El resto del año escolar estuvo recibiendo cartas de su padre. Desde años anteriores él y la señorita Tomlinson compartían cartas gracias a una lechuza cualquiera que siempre se posaba en la mano de Tom cuando entraba a la lechucería, y no era difícil asumir que la mujer le hablaba a su padre cada vez que iba a responderle. Releía la última carta que le habían mandado, ambos le actualizaban de cómo había ido la semana, gracias a ellas la relación padre e hijo había mejorado un poco, ambos sabían más del otro, como que el hombre era un empresario a pesar de haber heredado la fortuna familiar de su padre, quien venía de una familia de millonarios. Pensó en escribir una respuesta cuando la puerta se abrió, vio entrar por ella a Bella, con el sonido de sus tacones negros resonar por todo el salón, había aprendido a usarlos desde el año pasado.
—Buenos días.
Dijo ella.
—Buen día —Murmuró, cerrando la carta y poniéndola bajo un par de papeles. Vio a la chica caminar hasta su asiento habitual, el que estaba justo frente a él, la vio dejar sus cosas junto al asiento y se sentó. No le dio más importancia, comenzando a escribir sobre el pergamino, comenzaba diciéndole a la señorita Tomlinson sobre volver a Londres por Navidad, nunca lo había hecho, así que quizá le agradaría la noticia, tal vez también podría invitar a sus amigos a la casa, hacía mucho no los veía. Pensaba mil cosas cuando el murmullo de Bellatrix le interrumpió.
— ¿Cómo haz estado?
—Bien —Respondió, dejando la pluma en el tintero—. ¿Tú?
—También... ¿el verano estuvo bien?
—Eh... sí, eso creo —Hizo una pausa, abrió la boca para decir algo más, aunque la puerta volviendo a abrirse se lo impidió, los estudiantes comenzaron a llegar y él empezó su clase como normalmente hacía.
Más tarde terminó su carta, y empezó dos más, la primera era para Astrid, a pesar de mandarle cartas con Dumbledore, él rara vez contestaba, más que nada porque lo olvidaba, y aunque la mujer lo sabía, era consiente de que debía disculparse antes de siquiera decirle la razón principal por la que le mandaba la carta. La segunda fue para Aristóteles, con él no hubo necesidad de la larga disculpa, en esos seis meses se habían mandado a lo mucho dos o tres cartas, y era razonable, mientras él y Astrid solían tener tiempo libre por las tardes y fines de semana, Aristóteles estaba matándose en la academia de aurores, de lo poco que pudo saber, no había día en que no estuviese estudiando, practicando y mejorando su condición física; aunque Tom esperaba que al menos pudiese acompañarlo en su cumpleaños diecinueve.
El día después, luego de sus clases, envío sus cartas. El frío de noviembre le golpeaba en la cara, quizá debió ponerse algo más que un suéter, pero bueno, sólo iba a la lechucería, no daría un paseo por el patio. No más de cinco minutos después ya estaba de nuevo dentro del castillo, caminaba hacia su salón, desde hacía meses había creado una rutina con Lucius, después de la cena ambos se dirigían al salón de DCAO, ese día no sería diferente. Cruzó en un pasillo cuando se encontró con Bellatrix, tiritaba y frotaba sus brazos mientras avanzaba lentamente, llevaba una camisa negra de mangas largas, aunque aparentaba no ser suficiente. Se acercó a ella, poniéndose enfrente, igual no era tan difícil, a lo mucho había avanzado cinco pasos desde que la notó.
— ¿Por qué no te pusiste un suéter?
La chica levantó el rostro, sus labios temblaban y sus mejillas estaban coloradas, al igual que su nariz.
—Me olvidé —Murmuró como pudo—. Iba a la sala común por uno.
—Al paso que vas llegarás mañana.
—Sí, ya lo noté. Gracias —Tom soltó una risa nazal, se quitó el suéter y se lo puso por encima a Bella—. ¿Y tú? Te congelarás.
—No, en realidad no. Llevo una camisa térmica y pantalones... si yo fuese tú no llevaría falda en estas fechas.
Ella asintió—Gracias.
—No hay de qué. Nos vemos.
Se despidió con una mano y siguió su camino hasta el salón. Cuando atravesó la puerta, Malfoy ya estaba ahí, garabateando sobre un pergamino, miró al adulto, y sin más siguió. Honestamente se sintió un poco ofendido, pero no le tomó más importancia.
— ¿Por qué tardaste?
—Me distraje con Bella, ¿la conoces?
—Black, ¿cierto? —Asintió—. Sí, es hermana de Narcissa...
—Bueno, ella.
— ¿Te gusta?
— ¿Qué?
—Bella, ¿ella te gusta?
—No, ¿de dónde sacas eso?
—Tardaste como quince minutos, tú nunca tardas eso cuando tienes algo que hacer, ni siquiera cuando Dumbledore te manda a hablar.
—Bueno, fui a la lechucería, así que-
—La semana pasada también, y tardaste como siente minutos.
—Habré caminado más lento esta vez. Guarda tu pergamino y saca tu varita, ándale.
— ¿Entonces no te gusta?
—Qué no... ¿por qué la insistencia?
—Nada. Sólo pensé que ambos se gustaban, ya sabes, las miradas que se dan en el gran comedor, cómo ella te pregunta siempre si estás bien y... ¿tú no traías un suéter?
—Se lo preste a Bella —Lucius sonrió, no supo por qué, pero se sintió personalmente atacado con esa estúpida sonrisita sobrada—. No significa nada, sólo fui amable.
—Si tú lo dices.
Se había levantado y empuñado su varita, Tom se chupó las mejillas, suspiró, agitó la varita un par de veces—Traga caracoles —dijo tras considerar que no sería inmaduro hechizar a un chico de doce años por fastidiarlo.
—Protego —¡Mierda! Le había estado enseñando bien, pensó.
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¿Cómo así que actualicé temprano? :0
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Μεταμόρφωση
Fiksi PenggemarTom siempre pensó en la muerte como una solución, no la propia, claro. Pensaba en la muerte de los demás, lo fácil que sería vivir en el orfanato si todos esos niños que lo tachaban de raro simplemente dejasen de molestarlo, si simplemente se fuesen...