vidas ajenas —Con la varita comenzó a abrir un par de libros de los estudiantes—. Están aquí para educarse, no para hablar de las vidas privadas de sus profesores, así que cállense de una buena vez, y el que tenga un problema puede largarse de mi salón con un castigo —se dio la vuelta, viendo a todos tensos y callados, la única que no parecía estarlo era Bellatrix, que le tendió un papelito, él lo tomó antes de decir:—. Página doscientos veinte, ya.
Desdobló en papelito, rezaba: «¿Estás bien?». Miró a la chica, quien seguía viéndolo, sólo asintió, guardando el papel y caminado a la pizarra.
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Μεταμόρφωση
FanfictionTom siempre pensó en la muerte como una solución, no la propia, claro. Pensaba en la muerte de los demás, lo fácil que sería vivir en el orfanato si todos esos niños que lo tachaban de raro simplemente dejasen de molestarlo, si simplemente se fuesen...