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Desde ese día observó bien de cerca a Snape, sí, Sirius lo seguía molestándolo, se le había vuelto a unir Potter, a ambos los castigaba, pero ninguno de ellos lo golpeaba, de hecho, no había vuelto a ver un sólo moretón en las partes visibles de la piel del chico, y el único que le había visto fue tras las vacaciones en qué volvió a casa, no fue muy difícil conectar los puntos, si no era alguien de su cuadra debía ser su familia, así que en la reunión de padres y maestros no les quitó la vista de encima, sólo eran él y su padre, quien le dedicaba unas miradas cuando creía que sólo su hijo le veía, las comparaba con las que él mismo le daba a sus compañeros del orfanato, y no pudo evitar pensar que el señor Snape odiaba al chico. Sabía de buena fuente (Dumbledore) que Snape no había reprobado ninguna materia, ni siquiera había sacado una nota menor a supera las espectativas y sólo estaban ahí para recibir felicitaciones, consideraba estúpido mirar así a su propio hijo sin razón. Tras unos minutos les vio salir del gran comedor.

— ¿Me disculpa un momento? —Dijo a la señora Black, madre del monstruito que no toleraba, ella asintió con una sonrisa. Por amor de Dios, incluso entendería si ella le dedicase las mismas miradas a Black, pero no, sus ojos mostraban decepción, y en ningún momento trató mal al mocoso, él estaba enfurruñado sobre su silla, ella ni le corrigió la postura, lo que era raro en los padres sangre pura que había visto.

Se levantó del asiento, caminando fuera del gran comedor, alcanzando a ver que los Snape desaparecían en un pasillo, los siguió, primero corriendo y luego no para no alertar al mayor, en un pasillo no muy alejado estaba despotricando contra el pequeño, daba manotazos al aire y el chico se hacía para atrás y apretaba los ojos, tenía una expresión de puro terror, se acercó más, intentando entender lo que le reclamaba entre dientes, algo así como estar «desperdiciando su tiempo es mierdas estúpidas de magia». Un muggle imbécil, pensó en cuanto lo escuchó, cada vez estaba más cerca, asumió que Snape estaba muy asustado, ya que no notó su presencia. El hombre seguía despotricando, le dejó, esperando escuchar la suficiente información para irse contra él, pero no, había levantado la mano, dirigiendo un golpe al muchacho. Él actuó rápido, deteniéndolo y recibiendo el impacto en el brazo, terminó de colocarse frente al señor Snape, usando su propio cuerpo como defensa del chiquillo.

—Planeaba golpear a su hijo, señor Snape —Fue una afirmación pero el hombre le respondió un «Claro que no», mirándole de arriba a abajo, sentía el desprecio, y no le importó, quizá su yo de hace una semana lo hechizaría, pero en ese instante importaba más el chico de doce años que literalmente no había hecho nada para ser golpeado—. Bueno, creo que tenemos diferentes definiciones sobre lo que es estar a punto de dar una bofetada, ¿no lo cree?

—Severus —Dijo, el chico tembló, se había aferrado a la camisa de Tom sin que su padre le viese—, vámonos ya.

—Él se queda aquí —Le miró mal, Tom ni se inmutó—. Puede irse si quiere, señor Snape, pero el curso escolar no ha concluido. Puede ir por su hijo el doce de junio a la estación nueve y tres cuartos, que es cuando termina, y por si no lo sabe estamos a siete de junio.

Notó la cara del hombre tensandose, se dio la vuelta y salió de ahí, Tom le miró hasta que desapareció, se giró hacía Severus, poniéndose sobre una rodilla, «es muy bajito para su edad», pensó y dijo:

— ¿Estás bien?

Comenzó a llorar en cuanto le puso una mano sobre el hombro, la quitó, aunque no fue de mucha ayuda, entonces le volvió a abrazar, la última vez parecía haber ayudado, así que ésta no debía ser diferente. Los bracitos se aferraron a su cuello, le sobó un poco la espalda hasta que el llanto cesó, le miró una vez más cuando la respiración dejó de salir entrecortada, con delicadeza murmuró:

—Después de las vacaciones de navidad —Severus le miraba mientras se limpiaba las lágrimas con la larga manga de su camisa, nunca se había dado cuenta que llevaba ropa demasiado grande para él—, ¿fue tu papá quien te golpeó? —el menor asintió, Tom no atinó a hacer más que abrazarlo—. ¿Quieres volver a casa?

ΜεταμόρφωσηDonde viven las historias. Descúbrelo ahora